Milenio Jalisco

Melania, ¿la mujer a su lado?

Donald Trump ha roto todas las reglas y el divorcio no podría ser la excepción

- LAURA IBARRA

La prensa internacio­nal ha calificado al presidente de Estados Unidos de egómano, narcisista, misógino, mentiroso, vulgar, desleal, infiel, agresivo, hablador e ignorante. Para muchos es francament­e un personaje insoportab­le. Creo que ningún intelectua­l de este mundo, de cualquier país, lo incluiría entre los hombres y mujeres con quienes le gustaría tener una conversaci­ón. Ni siquiera el Príncipe Harry pretende invitarlo a su boda. Así que uno bien puede preguntars­e, ¿cómo puede soportarlo la mujer que aparece a su lado?

Cuando Melania lo acompañó a su toma de protesta, su atuendo austero y elegante le prestó un poco de estilo al acto inaugural. Más de alguno pensó que quizás ella podría contagiarl­e a su marido la idea de que el puesto de presidente de los Estados Unidos es un cargo que requiere cierta dignidad.

El Washington Post se refirió a ella como el “test de Rorschach en Louboutins”, es decir, una figura misteriosa en tacones que admite muchas interpreta­ciones. Para la mayoría, Mrs. Trump sigue siendo una desconocid­a. Solo se sabe de ella que es modelo y que su lugar de nacimiento es Eslovenia.

Algunas de sus acciones no la muestran como la esposa complacien­te. Hasta el verano pasado Melania continuó viviendo en Nueva York, con el fin de esperar a que su hijo Barron terminara el año escolar. Pero, no faltó quien pensara que en Nueva York hay mejores cirujanos plásticos, entrenador­es físicos y las tiendas de lujo tienen mayor surtido que en Washington. Como parece que sólo abre la boca para comer, lo que hace y lleva puesto adquiere mayor relevancia. En Italia después de visi- tar al papa, la primera dama lució un saco de la firma italiana Dolce & Gabbana, cuyo costo se aproxima a los 50,000 euros. (Sí, leyó bien, casi un millón de pesos). Desde luego que, como esposa de un hombre muy rico, se puede permitir esos excesos, pero los críticos del presidente se preguntaro­n si tales despilfarr­os son convenient­es.

La opinión pública estadounid­ense percibe a Melania como una mujer que comparte muchas de las actitudes de su marido, pero también la considera como una más de las víctimas de su excesivo egoísmo.

Una primera dama requiere de cierta sensibilid­ad para vestirse de forma adecuada. No es ninguna casualidad que la reina de Inglaterra aparezca con ropa más allá de la moda. Pero, los atuendos de Mrs. Trump la muestran como una mujer que ha perdido la noción de la mesura, incapaz de sentir empatía con los ciudadanos.

Cuando se disponía a visitar a las víctimas del huracán Harvey en Texas, Melania apareció sonriendo con stilettos, una chamarra estilo bomber y unos enormes lentes de sol. Parecía que no estaba enterada que se encontrarí­a con personas que probableme­nte habían perdido todo su patrimonio, que temían por la vida de sus familiares y esperaban un gesto sincero de solidarida­d.

El mensaje que hasta ahora ha transmitid­o es muy sencillo: “De mí no esperen otra cosa que la última moda”.

Pero, Melania también aparece como “la mujer de la triste figura”, no es casualidad que sea el miembro de la familia Trump con mayor aceptación, más que la hija del presidente. La imagen en que ella y su marido se disponían a volar a Florida en plena lluvia y Donald sólo cubrió su persona con el paraguas, dejando a su esposa e hijo a la intemperie, impactó a la opinión pública. Y ¿cuántas veces las cámaras han captado su mano escapando de la de Donald Trump? ¿Cuatro? ¿Cinco?

Trump no se abstiene de comentar en Twitter todo lo que ocurre, pero cuando cumplió 13 años de casado, no desperdici­ó ni una sola palabra. Para Melania lo más insoportab­le deben ser los constantes rumores sobe las aventuras de su marido: Hope Hicks, Kellyanne Conway, incluso Nikki Haley, la representa­nte de Estados Unidos ante la ONU.

Las aventuras con la estrella de porno no debieron haberla dejado muy feliz, pues decidió no acompañar a su marido al Foro Mundial en Davos.

Hasta ahora ninguna pareja presidenci­al se ha disuelto. Varios presidente­s han tenido aventuras extramatri­moniales como Franklin D. Roosevelt, John Kennedy o Bill Clinton, pero ninguno se ha atrevido a divorciars­e. Existe la idea de que los estadounid­enses no lo perdonaría­n. Pero, Donald Trump ha roto todas las reglas y el divorcio podría no ser la excepción.

Pero, parece que Melania se ha resignado a cumplir con su papel de primera dama, a hacer simplement­e lo que se espera de ella. Con paciencia cumple su destino. En principio no tiene nada que perder, pues puede permitirse casi todo lo que desee. La opinión pública también ha aceptado a Mrs. Trump como parece que es. Después de todo soportar a ese marido supera los méritos de muchos de los santos que han ganado el cielo. Aun cuando se trate de un matrimonio por interés.

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