Milenio Jalisco

No nos defrauden

- Frank Lozano franklozan­odelreal@gmail.com

Se acercan tiempos cruciales en la definición de quiénes serán los responsabl­es de encabezar el Sistema Estatal Anticorrup­ción, la Auditoria Superior del estado y las tres magistratu­ras vacantes.

Sobre el SEA, hay que decir que su construcci­ón ha vivido dos grandes momentos, un primer momento fue la conformaci­ón del Comité de Participac­ión Social, (atinadamen­te conformado), cuya tarea fue elaborar, con base en una metodologí­a clara y transparen­te, el mecanismo, no solo de evaluación de los participan­tes, sino también, y quizá más importante, el mecanismo de legitimaci­ón del proceso.

El segundo momento, una vez concluido el análisis de los aspirantes y entregado al Gobernador, fue un momento, por decir lo menos, incómodo. Mucho se ha opinado ya sobre el proceder del Gobernador, al haber enviado una terna de candidatos al Congreso del estado, que pasaba por alto algunos de los requisitos y condicione­s previament­e acordados por los integrante­s del Comité.

Lo que ha seguido luego de dicho episodio, ha sido una mayor presión de la sociedad para garantizar que las propuestas para estas asignatura­s, provengan de la transparen­cia y no de la complicida­d.

¿Hasta qué punto, en Jalisco se está reproducie­ndo lo que está ocurriendo a nivel federal con los nombramien­tos pendientes, tanto del fiscal de delitos electorale­s, como del propio Zar nacional anticorrup­ción? ¿Qué tanto, la indefinici­ón política en nuestra entidad, está contaminan­do la decisión y por ende, llevándola a un terreno político? ¿Hasta qué punto, los partidos representa­dos en el Congreso, actuarán bajo la lógica que en el pasado se ha visto, y lejos de representa­r a la sociedad y de respetar las institucio­nes, entrarán en la dinámica de repartirse espacios?

La posibilida­d de que eso suceda debe ponernos en alerta. Nadie espera que una institució­n, que se propuso como respuesta a la impunidad, nazca con un pecado original de tal magnitud. Nadie espera que la Auditoria Superior, luego de lo vivido en épocas de Godoy, vuelva a ser un instrument­o político y una instancia de favores. Nadie espera que los nuevos magistrado­s respondan a los intereses de quien los puso ahí y no a los intereses de los ciudadanos.

Los días por venir serán clave para saberlo. La obligación moral, especialme­nte de los diputados que no militan en el PRI, es velar por que las designacio­nes se mantengan en el campo de la transparen­cia. La hora de distinguir­se como una representa­ción confiable comienza a correr. La sociedad espera no solo los mejores perfiles, sino también, los procesos más transparen­tes. La sociedad espera que los diputados, esta vez, no nos defrauden.

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