La adversidad templa el carácter del actor
El director del Grupo Teatral de Tehuantepec encabeza una campaña de recolección para reconstruir su sede, dañada por los sismos de este año
En la calle de Zaragoza, en el Barrio de Jalisco, de Tehuantepec, hay una casa que, como muchas del municipio, fue dañada por los sismos de septiembre. Este inmueble, que data de hace 200 años, es sede de una compañía de teatro independiente que por 30 años ha escrito y montado obras, además de haber formado actores y espectadores en una comunidad donde no había nada.
Los espacios de este lugar, llamado Casa de Ensayo del Grupo Teatral Tehuantepec, presentan cuarteaduras de diferentes dimensiones; el más afectado es uno de los salones, donde los actores hacen su investigación psicofísica y corporal y que muchas veces ha sido foro teatral donde 50 espectadores pueden presenciar un monólogo o una pieza con dos actores.
Gabriela relata que tras el sismo del 7 de septiembre, y durante las réplicas, los lugareños decidieron dormir fuera de sus casas; los miembros del Grupo Teatral Tehuantepec pensaron refugiarse en su sede, pero al llegar al día siguiente vieron su hogar artístico muy dañado, por lo que se derrumbaron los planes para celebrar 30 años de trayectoria.
La casa fue adquirida hace una década por la compañía liderada por la pareja que forman el director Marco Antonio Petriz y la actriz Gabriela Martínez. Pero la historia se remonta a finales de 1987, cuando él regresó a Tehuantepec para hacer teatro comunitario. “Me inicié como actor en varias compañías de Oaxaca; después pertenecí a un grupo que marcó mi vida, Zipizape, con el que íbamos a las comunidades, incluso a la sierra, a presentar teatro donde nunca había habido. Lo maravilloso de la gente que nunca había visto teatro es que, como muestra de gratitud, nos daba de su alimento”, rememora Petriz.
El grupo integró a miembros de la comunidad que se prepararon rigurosamente: “Así como ha habido gente que después de estar aquí decide estudiar académicamente las artes escénicas, ha habido también personas maravillosas que estudian otras carreras pero con otra visión. Por principio el grupo no puede estar pensando única y exclusivamente en formar actores sino en participar en la formación de un mejor individuo”, dice Petriz a MILENIO.
Otra característica que distingue a esta compañía es que hacen teatro del entorno: “No necesito ir a otras partes a buscar lo que tenemos enfrente; de por sí Tehuantepec es una puesta en escena: vas al mercado o al panteón y ya tienes imágenes, un tema y hasta la emoción”.
Por su legado de más de 20 obras originales —que se han presentado con éxito en diferentes partes del país, además de Argentina y Estados Unidos—, la formación de alrededor de 40 actores y una invaluable aportación al teatro nacional, Petriz recibió, durante la Muestra Nacional de Teatro de noviembre pasado, uno de los máximos reconocimientos de la escena mexicana: la Medalla Xavier Villaurrutia.
Para Marco Antonio, “la convicción para hacer teatro va más allá de un reconocimiento: es una necesidad espiritual, humana, un compromiso conmigo mismo, desde luego con nuestra comunidad y con el teatro. Entonces que vengan más reconocimientos, pero muy claro quisiera dejar que de todas maneras seguimos en pie de lucha”.
No ha sido sencillo: al principio los integrantes hacían “coperacha” para hacer las producciones y los espectadores tardaron en creerles; a veces en medio de una escena le gritaban a Gabriela: “¡No le crean, vende Choco Milk!”, porque trabajaba en una refresquería. Así, ha significado llevar una doble vida para subsidiar la carrera teatral: Petriz fue militar, cantante y administrador, y no duda en hacer lo que sea necesario con tal de tener la oportunidad de hacer teatro. Por eso le resulta vital levantar la sede de una compañía independiente que trabaja con, por y para su comunidad, que logra su universalidad con su temática local. Han logrado todo sin apoyo oficial.
Además de hacer una convocatoria de recaudación vía redes sociales, la comunidad teatral ha solicitado apoyo al INBA para levantar la Casa de Ensayo; mientras tanto, Marco Antonio y Gabriela se aprestan a trabajar con sus propias manos para poner en pie su sede y poder celebrar que, como dice este director, “en la adversidad es donde se templa el carácter del actor. Mil veces vale el esfuerzo; yo no tengo alternativa porque aquí están mi sangre y mi vida”.