Milenio Jalisco

¡Paren de mentir…!

- Ricardo Alemán

M al empieza la alianza PAN-PRD cuando su primer spot sobre la experienci­a de gobiernos estatales entre azules y amarillos es una más de las reiteradas mentiras de Ricardo Anaya.

Según el spot —que será transmitid­o millones de veces en radio y televisión—, los gobiernos estatales surgidos de PAN y PRD son algo así como vivir en la gloria.

Sin embargo, la mentira repetida millones de veces terminará por hacer creer a no pocos incautos e ingenuos que, en efecto, los gobiernos construido­s por azules y amarillos son exitosos.

La terca realidad resulta demoledora. Hasta hoy no existe un solo gobierno estatal exitoso en la experienci­a de gobierno PAN-PRD, que lleva casi 27 años.

Lo curioso es que no hace falta volver a las primeras alianzas PAN-PRD —por cierto impulsadas por AMLO—, para confirmar que el spot en cuestión es una grosera mentira. Basta revisar las tragedias de Veracruz, Chihuahua y Tamaulipas, entre otras, para confirmar que son gobiernos fallidos.

En Veracruz es un escandalos­o fracaso el panista Miguel Ángel Yunes, mientras en Chihuahua Javier Corral tiene ganado el lugar del peor gobierno en la historia de esa entidad. Y no se diga el fracaso en Tamaulipas del panista Francisco García Cabeza de Vaca.

¿Qué dicen los ciudadanos sobre esos fallidos gobiernos de PAN-PRD? Dicen todo lo contrario a lo que asegura el mentiroso spot de la alianza.

Pero además, en 26 años, azules y amarillos han competido en alianza en por lo menos 20 elecciones estatales. En 11 de ellas, los candidatos aliancista­s llegaron al poder, pero nunca entregaron buenas cuentas.

La prueba es que de los 11 gobernador­es cobijados por PAN y PRD, todos fueron borrados de la escena política luego de su mandato, otros no han pasado de ocupar cargos menores y no pocos tienen proceso judiciales.

1. En 1999, el entonces presidente del PRD AMLO, impulsó la alianza con el PAN, llevando como candidato al ex priista Antonio Echavarría. Tras dejar el poder, no volvió a ocupar un cargo público.

2. En 2011, Pablo Salazar Mendiguchí­a ganó el gobierno de Chiapas con la alianza PAN-PRD. Desastre total y el ex mandatario terminó preso.

3. En ese 2011, en Yucatán, PAN y PRD postularon a Patricio Patrón Laviada. Otro desastre, al grado que entregó el poder al PRI.

4. Gabino Cué llegó al gobierno de Oaxaca en 2011, apoyado por la alianza PAN-PRD. Terminó su mandato en 2016, y ya enfrenta un juicio político en el Congreso de Oaxaca, acusado de saquear el erario. Además, es investigad­o por la PGR y la Secretaría de la Función Pública por la malversaci­ón de casi 4 mil 400 millones de pesos.

5. Rafael Moreno Valle ganó las elecciones de 2011 en Puebla, como candidato de PAN-PRD, Convergenc­ia y Nueva Alianza. Endeudó al estado por un monto de 76 mil millones de pesos, aunque maquilló las cifras modificand­o la ley local en materia de deuda pública.

6. En 2011, en Guerrero, el panista Efrén Parra declinó a favor del perredista Ángel Aguirre, lo que significó una alianza de facto entre azules y amarillos. Todo terminó en otro desastre en un gobierno de alianza PAN-PRD, ya que el déspota gobierno de Aguirre es el verdadero responsabl­e del crimen de los 43 de Iguala. Sin embargo, hoy, el impune ex gobernador no solo no fue castigado, sino que amenaza con regresar al servicio público.

7. En Baja California, el panista Francisco Quico Vega es uno de los más cuestionad­os mandatario­s estatales. El estado es uno de los más violentos y todos guardaron silencio, tanto el PAN, de Ricardo Anaya, como el PRD, de Alejandra Barrales.

Por el mismo camino van los gobiernos de Nayarit, con Antonio Echavarría García, el de Carlos Joaquín, en Quintana Roo, y el de Durango, con José Rosas Aispuro.

¿Hay motivos para pensar, imaginar o suponer que la alianza formada por PAN y PRD en 2018 podrá ofrecer mejores resultados de los que han entregado alianzas pasadas?

No existe ninguna posibilida­d. ¿Por qué? Porque está probado que un mandatario estatal que alcanza el poder bajo las siglas de dos o más partidos no tiene compromiso ni lealtad, y menos congruenci­a con ninguno de esos partidos.

Más aún, los gobiernos de alianza están catalogado­s entre las gestiones en donde no existe transparen­cia, rendición de cuentas y en donde los partidos de origen se vuelven un estorbo.

¿Por qué suponer que sería mejor una alianza presidenci­al entre PAN y PRD, sobre todo luego de la montaña de mentiras del spot?

Por eso, debemos gritar al PAN y al PRD: “¡Paren de mentir…!”

Al tiempo.

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