Como escritor, provengo del periodismo: Pérez Gay
El colaborador de MILENIO hizo una selección de relatos y textos para la prensa publicados de 1988 a 2015
Unos 35 años atrás Rafael Pérez Gay comenzó su camino en la escritura, no precisamente en la literatura, porque al final descree de los géneros y se sostiene más en la palabra y en las herramientas que de ella obtiene para hacer sus recorridos por su memoria, su imaginación y, por supuesto, por la realidad que recorre en sus textos periodísticos.
Por ello, cuando desde el Grupo Planeta le propusieron hacer una recopilación de sus textos decidió que no serían solo cuentos o relatos vinculados con la ficción, ni exclusivamente artículos periodísticos, sino escritos en la frontera de ambos espectos.
Así surgió Arde, memoria (Tusquets, 2017), reunión de 50 relatos en los que el escritor ofrece una aproximación a su pasado. “Esa memoria es la línea que va uniendo a cada uno de los relatos en el libro. Son 50 textos que fui extrayendo de Me perderé contigo, Llamadas nocturnas, El corazón es un gitano y No estamos para nadie. Mientras seleccionaba me di cuenta de que llevo 35 años poniendo todas las semanas un texto en un periódico.
“He colaborado en varios diarios, y esa trayectoria avanza de manera paralela con un camino sobre un mundo literario, sobre algunas ideas que tengo y que tienen que ver con la literatura a la cual soy afín, así que se trata de un libro que oscila entre el periodismo y la literatura”.
El colaborador de MILENIO hizo todo el proceso de selección con una instrucción: no reescribir los textos, sino dejarlos tal cual porque representan una trayectoria, periodos de lectura y de escritura, “años periodísticos, literarios”. “No soy un escritor que provenga de un proyecto solitario, con gran carácter y gran fuerza, sino del periodismo; ahí es donde me hice escritor, donde aprendí innumerables trucos de la escritura y donde me hice de mis primeras armas en suplementos literarios, junto a Carlos Monsiváis, en la revista Nexos, en un engranaje enorme que está desprendido de la literatura, en términos generales”. El texto más antiguo de Arde, memoria data de 1988, y el más reciente tiene dos años; hay cuen- tos concebidos como absoluta ficción, pero también hay relatos vinculados con la fantasía, con los sueños, y “luego vienen unos relatos súbitos que aspiran a que, al olvidarse el hecho y la anécdota de ese momento diario, el texto pueda perdurar. “Hay un paradero vinculado con relatos ligeros, humorísticos, breves, para entrar a una parte melancólica, oscura y triste, que es la pérdida de los seres queridos, la soledad, la tristeza de ver que todo se va y que nada queda. Al final suman 300 páginas, porque hace rato que me deshice del falso dilema que separa al periodismo de la literatura: el gran periodismo siempre es buena literatura y, muchas veces, la buena literatura pasa por las estructuras periodísticas”.
En entrevista con MILENIO, el escritor enfatizó que en ningún momento se planteó corregirse a fondo, “me pareció que sería una pequeña traición al que yo fui”, aunque después de esta experiencia sí pueda llegar a corregir algunas repeticiones evidentes.
El libro es un homenaje a la literatura, a la escritura y la lectura, actividades muy vinculadas: “Siempre he pensado que no debería escribirse si no se lee, casi debería estar prohibido por alguna constitución de la literatura mundial. Nunca he podido entender que alguien arranque a escribir una novela, relatos o artículos, si antes no ha leído, como tampoco podría hacerlo si antes no se hace de destrezas técnicas. No creo que alguien pueda sentarse a escribir simplemente relatos y novelas sin tenerlas, sin haber aprendido de otros escritores”.