Gran retrospectiva de Frida Kahlo en Italia
l nuevo amanecer es caluroso y el sudor despierta al monje Gopallawa, que atolondrado y con un dolor en la espalda que le dificulta moverse, se incorpora del hediondo rincón de su barraca. Enseguida, los soldados lo conducen, con el resto de los cautivos, a los campos de trabajo.
A la mitad del camino los guardias entregan a los cautivos un poco de arroz recocido, envuelto en hojas de plátano. Con las manos sucias y en cuclillas, los prisioneros lo devoran presurosos, pues tienen pánico de ser golpeados si tardan más de lo permitido para engullir su único alimento del día.
Una vez frente a las matas, Ranill Gopallawa recuerda los azotes que recibió el día anterior por no cumplir con su tarea y le preocupa que su condición no le permita llegar a la meta. Entonces, en un golpe de iluminación, llega a la cabeza del monje el recuerdo de las horas que se quedaba absorto para alcanzar el éxtasis a través de la meditación y decide utilizar esa experiencia para controlar su incomodidad. Se abstiene, por ejemplo, de tomar agua, se olvida del dolor y se enfoca únicamente en su faena.
Durante la jornada, los guardias incrédulos siguen con la mirada a Gopallawa, quien concentrado y sin distracciones corta más frutillas que nadie en ese plantío. Al caer la noche y terminar la labor, el monje ha acumulado el doble de su tarea. Sus manos sangran, pero en su rostro se dibuja el orgullo de concluir su trabajo y el alivio de no ser golpeado de nuevo.
El jefe de los guardias, sorprendido por la eficiencia de Ranill, lo envía como premio a la barraca de los presos yemenís, pues ellos son los más experimentados en la siembra y cosecha de café, y sabe que puede formar un gran equipo de corte, lo que le valdría un acenso en la compañía.
Al entrar a su nueva barraca, el monje ve que el dormitorio es más cómodo que los demás. Además queda atónito al observar a los yemenís bailar con mucha energía, en círculos, mientras entonan una melodía que se asemeja a un mantra místico.
Al finalizar el baile, el más anciano de los árabes se acerca a Ranill y de manera amable le ofrece pan y frutos secos. El monje los acepta y los come con desesperación mientras el viejo le explica que, como expertos, ellos son los consentidos de la compañía y comen mejor, descansan más, pero sobre todo pueden realizar sus ritos religiosos. A pesar de esas comodidades, los yemenís tienen la esperanza de que algún día los jenízaros del Sultán lleguen a rescatarlos.
Aún con desconfianza, el monje se aparta y se sienta a descansar en un viejo tapete, en tanto presta atención al grupo de árabes que se divierte en torno a unas pequeñas tazas de cerámica, que contienen un extraño y oscuro líquido de exquisito aroma.
Con curiosidad el monje acepta probar un poco de ese brebaje. Al tomarlo, la iluminación cubre de nuevo a Ranill, quien recupera la sonrisa perdida desde su captura, mientras escucha al anciano pronunciar kawa, palabra con la que es nombrado ese mágico elixir. Frida Kahlo detrás del mito,
La artista mexicana produjo alrededor de 250 obras, de las cuales unas 100 serán exhibidas en el Museo de las Culturas de Milán
La más grande exposición retrospectiva que se haya organizado en los últimos años sobre Frida Kahlo (1907-1954), mujer transgresora, comunista e ícono de la mexicanidad, se prepara para su exhibición en el Museo de las Culturas de Milán, Italia.
La muestra, que se titulará Frida Kahlo detrás del mito, aspira a tener la dimensión de la que realizó la Tate Modern, de Londres, en 2005: incluirá unas 100 obras que resumen el universo de la pintora mexicana que mejor se cotiza en el mercado internacional.
Para realizar esta retrospectiva, a inaugurarse el próximo 31 de enero, se han invertido más de tres años para reunir el acervo, integrado por pinturas, fotografías y singulares documentos, adelanta a MILENIO Josefina García, directora de colecciones del Museo Dolores Olmedo. “El curador Diego Sileo ha trabajado incansablemente para lograr reunir las obras, ha recorrido todas las partes del mundo tratando de conseguir la mayor cantidad de piezas de Frida. Sin duda será una exposición muy grande y un reflejo del mundo en el que ella vivió”, comenta.
Es una muestra relevante porque presentará piezas nunca antes vistas y que se consiguieron exclusivamente para montarse por primera vez: “Será importante esta exhibición por el número de obras que se conjuntarán, porque estamos hablando que Frida produjo pocas. En total, entre dibujos, acuarelas y óleos, debió haber realizado alrededor de 250 piezas en toda su vida. Así que si lograron reunir alrededor de 100, tendrán una gran cantidad de obra”, dice la experta y curadora de la exposición Frida Kahlo. Me pinto a mí misma, que fue montada en el Museo Dolores Olmedo, durante el segundo semestre de 2017.
Por la cantidad de obras reunidas, entre las que destacan las pertenecientes a la colección de Lola Olmedo, “será una exposición extraordinaria, ya que en Italia se verán obras que nunca antes se habían visto, como los cuadros que se han subastado en Sotheby’s, y que están en manos de coleccionistas privados. Afortunadamente el curador los ha podido contactar y esas pinturas estarán presentes, por lo que será una muestra muy completa”.
De ahí que los visitantes podrán apreciar en los muros italianos, los cuadros Raíces (1943), vendido en 2006 en 5.6 millones de dólares; La venadita herida (1946), y la última que se subastó, que es el retrato Niña con collar (1929), que se estima costó alrededor de 2 millones de dólares, en la que aparece una niña mexicana sentada en una silla. Esta pieza “no la hemos visto; la referencia que tenemos de ella es una fotografía en blanco y negro. Hace unos cuatro o cinco meses ese cuadro apareció subastado en Sotheby’s. Nosotros hemos ya tenido la oportunidad de verlo a color y ahora estará en esa exposición. Es una cosa única”.
Es un cuadro que Kahlo pintó más o menos en 1929, influenciada por Diego Rivera; el tema central es una niña mexicana, pero con la paleta, el color y el tratamiento que le daba Frida a sus obras. Las pinturas de Kahlo que pertenecen a la colección de la artista pop Madonna, identificadas como Autorretrato con chango, de 1938, y Mi nacimiento, de 1932, que sí se pudieron ver en la exposición que se presentó hace más de una década en la galería Tate Modern, de Londres, que reunió cerca de 80 obras de la pintora mexicana, no formarán parte de la exposición en Milán. “Sileo ha hecho un esfuerzo muy grande, pues ha trabajo por los menos durante tres años para lograr esta exposición. Ha hecho todo lo posible por encontrarse con Madonna, ha tenido reuniones con sus representantes para ver si es posible que preste dos piezas de su colección, pero desafortunadamente no lo ha conseguido, lo que significa que no las vamos a ver”.
Las 26 obras de Frida Kahlo de la colección del Museo Dolores Olmedo serán llevadas a Italia; antes ya se han exhibido en diversos museos: el de l’Orangerie, en Francia; el de Fabergé, de San Petersburgo, Rusia; el Dalí, en Florida, y en el Martin Gropius Bau, de Berlín, Alemania.
Cada país y cada público percibe a Frida Kahlo de una manera distinta: hay quienes la abordan desde el folclor, las tradiciones, y otros desde visiones muy innovadoras y modernas, sin duda ese será el caso de los italianos.
El acervo reunido está integrado por pinturas, fotografías y singulares documentos Las 26 piezas de la colección del Museo Dolores Olmedo serán llevadas a esta exposición