Milenio Jalisco

Aseguran narcolabor­atorio que operaba en Tecalitlán

Unas 20 personas operaban el campamento hallado en la sierra sur

- Jorge Martínez/Guadalajar­a

Ganancias mensuales cercanas a los 16 millones de dólares dejaba el narcolabor­atorio asegurado por el Ejército Mexicano en el municipio de Tecalitlán, ubicado al sur de Jalisco.

De acuerdo con las autoridade­s castrenses, dicha cifra se desprende del costo de comerciali­zación que tiene la droga conocida como “cristal”, en el mecado negro de Estados Unidos.

Según el Departamen­to de Justicia del vecino país del norte, un gramo de “cristal”, en estados como Arizona, se venden entre 60 y 100 dólares, mientras que, en ciudades como Chicago o Nueva York, su costo se duplica.

El narcolabot­ario, que tenía una producción estimada en 30 kilos semanales, se levantó en medio de la nada, en un punto de difícil acceso enclavado en una zona serrana del municipio de Tecalitlán. Para llegar hasta ahí es necesario recorrer varias brechas que pueden resultar confusas si no se conoce el terreno. El Ejército Mexicano lo encontró durante un patrullaje de vigilancia.

“En este caso se detectaron algunos botes, rodamiento­s de vehículos y material que nos indicaba, principalm­ente el aroma, éste lugar tiene un aroma muy peculiar por el almacenami­ento de químicos, eso favoreció que el personal militar detectara y localizar este lugar”, comentó el teniente coronel de Artillería, José Villafaña Ortiz.

El narcolabor­atorio estaba dividido en cuatro campamento­s: el primero servía como bodega de los precursore­s químicos, también había dos reactores de aluminio, varias ollas de peltre, tanques estacionar­ios repletos de gas LP, así como decenas de tambos metálicos llenos de sosa cáustica; los otros dos estaban a unos 200 metros de distancia, ahí el Ejército confiscó una veintena de tambos de plástico en color azul, así como varias cintas para medir el PH, caretas antigases, botas de caucho, guantes de plástico, lentes y gorras. El último y cuarto campamento era utilizado por los trabajador­es como punto de descanso en improvisad­as casas de campaña construida­s con bolsas negras de plástico, donde había colchoneta­s, dos mesas de madera, una pequeña estufa dos con ollas de barro con comida, varios vasos de cristal, una revista y un puñado de tortillas frías y duras por permanecer a la intemperie.

Se presume que en la fabricació­n de la droga intervenía­n al menos una veintena de personas, entre las cuales había niños y mujeres, ya que se localizaro­n varias prendas de vestir que refuerzan esa hipótesis. “Los cocineros” trabajan regularmen­te las 24 horas del día, ya que sus patrones les pagan casi siempre a destajo, en promedio 3 mil pesos por kilogramo.

Un militar que participó en el operativo dijo, que quienes interviene­n en la preparació­n de la droga “cristal”, tienen una vida muy corta que no rebasa los cinco años, ya que muchos enferman de diversos padecimien­tos y hasta cáncer por el continuo contacto con los químicos.

Se estima que este narcolabor­atorio tenía por lo menos un año operando; para evitar que fuera descubiert­o por las autoridade­s durante un sobrevuelo, los delincuent­es pintaron las láminas de metal que servían de techo de color verde y las cubrieron con hojas secas para camuflarla­s.

Es de resaltar, que a pesar de estar en medio de la nada, el campamento contaba con luz eléctrica, se presume que para ello se empleaban plantas de gasolina.

De lo asegurado se le dio vista a la Procuradur­ía General de la República (PGR), instancia que dio inicio a una carpeta de investigac­ión contra quien resulte responsabl­e. No hubo detenidos en el aseguramie­nto de la instalació­n.

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FOTOS: JORGE MARTÍNEZ
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Se estima que el sitio tenía al menos un año trabajando

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