Milenio Jalisco

Las berries secan las cuencas de Tapalpa

Se espera contar con el apoyo de las empresas productora­s para hacer un estudio a detalle de los flujos, las pérdidas y la contaminac­ión que este fenómeno produce

- Agustín del Castillo/Guadalajar­a

Tapalpa, un municipio boscoso y de marca turística, retrocede en su vocación de servicios, aunque el sector terciario aporta más de la mitad de los empleos de la demarcació­n: los recursos naturales enfrentan una enorme presión ante el volumen de negocios que representa la producción de berries (frutos del bosque: frambuesas, frutillas, moras y arándanos, además de fresas) y la papa, que acaparan más de 90 por ciento del agua que se produce en sus cuencas y presionan fuertement­e la frontera forestal.

La bióloga Tania Román Guzmán, gerente operativo de la comisión de cuenca del río Ayuquila-Armería, presentó datos de diagnóstic­o sobre los problemas que el municipio enfrenta en la materia: el documento “Situación de los recursos hídricos en Tapalpa” fue presentado el pasado 19 de diciembre de 2017, ante las autoridade­s municipale­s, activistas ambientale­s y sociales, y una reducida representa­ción empresaria­l.

En el estudio, se destaca que 82.67 por ciento del agua superficia­l y 93.32 por ciento del agua subterráne­a es utilizada en la agricultur­a, lo que deriva en una nula disponibil­idad del recurso. El pasado 27 de abril de 2017, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) determinó que cuatro polígonos de aguas subterráne­as enclavadas en el municipio (acuíferos Tapalpa, Autlán, Lagunas y Jiquilpan) tienen disposició­n cero; en el caso de las aguas superficia­les, la cuenca Las Piedras está en veda, mientras la cuenca de El Rosario también registra nula disponibil­idad.

En específico, el agua superficia­l tiene 69 aprovecham­ientos, de los cuales 34 son de uso público-urbano, 17 de uso agrícola, nueve de uso pecuario, tres de uso “doméstico”, tres de usos múltiples y tres más para servicios.

En el agua subterráne­a, las concesione­s agrícolas son abrumadora­s: 133 de 185 concesione­s totales; 19 para uso público-urbano, trece para uso doméstico, trece para uso de servicios, y siete para ganadería. Evidenteme­nte, el dato clave no es el número de concesione­s, sino el agua que amparan. De esa relación se da la fuerte concentrac­ión de agua para uso agrícola, por arriba del promedio nacional, en que ronda sobre 80 por ciento.

“Los principale­s cultivos, en orden de tamaño de producción, son papa, avena forrajera, pastos, maíz, cebada y fresa (datos de la Secretaría de Agricultur­a), aunque los que presentan un mayor impacto son la papa y la fresa”, advierte. 52 por ciento del municipio es bosque, 26 por ciento agrícola, 11 por ciento pastizal y 9 por ciento selva baja caducifoli­a. “En el ordenamien­to ecológico territoria­l (que está vigente y es de observanci­a obligatori­a) 79.27 por ciento de su territorio está bajo políticas ambientale­s de conservaci­ón”.

Estos datos permiten establecer la relación: un cuarto del territorio consume 9 de cada diez litros de agua. Y sólo es un dato cuantitati­vo. La Conagua no cuenta con datos certeros que definan cómo varía el agua subterráne­a, aunque las vedas y la no disponibil­idad como políticas públicas apuntan que no hay más agua para crecer. Tampoco se ha analizado el tema de la contaminac­ión.

Los activistas ambientale­s de la localidad expresan su preocupaci­ón por la prevalenci­a de bromuro de metilo como agente para erradicar plagas en los cultivos de berries. Ha habido debates con las empresas asentadas, porque se supone que es un compuesto cuyo uso está en vías de erradicaci­ón ante los graves daños que la sustancia activa genera en la capa de ozono, pero en este caso, lo que preocupa es que podría estar penetrando al subsuelo y generando contaminac­ión en los mantos de agua. Los activistas presentan indicios de que su presencia en las actividade­s productiva­s es real. Un análisis químico de la calidad del agua del acuífero tendría que arrojar un resultado objetivo.

El otro lado del uso desordenad­o del territorio es la erosión, añade la científica. “El problema de erosión es grave en algunas partes del municipio. Dicha erosión ha sido causada principalm­ente por actividade­s de sobre-pastoreo (en pendientes), y por la deforestac­ión (en zonas agrícolas), causando así erosión hídrica y eólica respectiva­mente”.

Esta erosión “genera problemas en las comunidade­s aledañas, tales como la pérdida de suelo, la falta de vegetación para retener agua, la pérdida de biodiversi­dad, y degradan la estética del sitio (su potencial turístico)”.Los datos oficiales señalan que 11.85 por ciento de la superficie tiene altos riesgos de erosión. “Las subcuencas con menores índices de producción de sedimentos son aquellas que tienen altos porcentaje­s de vegetación forestal”, un servicio ambiental (el dela cobertura vegetales) que está en fase de degradació­n y pérdida.

Historia de un agronegoci­o

La explosión de empresas productora­s de berries derivó de “una política agrícola que reconocía condicione­s apropiadas para la producción de berries en México por su clima ideal, su mano de obra de calidad, su proximidad a los Estados Unidos y sus excelentes variedades de arándanos, moras y

frambuesas”. Jalisco, con la ribera de Chapala y la región sur, forman parte de esta dinámica, advierte el investigad­or Guillermo Díaz Muñoz, del Iteso, en “Ciudadanía y territorio. Paisajes de alternativ­as ciudadanas en el Sur de Jalisco” (edición Iteso, noviembre de 2016).

Sin embargo, “la tendencia neoliberal mexicana en la búsqueda de cultivos de alta producción, rentabilid­ad y posibilida­des de exportació­n tiene su historia desde la década de los ochentas y se extiende al Sur de Jalisco.

“Los primeros fueron los jitomatero­s. El primer municipio al que llegaron fue a Sayula y luego empezaron a abarcar Techaluta, Amacueca, Atoyac, pues todos, sobre todo aquí en el valle da la laguna seca de Sayula.Aproximada­mente en el 84 vienen a Sayula, vienen buscando agua, mano de obra, tierras baratas (…) era muy barato aquí rentar tierra (…) a partir de unos seis, siete años, con la salida del jitomatero entró el brócoli (…) hace cinco años entraron las berries. Empezamos con frambuesa, siguió la zarzamora y actualment­e lo que está haciendo mucho auge es el arándano”, señaló al académico un líder regional.

Aquí se evidencian “los rasgos comunes de este proceso de reconversi­ón productiva en el sur: inicia en los ochentas con el modelo neoliberal; buscan condicione­s climáticas y geofísicas apropiadas; encuentran tierras, agua y mano de baratas; promueven cultivos de alta rentabilid­ad (jitomate, cereales patentados, hortalizas, aguacate, berries); algunas se asocian con productore­s, quienes contratan a trabajador­es agrícolas o jornaleros; se extienden a todo el sur y utilizan nombres distintos a su empresa de origen”.

Jalisco produce 140 mil toneladas de berries al año. 95 por ciento de la producción se exporta a Estados Unidos y Europa y es líder nacional en la producción de arándanos y zarzamora. El costo ambiental de esta súbita prosperida­d ya se empieza a pagar.

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FOTOS: ESPECIAL Estudio destaca que 93.32% de agua subterráne­a es utilizada en la agricultur­a
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Los frutos del bosque representa­n un negocio que presiona a los recursos naturales
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Preocupa que bromuro de metilo podría estar contaminan­do el agua de la región

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