Las promesas de paz y seguridad
Lo dicen como quien simplemente desea a los demás un feliz año. Así son las promesas ambiguas de quienes por ahora aspiran -aún no son candidatos- a la Presidencia, a la gubernatura, a renovar cabildos y legislaturas, en torno a la seguridad pública. Parece increíble que las “figuras” políticas del momento no sean capaces de delinear al menos una propuesta clara para resolver el problema crucial de México y de Jalisco. ¿Acaso no se dan cuenta de que tres de cada cuatro mexicanos viven en la percepción de inseguridad? ¿no consideran que el hecho de haber pasado el “peor año” en este aspecto debe ser motivo de algo más que ofertas vacías o simples ocurrencias? ¿no les dice nada la preocupación nacional por haber llegado en 2017 a más de 18 mil ejecuciones del crimen organizado y a “récord” histórico en otros delitos de alto impacto? ¿no tienen conciencia de que en verdad vivimos en la violencia generalizada?
Claro que será el “tema” de sus campañas, por supuesto que servirá para culpar a los gobiernos pasados o en turno, pero con fines proselitistas, lógico que habrá algunas pseudopropuestas, de esas mismas que nos han llenado en un mar de palabrería desde hace mucho tiempo, pero sin efectos sustanciales reales. Sólo hay que ver lo que señaló el “puntero” de las preferencias a la presidencia acerca de la posibilidad de llegar a la “amnistía” de los criminales para conseguir la paz. Vaya la que nos espera de concretar tales preferencias. A “ya sabes quién” le puso el activista Javier Sicilia la felpa de su vida. Le dijo que una cosa era “amnistía” que viene de amnesia y olvido y otra el perdón y que no es posible hacer olvidar a los miles y miles de mexicanos que han sido victimizados por los delincuentes. Hábil, como es, Andrés Manuel le respondió que la “perversa” mafia del poder había “tergiversado” sus ideas, pero insistió en “explorar” todo para conseguir la paz “en el término de tres años”. Y, como colofón, nombra ya a su eventual titular del ramo, Alfonso Durazo, ex colaborador de Luis Donaldo Colosio y de Vicente Fox, aunque nada amigo de la mujer de éste. Lo señalado, sin embargo, ¿cuál experiencia en la materia? ¿vamos a seguir improvisando e inventando puestos y gente?
Así nos ha ido también en Jalisco. Primero al policía que se le inventó hacerse cargo de la procuración de justicia, con traje a la medida y todo, Luis Carlos Nájera. Luego al político que ahora buscará la alcaldía de Guadalajara, Eduardo Almaguer y, en la propia Guadalajara, al otro político, Salvador Caro, que se le convirtió en policía pero que, como Almaguer, dejó mucho que desear y que también estuvo cerca de poner en más que aprietos nada menos que al “puntero” local a la gubernatura. Y eso que incluso todavía en septiembre pasado se había lanzado la pomposa “estrategia metropolitana de seguridad” que reunió en la misma foto al Gobernador, alcaldes y funcionarios de seguridad y justicia y en la que, se aseguró, habría homologación para todas las policías de la zona, contratación de ministerios públicos, peritos forenses, etcétera, y que no sabemos nada de los resultados reales obtenidos ni de la pretendida “red ciudadana de apoyo” para incorporarla a la “estrategia”. Empero, quizá ya no haya remedio para uno de los problemas cruciales que se derivó de la falta de entendimientos, específicamente de autoridades estatales y municipales: la falta de coordinación. Todos los actores aseguraron que los colores partidistas no influirían en sus actos y decisiones en cuestión de seguridad pública. Lo prometieron, lo afirmaron mil veces, nunca, nunca lo cumplieron.
Por ahora esto es lo único cotidiano: homicidios -17 en los primeros cinco días del año-, robos a casas, negocios, personas, de vehículos (por encima de promedio nacional, motivo para que las aseguradoras hayan incrementado sus pólizas), así como otros que no siempre figuran excepto cuando hay algo de espectacularidad en ellos. ¿Se tendrá presente que en Jalisco hay alrededor de unas tres mil familias que tienen algún pariente desaparecido? ¿será concebible para cualquiera la zozobra en la que viven? Y, por encima de todas estas cuestiones de por sí tan graves, no hay que olvidar el hecho de que el llamado Cártel Jalisco de Nueva Generación -aunque su perfil sea ya más nacional que local, como los mil quinientos homicidios que provocó en Veracruz en su lucha contra Zetas y Cártel del Golfo-, continúa dejando aquí una estela de crimen y de sangre.
Ante todo ello, el “puntero” López Obrador ofrece paz “a mitad de sexenio”, José Antonio Meade, control de armas y de finanzas de los criminales, Ricardo Anaya prefiere culpar en vez de proponer y de los locales mejor no hablamos porque es hora que ninguno ha hecho ni dicho algo sustancial en torno al asunto. Y quizá esté así mejor, ya veremos lo que plantean en las verdaderas campañas, las que inician el 30 de marzo próximo. Esperaremos, otra vez, las propuestas, no las promesas. Los ciudadanos estamos hartos de sus inventos y sus ocurrencias.