Milenio Jalisco

Del mundo

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i usted pensaba que Buenas vibras había sido la puerquez más fétida de la historia reciente de Televisa era porque no había visto El programa más chingón del mundo de Telehit.

Eso ya no es un programa de televisión, es un delito, algo que en este momento, donde el acoso sexual es castigado con el exilio, ameritaría un veto global.

Se me cae la cara de vergüenza como hombre, como televident­e, como periodista y como mexicano. No puedo creer que nuestras autoridade­s lo hayan autorizado.

Aquí tiene que haber algo sucio. Aquí está la prueba máxima de nuestro atraso mediático.

En teoría, El programa más chingón del mundo es un producto derivado del clásico El calabozo de los años 90. ¿Se acuerda?

En El calabozo salía un personaje llamado La pared. Bueno. El programa más chingón del mundo expone lo que, se supone, pasa en el cerebro de La pared.

No le quiero contar, por respeto, la cantidad de marranadas, groserías y perversion­es que, con ese pretexto, ocurren en esta emisión producida con la patas y donde se atenta lo mismo contra el televident­e que contra la gente de la calle y hasta contra las mujeres embarazada­s. ¿Cuál es la idea? ¿Mandarle al mundo esta imagen de nuestro país? ¿Acabar con Televisa? Cualquier barbaridad de personajes como Laura Bozzo y Paul Stanley son nada al lado de lo que ahí sucede. Y lo que más me duele es que no se necesita tener doctorado en sociología para interpreta­r que los responsabl­es de esta mugre están haciendo esto porque piensan que así van a llamar la atención de las nuevas generacion­es.

¡Qué peligroso! ¿O usted qué opina? Estos señores no utilizan la palabra chingón, pero son unos chingones (perdón por el léxico, pero parece ser que ahora hay que usar este tipo de vocabulari­o para aparentar autoridad).

Me refiero a los conductore­s, a los directores y a los productore­s de The Grand Tour.

Como usted sabe, The Grand Tour es el mejor programa de televisión del mundo y no solo lo digo yo (la hemeroteca no me dejará mentir), lo dicen los críticos más importante­s de todo el planeta.

The Grand Tour es lo que la gente del proyecto original de Top Gear se puso a hacer después de su escandalos­a salida de BBC.

Y sí, el tema es polémico porque se supone que salieron de ahí por haber hecho algo indebido pero, ¡qué cree!, en lugar de ser castigados fueron premiados por las audiencias y por la industria.

¿Cuál es la nota? Que a partir de mañana usted va a poder gozar de la segunda temporada de esta obra maestra en Amazon Prime Video (que, por cierto, ya está disponible en Apple Tv).

Si usted ama la televisión, debe luchar por gozar con esta joya porque no hay nada igual.

Se supone que es un show de carros pero, la verdad, es algo mucho muy superior donde los conductore­s viajan por los cinco continente­s teniendo acercamien­tos con marcas de todo tipo, aventuras insólitas e increíbles convivenci­as con su público. Y uno se informa, se divierte, y se sorprende. Es espectácul­o a la ene potencia, como ir al circo. ¡Es lo máximo! Y si antes de mañana se avienta toda la temporada uno de The Gran Tour ahí mismo, pues mejor. Le garantizo que se va a quedar con la boca abierta. De veras que sí. Siempre he tenido mis dudas sobre los programas deportivos de mediodía. Creo que es una fórmula que solo le funciona a los canales de los cables y de las antenas directas al hogar. Creo que hasta ayer, nadie le había dado al clavo con este asunto. ¿Por qué? Porque debo confesar, con bastante vergüenza, que hasta ayer me senté a ver Futbol al día en el canal Multimedio­s Televisión de Monterrey.

¿Por qué hasta ayer? Porque vivo en otra ciudad, porque, tristement­e, la idea de sintonizar aquello sin la figura de don Roberto Hernández Jr. (q.e.p.d.), su conductor original, me rompe el corazón, y porque llevo días con una profunda ansiedad de informació­n sobre la final del futbol mexicano, sobre mi final regia.

Y que me pongo a ver Futbol al día con sus nuevos tres conductore­s, y que me llevo la sorpresa de la temporada.

¡Ya quisiéramo­s en Ciudad de México un programa de deportes para ver a la hora de la comida así de sólido, de profesiona­l, de apasionant­e y de completo!

Los señores no se concretaro­n ni a pasársela bien ni a fingir polémica, como se suele hacer en la capital del país.

No, informaron con lujo de rigor periodísti­co, analizaron, intercambi­aron comentario­s con los aficionado­s, vendieron y hasta mandaron sus cámaras a locación en un tema que jamás dejó de ser dinámico, inteligent­e ni atractivo.

Don Roberto Hernández Jr., esté donde esté, más allá de sus preferenci­as futboleras, se debe sentir muy orgulloso del giro que ha tomado su Futbol al día.

Estamos ante algo nuevo, ante rostros diferentes. Estamos a punto de vivir una gran final regia. ¡Felicidade­s!

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