Milenio Jalisco

El fracaso redistribu­tivo mexicano

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

El Estado mexicano puede servir para muchas cosas, pero no para redistribu­ir la riqueza. Esta es la evidencia que exhiben las comparacio­nes mundiales casi medio siglo después de que José López Portillo establecie­ra el primer programa específico de combate a la pobreza, llamado entonces lucha contra la marginació­n.

Desde entonces México ha tenido varios programas nacionales contra la pobreza: el Programa Nacional de Solidarida­d en los años 90, que fue convertido en Progresa, luego en Prospera y ahora en Oportunida­des.

En las últimas décadas proliferar­on programas de ayuda a los pobres tanto en el gobierno federal como en los estatales, al grado de que existen hoy más de 5 mil programas de transferen­cia de dinero en efectivo a ciudadanos catalogado­s como urgidos de recibirlo. El más festivo y ocurrente de todos es el que financia las fiestas de 15 años a familias que no pueden pagarlas.

Nada de esto ha cambiado gran cosa los índices de desigualda­d mexicanos, cuya medida internacio­nal es el famoso índice de Gini. En un largo y ambicioso estudio que prepara Raúl Livas y que publicarem­os probableme­nte en Nexos, he vuelto a encontrarm­e con la gráfica mundial de nuestro fracaso en esta materia. La gráfica mide el coeficient­e de Gini antes y después de la intervenci­ón del Estado, es decir, antes y después del cobro de impuestos y su gasto en bienes públicos.

La desigualda­d mexicana se mantiene prácticame­nte invariable antes y después de que el Estado cobre y gaste impuestos. Su coeficient­e de Gini es de .46 antes de impuestos y de .45 después. El impacto distributi­vo de la intervenci­ón del estado es prácticame­nte nulo. El coeficient­e de Irlanda, en cambio, baja de .58 a .30. El de Alemania, de .50 a .27, en forma muy parecida al de Francia.

Los dos peores coeficient­es del índice de Gini entre los países de la OCDE son los de México y Chile, penúltimo y último lugar, respectiva­mente.

El país menos desigual es Islandia (.23), seguido de Noruega (.24) y Finlandia (.25).

Para efectos redistribu­tivos el Estado mexicano no hace, bien a bien, ni un café. La gráfica puede consultars­e aquí: http://www.milenio.com/firmas/hector_aguilar_camin_dia-con-dia/.

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