Avances que no alcanzan
M ás que un eterno retorno, ya parece espejismo de avance. Con una historia repetida en la que las voces se dan aliento por mantener logros macroeconómicos, por cuidar indicadores o por no haber caído en desgracia pese a la incertidumbre, los malos augurios y las inquietantes amenazas externas, el fondo de la cuestión es que nuevamente se trata de un año de avance marginal que no alcanza para revertir muchos de los grandes males de la economía mexicana. Basta con leer las noticias en los periódicos para empaparse de esa sensación de falsa mejoría que se traduce en que pudo haber sido peor.
Como en las últimas dos décadas, el crecimiento estará encerrado en el promedio del 2 por ciento, lo cual es muy limitado porque no permite la suficiente generación de empleos ni la recuperación de los salarios ni muchos menos una distribución de ingresos que alcance a los sectores más necesitados. A esto debemos sumarle el hecho gravitante de que el incremento de los precios de los productos y servicios en 2017 fue el más fuerte en los últimos ocho años. De manera que ante un escaso crecimiento y una ínfima distribución de los ingresos, tenemos un encarecimiento del costo de vida que golpea a la gente que no puede defenderse.
No debe extrañarnos que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) haya lanzado la advertencia de que la pobreza aumentará en México debido a los sismos y los huracanes Ante una economía que no logra hacer llegar la riqueza a la gente y que no ha podido minimizar los porcentajes de pobreza, cualquier incidente natural o económico tiene impacto directo en los sectores más vulnerables. Y es ahí en donde se repite la historia como si un manto de indiferencia ocultase a las 61 millones de personas en situación de pobreza, a las que no llegan las oportunidades suficientes para romper el cerco de la precariedad.
Estos avances limitados, desiguales, tambaleantes e insuficientes no van a lograr cambios de fondo. Han pasado ocho años desde que la economía cayó 6.5 por ciento en 2009, y desde entonces los pobres no han recuperado su poder adquisitivo, mientras que los ricos lo hicieron apenas un par de años después. En otras palabras, ni siquiera un eventual avance importante de la economía garantiza que haya una mejoría para la población más necesitada. Ni el crecimiento ni las exportaciones ni los acuerdos comerciales parecen estar en sintonía con la pequeña economía, la de la gente, la misma que tanto se invoca cuando se habla de la necesidad de fortalecer el mercado interno.
De la duda del porqué la economía mexicana no crece a tasas importantes pese a hacer bien los deberes, es hora de pasar al porqué no hay resultados favorables para revertir la pobreza y para recuperar la fortaleza desde dentro, desde los pequeños grupos, las comunidades necesitadas, los jóvenes o las microempresas familiares. No estaría mal pensar en cómo redireccionar la economía sin esperar soluciones externas u oficiales. Lo cierto es que de nada sirve seguir con avances que no son tales.