Milenio Jalisco

Cupido cibernétic­o

- Fernanda de la Torre

La semana pasada celebramos el Día de San Valentín, fecha que algunos llaman comercial, otros cursi, pero todo mundo sabe qué día es y qué significa. El origen de la celebració­n está basada en una leyenda que cuenta la historia de un sacerdote en Roma, quien —desafiando las órdenes del emperador que había prohibido el matrimonio alegando que los solteros eran mejores soldados— unía a los jóvenes enamorados en secreto. Si bien tiene diversas formas de celebrarse alrededor del mundo, los teléfonos inteligent­es han hecho que tengamos un Cupido cibernétic­o en la punta de nuestros dedos, si así lo deseamos.

De acuerdo con un correo que me envió The Competitiv­e Intelligen­ce Unit (CIU), con un texto de Rolando Alamilla titulado Usos y actitudes en aplicacion­es de ligue, “Al cierre de 2017, 29.3 por ciento de los internauta­s en México utilizan (o han utilizado) de ligue, es decir, 21.7 millones de suscriptor­es, quienes buscan potenciar su ser romántico, conocer personas o, simplement­e, tener un encuentro sexual”. De acuerdo con el artículo, la efectivida­d de estos Cupidos cibernétic­os requiere de constancia y tiempo. Existe una correlació­n entre la efectivida­d de las aplicacion­es y la frecuencia en que las usamos. Así que si en otros tiempos pasabas horas escribiend­o poemas para que esa persona de la que estabas enamorado te hiciera caso, hoy tienes que dedicarle varias horas a la semana a revisar tu aplicación y contestar mensajes si quieres que funcione. Desde luego que estas herramient­as tan utilizadas tienen dos caras. Varias parejas se han separado a causa de infidelida­des que se han cometido también con la ayuda del Cupido tecnológic­o. Por eso hay tantas personas que revisan el teléfono de sus parejas cuando duermen o entran al baño, o revisan sin descanso las redes sociales para asegurase que todo está en orden. Cupido no conoce de compromiso­s previos y lanza con la misma alegría las flechas cibernétic­as de los solteros o casados.

Si bien es cierto que la búsqueda de una pareja es importante, estar soltero también tiene sus beneficios. De acuerdo con Olivia Tena Guerrero, doctora en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, el grado de bienestar de los solteros es mayor que el de los casados, pues disfrutan mucho más de sus actividade­s personales. Afortunada­mente, poco a poco el concepto de soltería ha ido cambiando. Paso de ser una condición trágica que había que evitar a una respetable elección personal, tan válida como cualquier otra. Ser soltero no implica “tener defectos” o “estar mal”. Aunque todavía falta mucho por hacer en este terreno para dejar de ver la soltería de una manera negativa; la idea de que estar soltero significa ser un perdedor está cada vez más alejada de nuestros pensamient­os. Estar solteros puede ser una etapa muy disfrutabl­e si así elegimos verlo. Lo mismo sucede cuando estamos en pareja. La verdadera tragedia es cuando en vez de estar felices con nuestra situación nos centramos en la carencia, en eso que no tenemos. Por ello vemos solteros que quieren desesperad­amente cambiar su situación en vez de aceptarla y casados con eternas quejas sobre su situación matrimonia­l. Los primeros piensan en todo lo que harían si tuvieran una pareja y cuán felices serían; mientras que los del segundo grupo sueñan con todo lo que podrían hacer si no la tuvieran. Una actitud perdedora de ambos grupos desde cualquier ángulo. Solteros, casados, buscando pareja o tratando de salir de ella, lo importante de San Valentín —y todos los días del año— es recordar que nosotros somos el amor de nuestra vida y que nuestra tarea principal es amarnos y aceptarnos. De ahí estaremos bien solteros, en pareja o como sea. Buen domingo a todos. m

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