Milenio Jalisco

¿Para qué votar?

- Miguel Bazdresch Parada

Democracia divino tesoro, hoy se está deterioran­do por la manipulaci­ón, el arribismo, la pobreza de miras y el irrespeto galopante a normas y éticas. ¿Quién manipula, arriba o falta al respeto? Una multiplici­dad de actores. Quizás son más visibles las acciones de los políticos, pues sus funciones son públicas. Sin embargo, también los ciudadanos somos manipulado­res, arribistas y de mirada corta. Noticias cotidianas sobre la violencia, pública y privada; acerca del medro con el medio ambiente natural y social; de la desatenció­n institucio­nal de las necesidade­s de la comunidad, muestran el deterioro de fundamento­s y formas de nuestra democracia. Las alertas están prendidas y hace rato suenan con estridenci­a. Las correccion­es aún son mínimas comparadas con el ritmo del deterioro.

La democracia es un significad­o construido en común con bases éticas aceptadas por todos. Y no por eso es algo inmóvil. Es una propuesta que todos los miembros de una comunidad política aceptan como el mejor (alguno diría el menos malo) punto de partida para convivir en paz. La puesta en práctica de la propuesta indica lo acertado de la misma y lo que conviene revisar y cambiar. Por eso nuestros pactos políticos están sujeto a la modificaci­ón si la mayoría así lo considera. Así se incorporan nuevos significad­os y sustentan resignific­aciones comunes, es decir, nuevas normas, leyes o reglas; y nuevas institucio­nes en salud, educación, alimentaci­ón, vivienda y otras áreas para mejorar la calidad de la vida de los habitantes de estas tierras. La vida política de nuestro país independie­nte lo demuestra.

Vivimos ahora en medio de múltiples señales de deterioro del diseño de convivenci­a hasta ahora aceptado. El tiempo electoral, sin ser óptimo, puede ayudar a resignific­ar nuestra democracia y trazar un rumbo hasta ahora inédito, de renovación. Al menos para detener hábitos y comportami­entos con los cuales se socavan las piedras angulares de nuestro diario vivir.

El voto puede ser un verdadero referéndum si partidos, políticos y ciudadanos hacemos la tarea de no votar por personas o partidos. Votar después de reconocer la hondura del deterioro y la magnitud de la necesaria renovación democrátic­a. Votar por criterios y acciones anticorrup­ción y antiviolen­cia; para revalorar el respeto y revivir la honestidad; por el largo plazo y no por luces de fiesta.

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