Los partidos y los candidatos independientes
El artículo 35 constitucional establece el derecho de registrar candidatos ante la autoridad electoral a los partidos políticos, así como a ser registrados los
ciudadanos que lo pidan de manera independiente, si cumplen con los requisitos, condiciones y términos que les impone la legislación.
El artículo 371 de la ley electoral exige para las candidaturas independientes a la Presidencia de la República firmas de ciudadanos equivalentes a 1 por ciento de la lista nominal de electores, representativas de al menos la mitad más uno de los estados de la República.
Lo anterior es así bajo la premisa de que los partidos políticos, como entidades de interés público, deben cumplir la función democrática de ser el espacio natural en la competencia para decidir y registrar las candidaturas a cargos de elección popular; abriendo la posibilidad para que
ciudadanos responsables —sin filiación partidista— compitan por esos cargos sin someterse a las reglas y decisiones de los partidos.
Si confrontamos la realidad nacional con la ley, colegimos, por lo menos, lo siguiente:
A. Con justificada razón, los partidos políticos están descalificados por los ciudadanos. Distan mucho de ser instituciones que los representen y que les abran espacios para su aportación armónica y funcional en la vida democrática del país. Son ante todo, en mayor o menor grado, cotos de poder.
B. Las candidaturas independientes deben entenderse como vías alternas pero
extraordinarias de participación en la competencia electoral. Son opciones para ciudadanos —de verdad apartidistas— con presencia destacada en la comunidad. No deben convertirse en atajos por los que se desbarranquen ilusos o se cuelen fácilmente individualismos ambiciosos. Por eso la ley les impone para su registro requisitos especiales, que están dentro del estándar internacional.
C. En tanto los partidos se conduzcan como hasta hoy, habrán de pulular aspirantes independientes, con el riesgo de convertirse algunos de estos —mutatis
mutandis— en émulos de los policías comunitarios, surgidos de la incompetencia y corrupción de los cuerpos policíacos y resultando tan ineptos, infiltrados y corrompidos como aquellos.
D. Deben cambiarse las formas (no los requisitos) para recabar el apoyo a los aspirantes independientes. La razón lo exige y la tecnología lo permite. Es penoso ver a suspirantes y promotores pidiendo firmas como los niños piden
dulces la noche de brujas. Es factible que personalidades fuertes atraigan con naturalidad adhesiones de los electores y que éstas sean fácilmente comprobables.
Sin embargo, si algunos de los postulados por partidos son impresentables, la solución no será abrir autopistas para que lleguen, sin pagar peaje, muchos que surgen por generación espontánea.