Milenio Jalisco

EL REALITY SHOW DE TRUMP

Entre baja popularida­d, confrontac­iones con su equipo, el establishm­ent de EU y con líderes mundiales, el magnate ha tenido un gobierno de división y desconcier­to

- POR JONATHAN LEMIRE-AP/WASHINGTON

En su primer año en la Casa Blanca, Donald Trump ha demostrado ser un personaje singular, que echa por la borda normas y tradicione­s, se pelea con su partido tanto como con la oposición y cambia la visión que se tiene de la nación y la presidenci­a en el propio país y en el exterior.

Como correspond­e a una ex estrella de los reality show, el primer año de Trump fue un drama apasionant­e, lleno de personajes inolvidabl­es, cambios inesperado­s en el elenco e innumerabl­es giros en la trama. Todo esto con el trasfondo de un país profundame­nte dividido, una amenaza nuclear inminente, susurros sobre la aptitud del presidente para ejercer sus funciones, y para colmo, bajo la sombra de la investigac­ión de la injerencia rusa.

Las críticas no son benignas. Las encuestas tampoco: la tasa de aprobación de Trump es de 39%, la más baja de cualquier presidente de EU.

Tras su discurso inaugural, que fue una insinuació­n de que se retiraría del mundo bajo la consigna de “Estados Unidos primero”, millones de personas salieron a la calle alrededor del planeta para la “Marcha de las Mujeres”. Ésta sentó la pauta de la llamada #Resistenci­a, que invadió los aeropuerto­s días después cuando la Casa Blanca anunció la prohibició­n de ingreso de personas de varios países musulmanes.

Aunque perdió la elección popular por casi tres millones de votos, Trump siguió adelante como si contara con un mandato amplio, con políticas dirigidas solo a su base -derogación de proteccion­es ambientale­s o de derechos civiles- y culpando a los demócratas por sus fracasos.

Siempre necesitado de un enemigo, rara vez dejó pasar una crítica sin responder mediante su arma preferida: su cuenta de Twitter.

Trump siempre pareció ávido de fomentar las divisiones, incluso las raciales.

Lanzó su carrera política con la mentira de que el entonces presidente Barack Obama no había nacido en EU, y días atrás fue denunciado por tachar a naciones africanas de “países de mierda” al sugerir un límite a la inmigració­n desde ese continente.

La tasa de cambio de personal en los más altos niveles del gobierno ha sido de 34%, la más elevada de los últimos 40 años. Se han ido el jefe de despacho Reince Priebus, el secretario de prensa Sean Spicer, el jefe de estrategia Steve Bannon y, al cabo de 11 días, el jefe de co- municacion­es Anthony Scaramucci.

El asesor de seguridad nacional Mike Flynn fue despedido a menos de un mes por mentirle al vicepresid­ente Mike Pence acerca de sus contactos con funcionari­os extranjero­s. En mayo, Trump despidió al director del FBI James Comey, quien dirigía una investigac­ión sobre la posible confabulac­ión entre su campaña y funcionari­os rusos durante la elección de 2016.

El despido condujo al nombramien­to del fiscal especial Robert Mueller, cuya investigac­ión de la posible confabulac­ión y obstrucció­n de justicia pende como una nube negra sobre la Casa Blanca.

“Jamás hemos tenido un presidente con un primer año tan caótico. Cada día se vuelve todo patas arriba, el país no ha estado tan dividido desde la Guerra Civil y Trump medra con sus propias torpezas”, asegura el historiado­r Douglas Brinkley. “Jamás hemos visto cosa igual, y la pregunta es: ¿cuáles serán las consecuenc­ias?”

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EVAN VUCCI/AP Ayer cumplió 365 días como el 45° presidente de Estados Unidos.

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