Churchill y Las horas más oscuras
Qué exigentes somos con las películas que tratan sucesos y personajes históricos! Aunque no se trate de un documental sino de una ficción, exigimos fidelidad con los datos históricos e información adicional a la que circula como versión oficial. Por otro lado también le exigimos que cumplan con los elementos acostumbrados de una narración fílmica: Personajes interesantes, conflictos fuertes, dramatismo y verosimilitud. En los últimos meses pudimos ver tres filmes especialmente emocionantes: Churchill, Las horas más oscuras y Dunkerque. Churchill (Jonathan Teplitzky) y Las horas más oscuras (Darkest hour) de John Wright asumen la perspectiva inglesa y describen la figura y sagacidad política del Primer Ministro en los momentos cruciales de la segunda guerra mundial en los que Gran Bretaña opuso resistencia frente al ejército de Hitler. Dunkerque (Dunkirk) de Christopher Nolan muestra el otro lado de la moneda: Tres historias paralelas describen desde la playa, el mar y el aire, la evacuación de las tropas británicas de la franja costera de Francia hacia la isla.
Las horas más oscuras empieza con la dimisión del Primer Ministro Neville Chamberlain en 1940 y la decisión de llamar a Churchill para asumir el puesto, enfrentar la crisis política interna y la amenaza fascista externa. En Italia, Mussolini había pactado con Hitler y las tropas alemanas estaban apostadas en la costa de Dunkerque para someter a Francia. Churchill encontró un gobierno dividido y enfrascado en el debate de si empezar a negociar con Hitler o implementar una estrategia de resistencia, cosa que se veía difícil ya que el ejército británico estaba muy debilitado, gran parte de las tropas se encontraban en territorio francés y Estados Unidos se negaba a entrar al conflicto.
El Churchill de Darkest hour, interpretado por Gary Oldman, es fiel a la imagen conocida del político: un hombre mayor que bebe Whiskey, fuma puros y no goza ni de la empatía del rey ni de sus colegas políticos. Un personaje con debilidades que se ve forzado a tomar decisiones que afectan no sólo a su país sino al mundo. Como espectador lo vemos con empatía y cierta ternura ya que comprendemos sus dudas y apoyamos la decisión de no pactar con Hitler. Los argumentos de los antagonistas, sin embargo, son potentes ya que sostienen que un pacto evitaría muchos muertos y el aislamiento de la isla. En algunas breves, pero potentes escenas, el filme muestra el sentir de los ingleses “de a pie”: La joven secretaria con un hermano soldado, los transeúntes a los que Churchill observa –en cámara lenta – al pasar en su limusina por las calles de Londres y los viajeros del metro que refuerzan su decisión de no rendirse. También las escenas en los pasillos y sesiones de la cámara de comunes, las entrevistas con el rey y la intimidad con su esposa Clemnie (Kristin Scott Thomas), impactan por su tensión y estética. No dudamos de lo que el historiador Arnold J. Toynbee escribió hace tiempo: Sin Churchill el mundo estaría en cadenas.
Sin embargo, no olvidemos que el mundo es más grande que Gran Bretaña. Un buen número de críticos de cine europeos le reprochan a la película haber idealizado a Churchill en no mostrar en ningún momento su lado oscuro de supremacista blanco, racista e imperialista. Un artículo en el semanario suizo FOCUS habla, por ejemplo, de cómo Obama, al instalarse en la oficina oval, mandó quitar el busto de Churchill ya que su familia en Kenya había sufrido la persecución por parte de la colonia británica. El artículo también comenta el rol de Churchill durante el proceso de independización de la India y la huelga de hambre de Ghandi. Desde luego que una película de ficción no es una lección de historia. Sin embargo, lo que sí trasmite es la visión de los realizadores frente al contexto y el mundo actual. Propongo interpretar el retrato de Churchill en Las horas más oscuras - estrenada en 2017 – bajo la perspectiva del Brexit y la decisión de Gran Bretaña de separarse de Europa.