Ya nada importa
Un viene viene se convierte en el bufón de los narcotraficantes. Bufón que, dentro de la inconsciencia que la red ha cultivado en sus usuarios, se desperdiga en las distintas plataformas. El viene viene crece en fama desde la infamia de sus acciones. Borracho, malhablado, con poca receptividad hacia los riesgos reales de sus insultos, toma valor y popularidad de la que se aprovechan marcas y promotores. El bufón se envalentona y amenaza; más allá: toca la tierra de quien, desde la pedantería de su canal en redes, había menospreciado.
15 tiros acaban con su vida en un bar del Área Metropolitana de Guadalajara. La noticia recorre el país a través de los medios tradicionales y, claro, las redes sociales. En cuestión de horas, el Pirata de Culiacán es más conocido que antes puesto que salta del fenómeno de redes a la nota que se comenta en el noticiero, en los espacios de opinión, en una muestra de cómo el desenfreno tiene consecuencias.
Pero el caso se olvida a las horas. No pasa nada.
Se olvida con el nuevo escándalo de redes. La sociedad se encuentra encolerizada. Luego de potentes protestas en redes y en las calles, las cámaras aprueban la Ley de Seguridad Interior. Sus críticos sostienen que es un cheque en blanco para el uso del ejército por parte del ejecutivo.
Pero el debate cambia de curso. Un par de tweets critican el trabajo profesional de uno de los detractores más sonoros de la ley: un actor. La crítica es absurda, no solo porque el trabajo profesional de un actor es poder interpretar cualquier personaje sin que, con ello, le dé validez moral y, más importante, porque la serie donde el intérprete dará sus servicios no realiza apología de la violencia sino que la señala.
Como sea, la discusión se diverge hacia las formas en que un actor -o quien sea- puede opinar sobre un tema mientras, al final, el ejecutivo promulgaba la ley. Al momento de escribir estas líneas, la distracción había funcionado. Pero ya nada importa. En los Estados Unidos, miembros del Partido Republicano en el congreso aprueban la reforma fiscal donde se privilegia a los empresarios y corporaciones y se somete a clases bajas. Los medios -algunos de ellos, críticos a la reforma y otros fanáticos de la misma- señalan los festejos del partido y su presidente. Todo, a la mitad de una investigación donde los miembros de la campaña del ejecutivo son investigados por la alianza creada con Rusia para poder llegar a la Casa Blanca. Pero ya nada importa.
Este es el año donde las cosas dejaron de importar. Síntoma de los peores momentos de la sociedad. Cuando la ciudadanía es apática, crece el totalitarismo.
Parece que es el camino.