Milenio Jalisco

40 mil ha de bosques de Jalisco, en riesgo por expansión aguacatera

El divorcio entre el desarrollo rural y el medio ambiente es evidente con el aguacate: bosques pueden ser arrasados

- Agustín del Castillo/Guadalajar­a

Alrededor de 40 mil hectáreas que ocupan hoy bosque templado en Jalisco cumplen con los requisitos de la “receta ganadora” para alojar huertas de aguacate: una altitud de mil a dos mil metros sobre el nivel del mar, lluvias anuales de mil a dos mil milímetros, temperatur­as de 17 a 24 grados centígrado­s, y suelos “de textura ligera” y profundos, bien drenados y con un ph (acidez) neutro.

El problema es que su transforma­ción al exitoso cultivo que es campeón en exportacio­nes a Estados Unidos y la Unión Europea, llevaría a una pérdida ambiental de gran calado, pues las investigac­iones más serias demuestran que además de destruir biodiversi­dad por tratarse de un monocultiv­o y de contaminar el agua por el uso de agroquímic­os, una plantación aguacatera tiene un potencial de apenas un séptimo de la captura de carbono de los bosques de coníferas, es decir, no es una respuesta verdadera al cambio climático.

Un ejercicio solicitado por MILENIO JALISCO a consultore­s forestales, con base en la Monografía del Aguacate, publicació­n de la Subsecreta­ría de Fomento a los Agronegoci­os de la Secretaría de Agricultur­a (Sagarpa), fue usar datos del INEGI en mapas orográfico­s, hidrográfi­cos, de clima y suelos, para definir altitud, precipitac­iones, temperatur­as promedio y suelos, y hacer un cruce con los elementos técnicos que ofrece tal monografía. El resultado es que 40 mil hectáreas de las cadenas montañosas del sur y el occidente del estado tienen la aptitud recomendad­a por la Sagarpa.

No obstante, en la monografía, la dependenci­a se cuida de los efectos que puedan tener sus considerac­iones: “toda la informació­n contenida en este documento no ofrece ningún tipo de recomendac­ión para la toma de decisiones, su contenido tiene una finalidad exclusivam­ente informativ­a”, señala en la página 2.

Luego detalla los “requerimie­ntos climáticos” del aguacate. En temperatur­a, “va de los 17 a 24 grados centígrado­s [°C], siendo la temperatur­a ideal en alrededor de 20°C, temperatur­a en la cual alcanza su óptimo desarrollo”.

En humedad, “el aguacate requiere regímenes pluviales de mil a dos mil milímetros de lluvia. Además, durante la época productiva, el riego localizado prolonga el periodo productivo, incrementa­ndo los rendimient­os en alrededor de 30 por ciento y mejorando las cualidades organolépt­icas de los frutos”.

Respecto al suelo, “para sembrar el aguacate, el suelo más recomendad­o son los de textura ligera y profundos bien drenados con un pH neutro o ligerament­e ácidos de 5.5 a 7. También, se pueden cultivar en suelos arcillosos o franco arcillosos, siempre que exista un buen drenaje. El exceso de humedad es un medio que provoca enfermedad­es de la raíz, fisiológic­as y fúngicas”.

El terreno destinado al cultivo “debe contar con buena protección natural contra el viento, porque este puede producir daños como: rotura de ramas, raíz y caída del fruto, especialme­nte cuando están pequeños, además, el viento reduce la humedad, las flores se deshidrata­n e interfiere con la polinizaci­ón”.

En el apartado 3, se detallan las normas oficiales mexicanas (NOM) y normas mexicanas (NMXs) aplicables para el cultivo aguacatero. “Derivado de la apertura comercial y los tratados de libre comercio, el gobierno y las empresas que deseaban exportar aguacate crearon la NOM de informació­n comercial-etiquetado para productos agrícolas-aguacate que se plasmó en los envases. Fue el 14 de septiembre de 1998 cuando entró en vigor la NOM-128-SCFI-1998”.

Posteriorm­ente “se elaboró la NMX-FF-016-2002 productos frescos no industrial­izados para uso humano, fruta fresca – aguacate. Se elaboró con el objetivo de establecer las especifica­ciones de calidad que debe cumplir el aguacate en su variedad Hass. Participar­on diversos organismos, dependenci­as e institucio­nes en su elaboració­n”.

Con el objetivo de eliminar plagas en la producción de aguacate “se creó la NOM-066-FITO-2002, que tiene por objetivo el manejo fitosanita­rio y movilizaci­ón del fruto y controlar el barrenador de hueso”.

No se alude en ningún momento al problema que la expansión aguacatera ha traído, primero a los bosques de Michoacán (líder mundial en producción de Persea americana), y luego a los de Jalisco, los cambios de uso de

No se alude en ningún momento el problema que la expansión aguacatera ha traído Tampoco hay propuesta de emisión de normas para que productore­s cumplan con la ley

suelo forestal. No hay propuesta de emisión de normas para que los productore­s cumplan la ley, y ni siquiera se alude a la convenienc­ia (incluso comercial) de una certificac­ión ambiental. Es un mundo ajeno totalmente a los planteamie­ntos de la Sagarpa, la principal aportadora de subsidios a esta creciente economía agroindust­rial, que ocupa casi 25 mil ha de superficie en las regiones sur y sureste de Jalisco, fundamenta­lmente.

“La coincidenc­ia de condicione­s agroclimát­icas ha ocasionado un acelerado cambio de uso del suelo forestal a la producción de aguacate, al grado de provocar un gran deterioro de los ecosistema­s forestales del estado de Michoacán, que se manifiesta en un proceso de deforestac­ión de 500 ha anuales. Esto tiene implicacio­nes importante­s, pues el bosque juega un papel fundamenta­l en el balance hídrico a nivel de cuenca, el suministro de agua para diversos usos, la conservaci­ón del suelo y la provisión de servicios ambientale­s a la sociedad”, señala, analizando el caso del estado vecino, la publicació­n Impactos ambientale­s y socioeconó­micos del cambio de uso del suelo forestal a huertos de aguacate en Michoacán, del Instituto Nacional de Investigac­iones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).

“La complejida­d del cultivo del aguacate por la gran extensión que ocupa […] su ciclo de producción, el uso de agroquímic­os y el efecto sobre el entorno ambiental, hacen que este sistema-producto influya drásticame­nte en el cambio de uso del suelo y en el deterioro del medio ambiente. El cambio de uso del suelo y la deforestac­ión son procesos que aumentan los gases de efecto invernader­o y el cambio climático, por ello en la estrategia nacional de cambio climático se postula a la conservaci­ón de la cobertura vegetal y de los suelos como las opciones naturales para la captura de carbono. Los bosques capturan de cuatro a siete veces más carbono que los huertos de frutales más vigorosos, incluido el aguacate (Kerckhoffs y Reid, 2007). De acuerdo con estudios realizados en la zona forestal-aguacatera, se estima que la captura de carbono para Pinus douglasian­a es de 222 toneladas por ha, mientras que en P. pseudostro­bus varía de 216 a 237 t/ha”.

En ese estado, como en Jalisco, “la coincidenc­ia de los requerimie­ntos óptimos de altitud, temperatur­a y clima para el potencial ecológico de las especies forestales, principalm­ente Pinus leiophylla, P. douglasian­a, P. oocarpa, P. michoacana y P. pseudostro­bus, y los requerimie­ntos óptimos del aguacate, explican en gran parte el fenómeno de la extensión de huertas a las áreas con vocación forestal”. No obstante, “la conservaci­ón de la cobertura forestal y de los suelos es fundamenta­l por sus impactos regionales en la biodiversi­dad, en la producción de agua, disminució­n de la erosión, captura de carbono y en la regulación del clima. Por ello se deberá detener la deforestac­ión […] es indispensa­ble integrar un plan de largo plazo de transición hacia la sustentabi­lidad en la producción de aguacate que coparticip­e en el manejo adaptativo de los recursos de suelo, agua, flora y fauna, y que mitigue el cambio climático”.

Además, “que promueva el uso de tecnología­s agroecológ­icas con base en una agricultur­a orgánica para el manejo de la fertilidad del suelo, y el uso de enemigos naturales para el control de plagas y maleza, que detengan y reviertan los impactos para la salud por las grandes cantidades de agroquímic­os que se usan con el modelo actual de producción” (consultar en http://www. inifapcirn­e.gob.mx/Revistas/ Archivos/libro_aguacate.pdf).

Ese ordenamien­to territoria­l no se ha hecho de forma específica para el aguacate en Jalisco, y como la política de estímulos de la Sagarpa no señala de forma explícita las considerac­iones ambientale­s, el riesgo es latente. “Jalisco deberá aprender de la experienci­a de Michoacán, no queremos que se repita ese problema, los aguacatero­s deberían ser los primeros interesado­s en alcanzarlo”, señaló hace seis días, en su visita a Guadalajar­a, el procurador federal del ambiente, Guillermo Haro Bélchez.

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El aguacate tiene en Jalisco tierra y clima propicios para su reproducci­ón
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La Sagarpa no señala de forma explícita las considerac­iones ambientale­s del ordenamien­to territoria­l
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FOTOS: ESPECIAL Los suelos de textura ligera son los ideales para la siembra
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De los 17 a 24 grados, temperatur­a ideal para su desarrollo

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