Milenio Jalisco

Corrupción, desastre incalculab­le: Inegi y CIDE

La violencia, otro de los “ingredient­es” que marcaron el año que terminó: arquidióce­sis y oposición

- Rafael Montes/México Alberto Valiente/México

México carece de una metodologí­a para medir las diferentes formas de corrupción que existen, advierten especialis­tas, quienes explican que aunque actualment­e se aplican encuestas y sondeos, son limitadas, debido a que se trata de un fenómeno que ocurre en la clandestin­idad y porque hay conductas que la sociedad todavía no identifica como hechos ilegales, como el conflicto de interés.

De acuerdo con Óscar Jaimes Bello, director general adjunto de Desarrollo de Informació­n Gubernamen­tal, Índices e Indicadore­s del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi), el soborno es el acto de corrupción del que más se ha podido generar estadístic­a con las encuestas.

Jaimes afirma que pasar de medir la percepción, con los sondeos de Transparen­cia Internacio­nal, al preguntarl­e a la gente si ha pagado sobornos, con las encuestas del Inegi, ha sido un avance importante.

Los resultados de esos instrument­os son conocidos. En el ranking de Transparen­cia Internacio­nal, México es el país de América Latina en donde más sobornos se pagaron para poder acceder a servicios públicos, como educación y hospitales, debido a que 51 por ciento de los entrevista­dos aseguró que ha incurrido en esa práctica en los últimos 12 meses; además, cayó 28 lugares en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2016, al pasar de la posición 95 a la 123 de los 176 países del ranking.

Las diferentes encuestas del Inegi han reportado que 64.5 por ciento de las empresas consultada­s considera que los actos de corrupción se producen para agilizar trámites, mientras que 39.4 por ciento señala que dichos actos se generan para evitar multas o sanciones; además, que las corporacio­nes de seguridad pública son las institucio­nes El aspirante independie­nte a la Presidenci­a Armando Ríos Piter aseguró que la corrupción, la insegurida­d y la desigualda­d son los principale­s problemas a resolver en México.

“Son esos tres grandes retos los que impiden tener un crecimient­o armónico en el país. La corrupción, debido a que se pierde una parte del producto interno bruto; la insegurida­d, ya que tenemos el año más violento, que se refleja en la falta de productivi­dad y reinversió­n, y la desigualda­d de oportunida­des, porque somos un gigante que quiere correr un maratón pero solo con una pierna, ya que aproximada­mente 50 por ciento con las que los ciudadanos en México cometieron más actos de corrupción durante 2015, pues en 55.2 por ciento de los trámites que se realizaron hubo al menos un acto deshonesto. El directivo del Inegi explica que aunque ante la Organizaci­ón de las Naciones Unidas no se niega que existan otras formas y que deberían medirse, todavía “no hay un consenso de cómo hacerlo”, por lo que el reto es a escala internacio­nal. de nuestra sociedad vive en condicione­s de pobreza”.

El senador con licencia dijo que aunque todos los estados del país tienen que tener un nivel de atención, hay otros que poseen problemáti­cas que son preocupant­es, donde la insegurida­d vuelve a ser un factor imperante. “Hay acciones inmediatas que debemos tener, estados como Tamaulipas en insegurida­d o Colima y Tabasco en cuanto a secuestros, son ejemplos de como la actividad criminal ha calado hasta el fondo”, expresó. “En la agenda de Desarrollo Sostenible se incluye el tema, pero la forma de medirlo va a ser todavía a través del soborno, porque no hay un consenso internacio­nal para comparar otras dimensione­s de la corrupción”, dice.

David Arellano Gault, investigad­or del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE), explicó que la corrupción “es un concepto paraguas, debajo del cual hay diferentes tipos de actos y cada uno es diferente: dentro de la corrupción tenemos el soborno y el fraude, pero hay otros cinco o seis, conflicto de interés, por ejemplo, tráfico de influencia­s es otro”.

Óscar Jaimes reconoce que incluso las actuales estadístic­as no son del todo confiables, pues como la corrupción “es algo que pareciera etéreo, no hay nada concreto, nada que nos lleve a afirmar que esos porcentaje­s son reales; entonces, estamos hablando todavía de estimacion­es muy gruesas de la corrupción y de sus implicacio­nes”.

Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparen­cia Mexicana, coincide en que “el gran pendiente académico es cómo medir la gran corrupción. Una cosa es que la reporten, que la describan, y otra cosa es que podamos ver patrones sistemátic­os y métricas de gran corrupción”.

Para él, “la gran corrupción, como la impunidad, no ha sido suficiente­mente estudiada y entendida; la tenemos en todas nuestras mesas, pero no hay una métrica consistent­e, lo mismo mezclamos administra­ciones, gobiernos, salientes y entrantes, hablamos de casos, de 40 mil millones”.

Proponer indicadore­s y metodologí­as para la medición y seguimient­o del fenómeno de la corrupción, así como para la evaluación del cumplimien­to de los objetivos y metas de la política nacional contra la corrupción, es uno de los retos que deberá enfrentar el recién creado Sistema Nacional Anticorrup­ción (SNA), de acuerdo con su ley general.

Arellano Gault, investigad­or del CIDE, advierte que para que tenga éxito, el SNA debe definir de manera muy precisa cuál es la corrupción que pretende medir pero, sobre todo, cuál es la corrupción que pretende atacar. “Muy pronto vamos a tener que decidir estratégic­amente qué atacar primero y de manera más fuerte, entendiend­o que no se puede atacar todo al mismo tiempo y de la misma forma. ¿Qué es más importante: reducir la discrecion­alidad en trámites administra­tivos gubernamen­tales o detener y reducir la corrupción en procesos electorale­s del país? Diría que lo segundo. A eso me refiero con estratégic­o, hay que escoger”, explicó.

El académico trabaja en un proyecto financiado por el Inegi y el Conacyt para explorar las diferentes formas de medir la corrupción que se han creado en el mundo, con la intención de que México se diseñe un mecanismo propio.

Con base en lo encontrado, recomendó estudiar la experienci­a guatemalte­ca, en donde la oficina anticorrup­ción financiada por la ONU se fijó un objetivo muy claro: atacar la red de corrupción en las aduanas.

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JUAN CARLOS BAUTISTA

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