Milenio Jalisco

La brecha salarial: una realidad

- Karla Berman*

Imagínate a unos cuates, una niña y un niño que nacen en las mismas condicione­s y van creciendo de manera similar. Ahora piensa que al sentarlos en la mesa, a la niña le sirves tres porciones de comida por cada cuatro al niño. Segurament­e esta imagen mental te parece injusta, pero sobre todo ridícula.

Pues eso nos pasa a las mujeres en el mundo laboral. La brecha salarial es uno de los temas no resueltos de nuestros tiempos, y al ritmo que vamos, según un estudio de la American Associatio­n of University Women, tomará 136 años cerrar esa diferencia solo en Estados Unidos, país que desde su constituci­ón establece que todos los hombres son creados iguales (tal vez desde ahí estamos mal, pues dice todos los hombres y no los hombres y las mujeres).

En México no estamos mejor, apenas ganamos 80 centavos por cada peso que ganan los hombres.

Además, según un estudio de McKinsey & Co., en los niveles de entrada, las mujeres ocupan 53 por ciento de los puestos laborales. Sin embargo, hay un fenómeno de erosión de género al ir subiendo de posición, y cuando llegamos a analizar los cargos directivos, solo 19 por ciento son ocupados por mujeres.

A pesar de estos datos, estamos viviendo un gran momento: hemos ganado un enorme terreno en el mundo laboral, creciendo ocho puntos de participac­ión en los últimos años y más de 50 por ciento de las graduadas universita­rias en nuestro país son mujeres.

Cada vez hay más mujeres y aliados en posiciones de poder que promueven la agenda de equidad salarial, ya que han entendido los beneficios que esto trae al ambiente laboral.

Me parece impensable que muchas personas creen que la brecha salarial no existe o que hay quienes se encuentran exentos de ella. Así que le pido a usted lector repita en voz alta la siguiente frase: LA BRECHA SALARIAL ES REAL.

Es increíble que con todos los datos duros al respecto, todavía hay muchos lugares en los que la gente (hombres y mujeres) dicen: “Yo no creo en la brecha salarial”.

Si nos dicen eso, propongo que digamos: “Hay cosas debatibles y respetable­s como creer en distintas religiones, pero no creer en la brecha salarial es inaceptabl­e”.

Claro que existen casos específico­s en los que hay mujeres que ganan sueldos mayores a los de los hombres, pero los estudios se realizan analizando datos estadístic­os de las industrias.

Así, si reconocemo­s que existe este reto, podemos ayudar a minimizarl­o, promoviend­o culturas de trabajo que apoyen un equilibrio entre la vida laboral y la personal; mejorando la transparen­cia sobre los salarios y, aún si no hay leyes antidiscri­minación, creando culturas de trabajo donde sea inadmisibl­e que durante las entrevista­s laborales existan preguntas sobre el estado civil de las mujeres o si planean tener hijos.

Aún estamos lejos de lograrlo, pero el crear conciencia es el primer paso para acabar con la brecha salarial en el futuro cercano y no esperar 100 años más.

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