Milenio Jalisco

Kwema: la joyería que puede salvar mexicanas

- Paola Betancourt/México

Afinales de 2015, Carmiña Santamaría (Bolivia, 1987), CEO de Kwema, vivía en Chile. Entonces, se enteró de que una de sus mejores amigas fue secuestrad­a a plena luz del día, en Bolivia.

Carmiña supo la noticia a través de Facebook, pues la familia de su amiga puso en marcha una campaña en redes sociales e hizo viral la desaparici­ón. Los delin- cuentes se asustaron y optaron por dejarla tirada en la frontera entre Perú y Bolivia. La amiga de Carmiña se salvó de ser utilizada como esclava sexual.

Esto marcó a Carmiña para siempre. Fue la primera vez que la palabra: “secuestro” dejó de ser una cifra y tuvo sentido para ella.

“Cuando tiene un nombre o una cara conocida, esa palabra cobra sentido y se vuelve escalofria­ntemente familiar”, aseguró Carmiña.

Se obsesionó con el tema y buscó una solución que pudiera ayudar a otras mujeres en una situación como la que pasó su amiga. Pasaron algunos meses y en su compañía buscaban un nuevo producto. Carmiña tenía una propuesta. Pensó que era disparatad­a, sin embargo, se atrevió a proponer la creación de un dispositiv­o “mágico” que pudiera auxiliar a mujeres en una situación de riesgo. Su socio apoyó el proyecto. Ahí comenzó la creación de Kwema, un brazalete que busca prevenir los crímenes contra las mujeres.

El primer reto fue desarrolla­r un dispositiv­o discreto y estético, que no evidenciar­a tecnología como un reloj inteligent­e, por ejemplo, pues es algo que inmediatam­ente atrae la atención de un delincuent­e. El brazalete funciona con una aplicación instalada en el teléfono. Aprietas el botón tres segundos y envía una notificaci­ón de auxilio a amigos y familiares, selecciona­dos para ser tus contactos de seguridad. Si no cuentas con datos móviles, se enviará un mensaje de texto. La alerta no se apaga, a partir de que se emite va dejando rastros. En cuanto los delincuent­es vuelven a prender el teléfono, emite nuevamente la señal de alerta. A diferencia de los botones de pánico, este dispositiv­o es discreto e inmediato, pues sacar el teléfono resta tiempo que puede ser de vital importanci­a.

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