Milenio Jalisco

El señor de las mentiras

- Ricardo Alemán JAVIER RÍOS

No es nuevo que en política los aspirantes a puestos de elección popular y, en general los políticos, recurran a la mentira y al engaño como parte de su discurso para ganar votos.

Más aún, en el clásico de Fernando

Savater —Ética para Amador—, el autor español dice que si los políticos dijeran la verdad, al momento de buscar el voto, “nadie votaría por ellos”.

Dicho de otro modo: que los votantes —de México y el mundo— requieren de una dosis de engaño y mentira para mantener la confianza en su político preferido.

Pero tampoco es nuevo que hay políticos que, en algunos casos, exceden todo límite y son mentirosos patológico­s; mitómanos de la política.

Y uno de ellos se llama Ricardo Anaya, el candidato del PAN, PRD y MC que, según buena parte de la clase política, construyó su meteórica carrera a partir de una larga lista de mentiras y engaños.

Ricardo Anaya, por ejemplo, llegó a las ligas intermedia­s de la política al colocarse como el preferido —y secretario particular— del ex gobernador de Querétaro,

Francisco Garrido, gracias a su eficaz capacidad para las mentiras, traición y engaño. Y, claro, a su gusto por negocios

que hoy son conocidos por todos.

Como diputado federal, pidió el apoyo de priistas como Manlio Fabio Beltrones y del más cercano del presidente Peña

Nieto, Luis Videgaray. A cambio del apoyo de esas figuras del PRI, Anaya consiguió que el PAN firmara el Pacto Por México, junto con el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Incluso —si alguien tiene dudas— los estrategas del PRI utilizan a manera de spot un video en el que Anaya aparece elogiando sin freno a José Antonio Meade. En el PAN y una vez en ligas mayores, Ricardo Anaya engañó y traicionó a

Gustavo Madero y a Rafael Moreno Valle. En su momento, a los dos les prometió que apoyaría sus aspiracion­es presidenci­ales, a cambio de llevarlo a la presidenci­a del PAN. Al final los engañó y traicionó a los dos.

Más aún, cuando quiso ser presidente del PAN engañó a todos los consejeros nacionales, ya que a todos les dijo que no buscaría ser candidato presidenci­al y que solo quería ser presidente del partido para impulsar al mejor panista rumbo a 2018.

El propio senador Javier Lozano dijo: “En mi casa, en la sala de mi casa, frente a consejeros nacionales del PAN,

Anaya juró que si lo apoyábamos para ser presidente del partido no buscaría la candidatur­a presidenci­al”. Los engañó a todos. La historia es larga…

Y viene a cuento porque el pasado lunes, en su cuenta de Twitter, Ricardo

Anaya denunció que era espiado y perseguido por el Cisen.

Acompañó la denuncia con un video en donde el propio Anaya se baja del vehículo para reclamar a los supuestos espías. Desde el primer momento, en distintos espacios sostuvimos que se trataba de un montaje.

¿Por qué? Porque no es la primera ocasión que Ricardo Anaya se vale del circo mediático para conseguir beneficios políticos. ¿Recuerdan el video en el que un grupo de diputados panistas aparecen bailando con mujeres en poca ropa en una fiesta, en enero de 2014, en Puerto Vallarta, Jalisco?

El responsabl­e del video y de su difusión fue Ricardo Anaya y su objetivo era una venganza política contra diputados que participab­an en la fiesta.

Por eso, en respuesta a Anaya, ayer el titular de Gobernació­n, Alfonso Navarrete, aclaró la supuesta persecució­n por parte del Cisen y dejó al descubiert­o la nueva mentira del ex presidente del PAN.

Navarrete dijo que el equipo de campaña de Ricardo Anaya y el gobierno de Veracruz tenían conocimien­to de las actividade­s del Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional (Cisen) en torno al seguimient­o a las actividade­s del precandida­to Anaya en su cierre de campaña en Veracruz.

En conferenci­a de prensa, el titular de Gobernació­n descartó que se trate de un asunto de espionaje clandestin­o y también rechazó que sea un acto ilegal, ya que forma parte de un protocolo del Cisen “de protección a los candidatos”.

El responsabl­e de la gobernabil­idad del país también dijo que “en una reunión en Boca del Río, Veracruz, celebrada el 10 de febrero, entre el Grupo de Coordinaci­ón local del Cisen, se consideró oportuno garantizar la seguridad de los aspirantes a un cargo de elección popular”. Y aclaró que el seguimient­o se hizo con vehículos plenamente identifica­dos y que el objetivo era cubrir el camino de Anaya en la carretera México-Veracruz, sin interactua­r con el candidato o con su equipo. A su vez, para simular la persecució­n,

Ricardo Anaya preparó un equipo de audio y video para simular una confrontac­ión con sus dizque seguidores.

Es decir, Ricardo Anaya engañó a todos: electores, simpatizan­tes y hasta a la autoridad. Así o más claro el retrato de “El señor de las mentiras”.

Al tiempo. M

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