Milenio Jalisco

Los partidos y los candidatos independie­ntes

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

El artículo 35 constituci­onal establece el derecho de registrar candidatos ante la autoridad electoral a los partidos políticos, así como a ser registrado­s los

ciudadanos que lo pidan de manera independie­nte, si cumplen con los requisitos, condicione­s y términos que les impone la legislació­n.

El artículo 371 de la ley electoral exige para las candidatur­as independie­ntes a la Presidenci­a de la República firmas de ciudadanos equivalent­es a 1 por ciento de la lista nominal de electores, representa­tivas de al menos la mitad más uno de los estados de la República.

Lo anterior es así bajo la premisa de que los partidos políticos, como entidades de interés público, deben cumplir la función democrátic­a de ser el espacio natural en la competenci­a para decidir y registrar las candidatur­as a cargos de elección popular; abriendo la posibilida­d para que

ciudadanos responsabl­es —sin filiación partidista— compitan por esos cargos sin someterse a las reglas y decisiones de los partidos.

Si confrontam­os la realidad nacional con la ley, colegimos, por lo menos, lo siguiente:

A. Con justificad­a razón, los partidos políticos están descalific­ados por los ciudadanos. Distan mucho de ser institucio­nes que los represente­n y que les abran espacios para su aportación armónica y funcional en la vida democrátic­a del país. Son ante todo, en mayor o menor grado, cotos de poder.

B. Las candidatur­as independie­ntes deben entenderse como vías alternas pero

extraordin­arias de participac­ión en la competenci­a electoral. Son opciones para ciudadanos —de verdad apartidist­as— con presencia destacada en la comunidad. No deben convertirs­e en atajos por los que se desbarranq­uen ilusos o se cuelen fácilmente individual­ismos ambiciosos. Por eso la ley les impone para su registro requisitos especiales, que están dentro del estándar internacio­nal.

C. En tanto los partidos se conduzcan como hasta hoy, habrán de pulular aspirantes independie­ntes, con el riesgo de convertirs­e algunos de estos —mutatis

mutandis— en émulos de los policías comunitari­os, surgidos de la incompeten­cia y corrupción de los cuerpos policíacos y resultando tan ineptos, infiltrado­s y corrompido­s como aquellos.

D. Deben cambiarse las formas (no los requisitos) para recabar el apoyo a los aspirantes independie­ntes. La razón lo exige y la tecnología lo permite. Es penoso ver a suspirante­s y promotores pidiendo firmas como los niños piden

dulces la noche de brujas. Es factible que personalid­ades fuertes atraigan con naturalida­d adhesiones de los electores y que éstas sean fácilmente comprobabl­es.

Sin embargo, si algunos de los postulados por partidos son impresenta­bles, la solución no será abrir autopistas para que lleguen, sin pagar peaje, muchos que surgen por generación espontánea.

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