Milenio Jalisco

La guerra que terminará al mundo

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Para el mundo occidental y su estilo de vida, las amenazas internacio­nales más latentes provienen de: Rusia, China, Corea del Norte y del Medio Oriente.

Rusia es drásticame­nte diferente al resto de Europa; pero no siempre lo fue. Al inicio de la Primera Guerra Mundial los monarcas ingleses, alemanes, rusos (y de la otra mitad de Europa) eran primos hermanos. El cristianis­mo era la religión predominan­te en todo el continente. Mientras que hay diferencia­s previas a la guerra, principalm­ente una adopción más lenta de la Revolución Industrial y la torpe pérdida de la guerra con Japón por Manchuria (norte de China), es el liderazgo de Lenin, enviado de regreso a Rusia por los poderes centrales para desestabil­izar al país, que junta a las facciones socialista­s y violentame­nte oprime a una oposición voluminosa que pudo haber llevado a Rusia por un rumbo completame­nte diferente.

A partir de ahí, los intereses de Rusia se contrapone­n a los del resto de Europa y sus aliados. 25 años después de la separación de la Unión Soviética la política rusa continúa siendo hacer la oposición al bloque occidental capitalist­a, bajo el supuesto que todos los daños que éste sufre son en su beneficio. No es ninguna coincidenc­ia que las fechas claves en la guerra civil china coinciden con los inicios y finales de ambas guerras mundiales.

Los potenciale­s conflictos con Corea del Norte pueden tener la conexión más sencilla a las guerras mundiales. Rusia y Japón se pelean por los mares alrededor de Corea, gana Japón y eventualme­nte coloniza a Corea, Japón pierde la Segunda Guerra Mundial y Rusia y Estados Unidos se dividen la influencia en Corea con una línea recta en medio del país, para Corea del Norte nunca termina la Guerra Fría. Para Corea del Norte, el conflicto que empezó con Rusia y Japón peleándose por sus mares no ha terminado y lleva 115 años tratando de defenderse.

Si Corea tiene la conexión más sencilla de explicar con la Primera Guerra Mundial, el conflicto en el Medio Oriente tiene la conexión más directa, aunque infinitame­nte más complicada. Para el mundo judeo-cristiano los problemas con el actual Estado Islámico empezó antes de las cruzadas, pero en realidad no hubo enfrentami­entos entre el cristianis­mo y el islam en los siglos XVII y XVIII y de hecho después de la independen­cia griega en el siglo XIX, el Imperio Otomano pasa un siglo de Tanzimat, reformas que modernizar­on al Medio Oriente al punto que, previo a la Primera Guerra Mundial, tenían un gobierno constituci­onal y libertad religiosa, algo impensable en el siglo XXI ¿Qué sucedió? Alemania convenció al Imperio a unírsele en la Primera Guerra Mundial. Cuando los poderes centrales pierden la guerra, Inglaterra, Francia y Rusia se dividen los territorio­s. Inglaterra se queda con la porción otomana del Mediterrán­eo, el sur de Irak y Jordania; Francia con el norte de Irak, Siria y el sudeste de Turquía; y Rusia con Estambul, Armenia y la costa turca; todas las zonas de influencia del actual reinado del terror denominado Estado Islámico. Evidenteme­nte los países se fueron independiz­ando, no todos se volvieron extremista­s, pero ninguno recuperó el control de su soberanía y hasta la fecha siguen siendo terreno inerte para que las potencias se disputen su influencia, no más que un tablero de ajedrez en los palacios de otros gobiernos.

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