Rusia y la elección del próximo presidente de México
La posibilidad de que entidades vincu- ladas o auspiciadas por el gobierno ruso busquen interferir en el proceso electoral de 2018 se ha convertido en una preocupación real. Lo que comenzó como mera especulación se perfila, cada vez más, como un escenario para el que el INE debería estar preparado.
Varios factores, entre los que destaca el analfabetismo informativo en el país, hacen que México sea en particular vulnerable al tipo de manipulación que, según el Congreso y las agencias de inteligencia estadunidenses, tuvo lugar durante la elección de Donald Trump.
No solo estamos lejos de forjar una cultura de verificación responsable sobre la información que consumimos y compartimos en las plataformas digitales, sino que además el manejo comercial y político de los espacios editoriales es una práctica de lo más común en los medios tradicionales. El sistema está diseñado para su manipulación, todo bajo el cobijo de la opacidad y la ausencia de mecanismos de rendición de cuentas que desafortunadamente caracteriza nuestra vida institucional.
Sería cuando menos ingenuo pensar que somos inmunes a este tipo de intervenciones externas. Sociedades altamente desarrolladas como Alemania, Francia y Reino Unido han sido víctimas de los esfuerzos rusos por socavar la credibilidad de las instituciones democráticas. México se antoja como una presa fácil y, sobre todo, altamente redituable.
A diferencia de lo que ocurre en Europa, el resultado de la elección en México afecta profundamente la dinámica geopolítica de Norteamérica y, en ese sentido, la vida de millones de estadunidenses. Un México sumido en una grave crisis política, como la que podría generar la injerencia rusa, figura entre los escenarios de pesadilla para los órganos de seguridad nacional en Washington.
Afortunadamente, estamos a tiempo de prevenir cualquier injerencia en los procesos democráticos con los que el próximo año se renuevan cerca de 3 mil puestos de elección popular en todos los niveles de gobierno. Aceptar la posibilidad, nos permite anticiparla.
Justamente hoy, el canciller Luis Videgaray visita Moscú para promover, entre otras cosas, la importante inversión rusa en el sector energético, no estaría de más que su visita sirva para dejar un mensaje en el Kremlin; después de todo, la defensa de nuestra soberanía no debe y no puede limitarse a la relación bilateral con Estados Unidos.