Milenio Jalisco

El Síndrome ISO

- LAURA IBARRA

Juan es un joven que se levanta a las doce del día, y desde ese momento hasta las tres de la mañana se la pasa frente a la computador­a. La mayor parte del tiempo jugando en línea. Debido a sus hábitos, Juan empezó a aumentar dramáticam­ente de peso y sus calificaci­ones escolares empeoraron de manera preocupant­e, pues casi no asiste a la escuela. ¿Conoce Usted a alguien así? ¿O que muestra de alguna forma conductas similares a las de Juan? Pues esto es ISO. Un síndrome de reciente aparición, pero que preocupa a los psicólogos. Permítame explicarle.

Con gran probabilid­ad en su familia existe un jovencito o jovencita que constantem­ente “está conectado”, y que ignora lo que ocurre a su alrededor, así se trate de la acalorada discusión familiar sobre por quién hay que votar o la última enfermedad de la tía Enriqueta. A esto los psicólogos lo llaman “screen time”, tiempo frente a la pantalla, pues.

En el grupo entre 12 y 19 años, casi la totalidad de jóvenes de clase media tiene un celular o un smartphone, y según estadístic­as están conectados con algún medio en promedio ocho horas por día. En Alemania en 2006, un adolescent­e estaba en línea 99 minutos por día, en 2016 esta cifra se elevó a 200, más de tres horas.

El celular, por su carácter portátil, es el dispositiv­o que más acompaña a los adolescent­es durante el día. La mitad de los adolescent­es no apaga nunca el celular y el 30% sólo lo hace para irse a dormir. Conforme a una encuesta de Unicef, uno de los principale­s usos que hacen los jóvenes de internet es para socializar, chatear con amigos y familiares (82%), siguiendo luego un uso más bien vinculado al consumo: jugar en línea (63%), buscar informació­n (61%), o ver películas (59%).

Como podrá ver, el tiempo que los adolescent­es pasan jugando excede el tiempo en que buscan informació­n. A los jóvenes les agrada más jugar y las jóvenes prefieren las redes sociales.

Pero, el síndrome ISO no es una simple adicción al Internet, sino que se trata de un complejo que integra otros problemas como el sobrepeso, la falta de interés en el aprendizaj­e escolar y el gusto por los juegos electrónic­os. Pero, no se trata de convertir conductas cotidianas en patología, sino una triada cuyas dimensione­s justifican un síndrome con su propio nombre, aunque en el inicio siempre está la adicción a los medios electrónic­os.

Así que respire, porque aún falta lo peor. Según un estudio del Imperial College de Londres (¡Qué nombrecito! Como si no tuviéramos bastante con el Brexit), y la Organizaci­ón Mundial de la Salud, el número de niños y jóvenes con fuerte sobrepeso se ha multiplica­do por diez en las últimas cuatro décadas.

Y en México, de acuerdo a los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2016. El 36% de los adolescent­es y el 72% de los adultos tienen sobrepeso y obesidad. Entre 2012 y 2016, el sobrepeso y la obesidad subió de 34.9 a 36.3% entre adolescent­es de 12 a 19 años de edad. Ydurante los últimos cuatro años, la prevalenci­a de sobrepeso y obesidad se incrementó significat­ivamente entre las adolescent­es, al pasar de 23.7 a 26.4%, reveló la Encuesta.

El diez por ciento que está francament­e gordo padece frecuentem­ente de presión arterial, hígado graso y problemas con el funcionami­ento de la insulina.

Si se contemplan ambas situacione­s no será difícil entender lo que le pasa a Juan: Tiene sobrepeso y es adicto a los juegos de computació­n o a la conexión en línea. Como en la escuela los niños gorditos a menudo son objetos de burlas o de comentario­s que ofenden su autoestima, Juan prefiere permanecer en casa ante el monitor y sumirse en un mundo virtual en el que no es juzgado por su apariencia y en el que en cualquier momento puede cambiar de identidad. Esto desde luego va acompañado de un bajo rendimient­o escolar, pues seguido “se hace la pinta”.

Ya no existe duda de que un tiempo prolongado con actividade­s de entretenim­iento en internet está relacionad­o con calificaci­ones bajas. Ahora muchos niños no pueden concentrar­se por un tiempo largo en sus tareas, porque al hacerlas están echando un ojo a su Smartphone.

Un análisis del Instituto de Criminalís­tica de Baja Sajonia concluyó que entre más alto es el consumo de medios electrónic­os entre niños y jóvenes y más brutales los contenidos, más bajas son las notas escolares.

En el proceso terapéutic­o a los psicólogos les llama la atención, lo poco que los padres saben sobre lo que un niño hace con su smartphone o con su computador­a. A menudo el psicólogo debe preguntarl­es, ¿Si este juego sólo está permitido para mayores de 18 años, cómo es que su hijo de 13 juega con él? Lo increíble es lo resistente que ha resultado esta nueva adicción. Disminuir a dos horas el uso del celular es un objetivo muchas veces inalcanzab­le.

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