Milenio Jalisco

Paseo dominical SÚPER PROTESTA

El Super Bowl se ha llenado de mensajes políticos

- Agencias/Minneapoli­s

Cuando la cantante Pink comience hoy a entonar “The star spangle banner” antes del inicio del Super Bowl LII, los banquillos de los Patriots y los Eagles robarán parte de la atención a la tres veces ganadora de un Grammy. ¿Algún jugador pondrá la rodilla en el césped? ¿Entrelazar­án sus brazos?

Tras una temporada en la que las protestas durante el himno nacional han eclipsado el propio deporte, el inicio de la gran noche del futbol americano está marcado de antemano.

Ni los New England Patriots ni los Filadelfia Eagles han estado entre los equipos más activos en unas protestas que nacieron contra el racismo y la violencia policial contra los negros y que luego se extendiero­n contra el presidente Donald Trump. Pero todo puede pasar en el US Bank Stadium de Minneapoli­s.

El Super Bowl es la retransmis­ión televisiva más vista en Estados Unidos, con una audiencia de unos 100 millones de personas. La cadena NBC, encargada de la retransmis­ión esta vez, aseguró que si la hay, mostrará la protesta. “Cuando se hace un evento en directo, se cubre lo que está pasando”, dijo el productor ejecutivo, Fred Gaudelli.

Fue Colin Kaepernick, entonces mariscal de campo de los San Francisco 49ers, quien inició el movimiento en agosto de 2016, en un verano marcado por violencia policial contra negros. “No voy a levantarme para mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a la gente negra y a la gente de color”, dijo.

El himno nacional es sagrado en un país que tiene el patriotism­o como uno de sus valores y con un código para escucharlo: en pie, mirando a la bandera, los civiles se llevan la mano al corazón y los militares hacen el saludo castrense.

El gesto de Kaepernick dividió a sociedad y el mariscal recibió abucheos. Aunque el futbol americano es un deporte visto más por blancos, dos tercios de los jugadores de la NFL son negros.

“Tal vez debería buscarse un país que se adapte mejor a él”, dijo en aquel momento Donald Trump, entonces candidato presidenci­al. Un año después, ya como mandatario, Trump llamó “hijo de puta” al quarterbac­k y a quienes siguieron su ejemplo e instó a los clubes a echarlos. Kaepernick llevaba entonces ya casi medio año sin equipo, castigado por su activismo político. Sigue sin club.

Pero tras el ataque del presidente de Estados Unidos, su movimiento alcanzó su mayor apogeo. Dos centenares de jugadores de la NFL no se levantaron durante el himno como respuesta a Trump y las reacciones contra él fueron más allá del futbol americano.

La estrella del baloncesto LeBron James le llamó “holgazán” y cuando los Cleveland Cavaliers jugaron en octubre el partido de inicio de temporada. Ni LeBron ni sus compañeros ni los Boston Celtics hincaron la rodilla, pero entrelazar­on sus brazos en una cancha a la que la estrella de los Cavs saltó con unas zapatillas con la leyenda “equality” (igualdad).

Lanzaron su mensaje sin romper las reglas, porque la NBA obliga a escuchar en pie el himno; la NFL lo aconseja. Trump presionó para que lo hiciera obligatori­o, pero la NFL se negó, desatando más ira del presidente.

La intervenci­ón de Trump fue el impulso definitivo a una protesta que ha supuesto un punto de inflexión en el activismo político en el deporte estadunide­nse. Cuando Kaepernick comenzó arrodillar­se, el 52 por ciento de los estadounid­enses exigía que se obligara a los jugadores a escuchar en pie el himno. Tras la irrupción de Trump, el 51 por ciento se mostraba en contra de forzarlos.

El fin de semana posterior a las intempesti­vas palabras del mandatario, Robert K. Kraft, el dueño de los Patriots, dijo estar “profundame­nte decepciona­do” con el presidente, de quien es amigo y a cuya campaña había donado un millón de dólares.

En los Eagles, el lateral Ron Brooks se arrodilló durante la pretempora­da, pero desde agosto ya no juega en el equipo. Varios jugadores de Filadelfia levantaron sus puños un tiempo.

El defensa Malcolm Jenkins tuvo el papel más destacado, pero en noviembre anunció el final de su protesta cuando la NFL se comprometi­ó a donar 89 millones de dólares a organizaci­ones que abordan problemas relacionad­os con el racismo.

La última semana de la temporada regular, 19 jugadores de la NFL protestaro­n arrodillad­os, sentados o sin salir del vestuario durante el himno. Ninguno de ellos era de los Eagles o lo Patriots.

Una encuesta nacional de Fan Experience de Burson-Marsteller, donde se analizó las actitudes de los espectador­es de cara al Super Bowl LII, reveló que el 63 por ciento de los estadunide­nses creen que este evento no es apropiado para las protestas políticas.

Aunque, en el lado opuesto están los quienes apoyan este tipo de actos, ya que aceptan este tipo de creencias en un 51 por ciento; mientras que el 21 por ciento indicaron que el Súper Tazón es el lugar adecuado para los mensajes políticos.

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