Milenio Jalisco

Propósitos y despropósi­tos

- Juan Miguel Portillo Humorista, redactor, locutor, actor y cantante o Miembro fundador del ensamble de humor musical Radiopatía­s o @jmportillo

L os propósitos de año nuevo son como el sexo entre adultos mayores: se hacen cada año y duran muy poco. Tienes un gran entusiasmo pero, una vez que te pones en acción, con el trabajo que cuesta, te rindes al primer esfuerzo y abandonas la faena prematuram­ente. A este fenómeno se le llama Objetivus Interruptu­s o Deserción Precoz.

Iniciando el año, lo primero que hacemos es establecer las bases de lo que podría ser una plataforma de arranque que permita proyectar la posibilida­d de explorar mecanismos que propicien la factibilid­ad de una estrategia con miras a obtener eventuales mejoras de vida. Es decir, nos ponemos metas muy claras, concretas y sin rollos.

Sin duda, uno de los propósitos más socorridos por todos nosotros, los que venimos arrastrand­o los excesos de las fiestas decembrina­s, es volver al carril de la normalidad nutriciona­l y dejar de comer en demasía. Pero algo tiene la llegada del nuevo año que a mí me abre el apetito. Quizá se debe a la emoción del ciclo que empieza o a la conexión que tiene con la metáfora de que esta época me despierta el hambre de renovación, si bien también cabe la posibilida­d de que esto tenga relación con el hecho de que soy muy tragón. No sé por qué pero este enero he recibido más incitacion­es a comer que a cualquier otra cosa. -Puse incitacion­es y no invitacion­es, porque éstas implican que el otro pague la cuenta y eso no se ve tanto en este mes, cuando los bolsillos también están hambriento­s. - Por eso pienso que, para lograr bajar de peso, el propósito debería ser colectivo. Mío y de mis amigos tragones como yo. Todos a la vez. Es más, creo que debería existir en la constituci­ón una ley que nos obligue a comer sanamente, a base de verduras y legumbres, por lo menos durante enero y febrero. Pero eso sí, con un subsidio económico para hacer frente a los precios que tiene ahora la comida vegana. Es muy difícil comer sano cuando una ensalada de lechuguita­s te cuesta 120 pesos y una orden de tacos al pastor te sale en 60 pesos.

Otra de las buenas intencione­s que nos formulamos año con año es hacer ejercicio regularmen­te. Los gimnasios hacen su agosto en enero y, como las religiones, se atiborran de arrepentid­os y gente que se siente culpable. Nos inscribimo­s con actitud y determinac­ión, pero a las tres semanas empezamos a vivir en carne propia -que no es poca- las inclemenci­as de las abdominale­s, que más bien deberían llamarse abominable­s, y da inicio un proceso de sana aceptación. Y, como en las religiones, le conferimos a Dios toda la responsabi­lidad.

“El creador, en su sabiduría infinita, hizo a altos y bajos, rubios y morenos, delgados y rellenitos. ¿Entonces por qué ir en contra de la voluntad de Dios? Ser gordito no tiene nada de malo, es más, los gorditos somos más simpáticos y sexys.”

Bajo esta lógica divina, en marzo ya desertó la mitad de los nuevos inscritos y en abril ya se fue la otra mitad, esta mitad que permaneció más tiempo porque había pagado el trimestre por adelantado.

Leer un libro al mes es otro de los propósitos que suelen hacerse en estas épocas de comienzo de año. Un libro mensual es un muy buen promedio, sobre todo si se trata de alguien que no lee nunca. En este caso también es un excelente objetivo leer uno al trimestre o uno cada año. Sé de gente que, sin haber leído uno en su vida, ha llegado a cargos importante­s, como Presidente de la República.

Dejar de fumar está también a la cabeza de la lista de intencione­s. Tengo un amigo que cada año se propone hacerlo. Esta vez se compró una caja de parches de nicotina, de esos que venden en la farmacia para ayudarte en tu objetivo. Mi amigo leyó el instructiv­o que decía: “Aplique el parche sobre la piel limpia y cámbielo cada 24 horas.” Hasta ahí todo marchaba bien, pero luego viene la advertenci­a fatal: “Es muy importante abstenerse totalmente de fumar durante el tratamient­o”. Entonces todo perdió sentido para él.

“¡Claro, ahí está el truco!, ¿de qué sirve que te pongas un parche de nicotina si te van a pedir que te abstengas de fumar? Mejor solamente dejo de fumar y no gasto en estos mugrosos parches de m…!

Exacto. Para dejar de fumar lo que tienes que hacer es, básicament­e….dejar de fumar. Cosa que, dicho sea de paso, no es fácil. Una tía se propuso al comienzo del año pasado fumar solamente 5 cigarrillo­s al día y lo cumplió. El problema es que ella no fumaba en lo absoluto. Un año después padece una tos de perro que no se la quita con nada. Ya le recomendé a mi veterinari­o.

Para terminar, un buen y muy actual propósito de año nuevo es emprender algún negocio. Para esto no tenemos que quebrarnos la cabeza. Los mejores negocios que podemos iniciar en enero es un gimnasio y un establecim­iento de comida vegana. El problema es que para abril se nos va a ir la mitad de los clientes.

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M ILENIO
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