Futuro de la OMC, en manos de Lighthizer
De haber guerra económica contra China, él la dirigirá
En próximos meses el líder de las lides comerciales de Trump será figura muy importante y disruptiva en la economía mundial
La pintura cuelga en el pasillo o sobre una repisa en la chimenea de la sala de estar. En disputa están algunos detalles que comunican las personas que lo han visto al pasar de las décadas. Pero algo en lo que están todos de acuerdo es en la existencia de la pintura, o el tema: En la casa de Robert Lighthizer se encuentra colgada una pintura de él. “Le dije: ‘Bob, tienes un enorme retrato tuyo que cuelga en la pared’”, es como una persona recuerda que se desarrolló una conversación hace años durante una visita a la casa del zar de Comercio de Donald Trump. “Y él respondió: ‘Todo el mundo debería’. Le dije: ‘¿Una pintura de ellos o una pintura tuya?’” Y respondió: ‘¡Una pintura mía!’”.
En una administración que encabeza una ex celebridad de televisión de realidad y hogar de multimillonarios, iconoclastas y una gran cantidad de egos, Lighthizer, quien cumplió 70 años en octubre, ha estado lejos de ser un participante de bajo perfil. Si bien los otros miembros del gabinete, como Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, y Wilbur Ross, el secretario de Comercio, han sido las caras públicas de la administración, Lighthizer ha sido una presencia más enigmática.
Pero en los próximos meses el ex abogado y veterano de las guerras comerciales con Japón en la era Reagan será una figura más importante y potencialmente disruptiva en la economía global que lo que podrían ser Mnuchin o Ross. Después de acoger plenamente la visión proteccionista de “Estados Unidos Primero” que Trump llevó a la Casa Blanca, rápidamente se convirtió en una voz influyente. “Creo que no solo está cerca del presidente, sino que está cerca del presidente en su visión del mundo. No está fingiendo”, dice un confidente de mucho tiempo.
Si la administración Trump inicia una guerra comercial con China, Lighthizer será el general que dirija el asalto. Si el presidente decide cumplir su amenaza de retirar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) con Canadá y México, será porque Lighthizer condujo las negociaciones a un punto muerto.
Si bien Lighthizer y los ministros de los otros 163 países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se reúnen esta semana en Buenos Aires, ningún otro asistente ejerce más poder sobre el futuro de la institución o el sistema de comercio internacional que sostiene.
Con una posición de línea dura con China, Lighthizer ha sido un crítico constante de la OMC y afirma que no ha hecho frente al ascenso de la economía china. En un comunicado breve, su oficina dijo que usará la reunión de esta semana para “defender los intereses económicos y comerciales de EU, entre ellos una reforma institucional de la OMC”. Los funcionarios cercanos a las discusiones dijeron que la Unión Europea y otros participantes más abandonaron sus esfuerzos de hacer una declaración ministerial después del lenguaje que utilizó EU para prohibir al organismo de apelaciones de la OMC a violar la soberanía de los miembros y eliminar la afirmación de mucho tiempo sobre el papel del sistema multilateral en la economía mundial.
Pero si bien Trump se queja públicamente sobre lo que considera el trato injusto que la OMC le da a EU —y amenazó durante la campaña del año pasado con retirar a Estados Unidos—, Lighthizer en privado tranquiliza a los compañeros miembros de que todavía ve un valor en la institución. Eso le dio lo que muchos otros miembros de la OMC consideran un poder incómodo sobre su destino. “Si Bob fuera a ver al presidente y dijera: ‘Creo que debe salir al Rose Garden esta tarde y decir que finaliza nuestra participación en la OMC’, realmente creo que el presidente lo haría en un instante antes de que alguien pudiera detenerlo”, dice un funcionario.
Lighthizer, quien no quiso hacer comentarios, dejó en claro que busca una corrección histórica de la trayectoria en la política comercial de Estados Unidos. Dentro del edificio de la USTR (Oficina del Representante de Comercio de EU) que se encuentra frente a la Casa Blanca de Trump, participa en duros debates con el personal de carrera. “Si siempre haces lo que hiciste, siempre obtendrás lo que obtuviste”, les dice Lighthizer.
El alejamiento de décadas de un consenso general bipartidista sobre la política comercial dejó a varios miembros del personal de carrera sintiéndose abandonados. Sin embargo, otros negociadores comerciales de EU dicen en privado que se sienten con más poder por la línea más dura.
A pesar de que es un republicano de toda la vida y trabajó como tesorero de la campaña presidencial de Bob Dole en 1996, la opinión de Lighthizer va en contra de la clase dirigente del partido a favor del comercio. Como un importante abogado para la industria del acero de EU, también desarrolló fuertes relaciones con personajes escépticos del comercio dentro del Partido Demócrata y en los sindicatos laborales.
“Es fiel a sus principios”, dice Thea Lee, la presidenta entrante del Instituto de Política Económica con inclinación a la izquierda. “Le importa el déficit comercial de Estados Unidos y le preocupan los trabajos en suelo estadunidense. A muchos intereses empresariales no les preocupa ninguna de esas cosas”.
Desde hace mucho tiempo también cultivó una imagen como iconoclasta. En un perfil de 1987 para los medios se le presentó como un obsesivo del ejercicio que maneja un Porsche y que es la antítesis del cabildero con puro de la Calle K de Washington, DC. Ya no tiene un Porsche, pero todavía proyecta una cómoda indiferencia por la clase dirigente.