JALISCO, UN PARAÍSO PARA MURCIÉLAGOS
El 5 por ciento de las especies en el planeta viven en el estado
La extraordinaria importancia ecológica y económica de los murciélagos suele ser opacada por la niebla legendaria, siempre ignorante, frecuentemente inmersa en los pantanos de la mala fe, con que los hombres, sus grandes beneficiarios, les han colgado atributos tenebrosos: desde una involuntaria naturaleza oscura hasta la más enconada maldad depredadora, manías antropomorfas dignas del psicoanálisis del Homo sapiens, pero ajenas a la zoología de los chiroptera.
Nada de estas descripciones prejuiciadas que se parezca a estos sorprendentes mamíferos voladores, nocturnos, casi siempre ciegos, y como compensación, equipados por la evolución con herramientas de ecolocalización, que los hace altamente eficaces en sus correrías nocturnas.
Son reyes de la noche, pero habría que corregir la vieja calumnia de que la noche es reino de corrupción y vileza: más bien es otro tinglado del drama de la supervivencia. La extensa orden chiroptera, segunda entre los mamíferos por número de especies (unas 1,100) después de los roedores, cubre extensos roles en bosques, selvas y pastizales, al consumir toneladas de insectos que pueden ser plagas, al polinizar flores, al comer frutos y dispersar semillas.
Y claro, hay tres especies –una de ellas en Jalisco- de consumidores de sangre, hematófagos, Desmodus rotundus… los temibles condes Drácula de 25 gramos de peso y hasta trece centímetros con brazos desplegados. En Transilvania, Europa del este, jamás ha habido alguno de estos diminutos vampiros, aunque es la tierra del folclor de los “no muertos”. La realidad es menos emocionante: ningún ser vivo que le provea su sangre se volverá Nosferatu, ningún humano perderá su alma inmortal, aunque a veces puede sufrir infecciones, y eventualmente, la rabia, un padecimiento que se comparte con una buena cantidad de mamíferos del reino de Animalia, azote de algunas ganaderías si no se toman las debidas precauciones.
La mala noticia para los denostadores jaliscienses de estas magníficas creaturas es que la entidad preserva 52 por ciento de las especies mexicanas y 5 por ciento de las del planeta. Es decir, Jalisco es uno de los paraísos mundiales de los quirópteros.
“Hay 72 especies de murciélagos registrados para Jalisco, de 138 que hay en el país; estas especies requieren de diferentes tipos de alimentación lo cual deriva en diferentes interacciones ecológicas, y de ahí se derivan servicios ecosistémicos: la mayor parte son murciélagos insectívoros, y los insectívoros comen plagas agrícolas o forestales, o los mosquitos que son trasmisores del dengue o de otras enfermedades […] tenemos también en occidente a murciélagos frugívoros, que al comer diferentes tipos de frutos se convierten en dispersores de semillas, tarea en la que son muy eficaces en bosques tropicales caducifolios, e incluso en bosques templados; entre las especies que dispersan están las cactáceas, si bien no son los únicos dispersores de pitayo sí participan en la dispersión de este fruto comestible”.
Quien lo señala es el mayor especialista de quirópteros en el occidente mexicano, Luis Ignacio Íñiguez Dávalos, profesor- investigador del Departamento de Ecología y Recursos Naturales del Centro Universitario de la Costa Sur de la UdeG, especialista en ecología y conservación de fauna silvestre.
“Está también el caso de los murciélagos nectarívoros, que hay gran cantidad en Jalisco; al consumir el néctar de las flores interactúan con el polen y se convierten especies polinizadoras: fecundan la flores para tener los frutos. En el caso del pitayo, los murciélagos son los mejores polinizadores al punto que las zonas productoras no serían del nivel que se tiene sin estos animales –tenemos datos sólidos para avalar eso-; hay otras especies como la ceiba, los plátanos, especies que son comestibles y especies forestales, polinizadas por los murciélagos, que se convierten en parte vital del ciclo de las plantas”. Allí no se detiene la variedad del universo de los chiroptera: “en la costa tenemos murciélago pescador, que se alimenta de peces e invertebrados en la superficie del agua, y tenemos murciélagos omnívoros, que comen principalmente insectos, pero también frutas, y pueden actuar a veces como polinizadores, para llegar finalmente a los murciélagos-vampiro”.
El problema con los vampiros es que se necesita adiestrar la vista para distinguirlos. El investigador subraya que se trata de un individuo de tamaño pequeño y que tiene una fisiología más simple, especializada, pues solo vive del fluido sanguíneo que
De las 138 especies que hay en en México, la mitad se pueden hallar en territorio jalisciense
Existen (los vampiros), no son mito, pero lo falso es decir que son monstruos”. Luis Ignacio Íñiguez Dávalos INVESTIGADOR DE LA UDEG
bebe. “Existen, no son mito, pero lo falso es decir que son monstruos”.
El problema con los Desmondus rotundus es que prolifera porque el alimento prolifera, al igual que si abundan los insectos, se multiplican los insectívoros: la conquista de las selvas y bosques por los grandes hatos ganaderos trajo alimento abundante a estos pequeños seres y les ha permitido ser exitosos. Y con la perspectiva de alza del calor como efecto del cambio climático, es previsible que colonicen tierras altas, que siempre les estuvieron vedadas. ¿Se puede imaginar los valles de Guadalajara o la meseta alteña con los seres alados, potenciales portadores de enfermedades? Habrá que asimilar esa posibilidad, es real. El caso del Aedes aegypti (el mosco portador del dengue), que colonizó tierras antaño templadas hace una o dos generaciones, es altamente ilustrativo.
Sin embargo, la técnica para controlar al vampiro se simplifica porque son poblaciones pequeñas y en las cuevas casi siempre están separadas de otros tipos de murciélagos. “Es el murciélago con menos dientes, solo tiene seis, dos incisivos superiores y cuatro colmillos; más dientes no le sirven de nada, toma líquidos y tiene un intestino sensible, no necesita procesar alimentos, molerlos, hacer un bolo alimenticio, está todo predigerido, pero eso la gente no lo sabe”.
El doctor Ignacio ha tenido talleres con ganaderos de El Grullo. Les ha demostrado que ni son los más grandes ni los de dentadura más impresionante; “los vampiros viven en pequeños grupos y una manera de reconocerse es lamerse unos a otros, si los capturas y les pone en la panza esta mezcla de vaselina con anticoagulante, los sueltas, los demás ven que está pegosteoso y lo empiezan a lamer, a limpiarlo, y se comen el anticoagulante y se mueren por una derrama interna; y como viven en pequeños grupos, con este tratamiento no afectas a las demás especies”.
Jalisco tiene 52 por ciento de las especies, pero no posee cuevas como la de Santiago, en Nuevo León (ver nota anexa), donde se albergan cinco millones de quirópteros; o Balankum, en la selva Maya, con más de dos millones. Las tierras volcánicas que predominan en Jalisco no permiten grandes cavidades, pero hay sitios con más de 100 mil individuos, incluso en las islas de Chamela, y a lo largo de todo el corredor de los volcanes a Cabo Corrientes, a lo largo de la costa. Una excepción sería la mole kárstica de Cerro Grande, con sus 70 cuevas entre Jalisco y Colima.
Lo prodigioso es que cuevas más modestas permiten presencia más rica de especies: en la zona predominan hasta ocho por cueva, contra promedios nacionales de cinco. No hay duda: un Edén chiroptera, aunque sus habitantes no estén del todo conscientes de la enorme fortuna de que estos calumniados mamíferos pueblen sus cielos, muy lejos de los parajes oscuros de sus pesadillas.