Aeropuerto para el siglo XXI y orgullo de México
Cursé primaria en la escuela profesor Gonzalo Peña Troncoso, en la colonia Aviación Civil del entonces DF; cuando se podía, era una gran aventura ir a la zona de hangares a observar los aviones, imaginar cómo cruzaban las nubes de algodón y acariciaban el cielo rumbo a destinos insospechados y soñar con ser aeromoza…
Y en un largo trayecto en autobús llegué a California a la edad de 14 años, pero a los 19 por fin abordé mi primer vuelo, de Los Ángeles al DF, en una experiencia inolvidable. Luego, la vida ha sido muy generosa, pues he viajado por todos los continentes y conocido decenas de terminales áreas y modelos de aeronaves, incluido el Air Force
One acompañando al ex presidente Bush Jr. Con esos antecedentes me emociono cuando Yuriria Mascott, proba subsecretaria de Transporte, me platica con convicción del nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México: el segundo en construcción más grande del orbe, en el cual trabajan 292 empresas, casi todas nacionales y con los más altos estándares de tecnología y calidad, y que generará 160 mil empleos durante las obras y 450 mil —directos e indirectos— en plena gestión.
El aeropuerto se levanta en una superficie seis veces mayor a la del actual, su primera fase constará de tres pistas y atenderá a 70 millones de pasajeros con 850 mil operaciones anuales —el doble que ahora—, y a más de 125 millones con las seis pistas concluidas, al tiempo que se reducirá 95 por ciento la contaminación por ruido.
Será el aeropuerto tipo hub más grande de América Latina y, fuera de Estados Unidos, el único en el que despegarán o descenderán tres aviones simultáneamente; asimismo, tendrá un diseño moderno, espectacular, sustentable y respetuoso del medio ambiente.
Su esquema financiero no genera deuda pública, es autofinanciable y muestra la confianza de 750 inversionistas, expresada en 6 mil millones de dólares en bonos verdes.
Las licitaciones son transparentes, con testigos sociales y de la OCDE; se han publicado 292 contratos por 135 mil millones de pesos en la página (www.aeropuerto.gob.mx), que es recomendable visitar para aquilatar la trascendencia histórica de este proyecto de infraestructura.
Un aeropuerto es instrumento esencial para detonar el turismo —México ocupa el octavo lugar y con el nuevo sin duda avanzará en el ranking mundial—, el intercambio de mercancías, los negocios y la competitividad.
Pero también significa la primera impresión y puerta de acceso a una ciudad o país; así, por todos lados ando de presumida porque mi entrañable México contará con uno de los aeropuertos más eficientes y bellos del mundo.
¡Y ya me imaginé aterrizando ahí, con la ilusión infantil de aquellos ayeres…!