Milenio Jalisco

Dime con quién andas…

- Jaime Marín jaimemarin­sr@jmarin.com)

L a educación y las buenas costumbres empiezan en el hogar. Las familias decentes inculcan a sus hijos, (“y hijas”, diría Fox) valores y principios fincados en la integridad. Les recomienda­n que eviten las malas compañías, pero, en la edad adulta los valores se los pasan por el arco del triunfo y se meten en la “polaca”.

Meade, el destapado de Peña Nieto, se ostenta a sí mismo (alabanzas en boca propia) como un hombre impoluto, no obstante haber construido su carrera política en gobiernos panistas y priistas. Esas no son, por cierto, las mejores cartas de recomendac­ión.

El pasado agosto, en la asamblea de PRI, su tlatoani obligó a sus súbditos a modificar sus estatutos para que un outsider (ellos le llaman simpatizan­te) fuera designado como candidato a la presidenci­a de la nación. Era evidente que la dedicatori­a era para Meade. A partir de hoy, el PRI ya tiene candidato, un outsider con gen priista. Hace medio año nadie lo conocía. Hoy, las fuerzas vivas del PRI, lo vitorean; es “uno de los suyos”.

La integridad de Meade está en tela de juicio. Cómo puede ser integro un individuo rodeado de corruptos. Cómo puede ser integro un hombre que se presta a ser sucesor del presidente más corrupto en la historia de México.

Hoy día, en todas partes el tema es el destapado. Éste sí es el “bueno”, dicen los que corean la farsa. Si hubiera sido Chong, dirían lo mismo, es la consigna. Se niegan a ver el daño que las camarillas priistas le ha hecho a nuestro país por más de siete décadas.

Meade representa el continuism­o del peor sexenio que hemos padecido. Continuism­o que beneficia particular­ísimamente a la oligarquía. Las clases media, media-baja, baja y los marginados que se jodan, son prole. La única garantía que Meade puede ofrecer, es: el peligro latente de que 60 millones de mexicanos permanezca­n sumidos en la pobreza.

Ya basta de presidente­s improvisad­os, con los tres últimos hemos tenido suficiente. Hoy México requiere de un auténtico estadista, no un peón del sistema. México requiere un presidente preparado, leal a la constituci­ón, a la nación y a sus gobernados. Un presidente digno. Ese hombre no existe en las filas del PRI, tampoco entre sus simpatizan­tes.

PD. Cuentan que Meade es integro e impoluto. De ser así, ¿por qué se asocia con el partido más corrupto y desprestig­iado de México? Dime con quién andas…

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