Yo Tonya, brillante y ofensiva
Si ustedes tienen la suficiente edad para recordar a los eventos que precedieron los Juegos Olímpicos de Invierno en Lillehammer, 1994, seguramente se quedaron tan impactados como yo cuando se enteraron que la película Yo, Tonya no solo existiría sino que tendría como protagonista a una de las villanas favoritas de la historia del deporte. Aún más inaudito es el hecho de que esta cinta sería una comedia.
¿Qué decirles de Yo, Tonya? Cuando los eventos en la vida real ocurrieron recuerdo no haberme despegado de la televisión ni por un minuto. La historia de Tonya Harding, la chica pobre que con esfuerzo (pero falta de clase) logró superarse hasta niveles olímpicos ante la princesa (Nancy Kerrigan) que lo tenía todo de por sí, era fascinante. Más drama fuera que dentro de la pista de hielo, pero cuando un hombre, en su momento desconocido, le dio un golpe devastador a Nancy fuera de la pista de hielo, con la evidente intención de descalificarla de los próximos Juegos Olímpicos, ardió Troya.
Bien, pues esta es la historia que protagoniza la extraordinaria Margot Robbie, quien en la vida real no se parece en NADA a Tonya, pero que hace un trabajo tan extraordinario que eso lo acabas olvidando muy pronto. Sobre todo por la forma en la que está narrada esta cinta. A modo de semidocumental falso y con el sentido del humor más ácido y negro que he visto en un buen rato, te logran contar la historia que (probablemente) ya conocías perfectamente bien, de una manera que no puedes creerlo.
Ya ni hablemos de Alisson Janney, quien, sin la menor duda, tiene el Oscar de Mejor Actriz de Reparto en la bolsa, por interpretar a la madre más aterradora, pero creíble de la historia.
Admito que me sentí un poco mal por Nancy Kerrigan (quien en la vida real llegó a los Olímpicos, pero quedó en un decepcionante (según la Tonya de la película) segundo lugar, después de todo (eso no es spoiler, la historia de Kerrigan es casi irrelevante aquí y siendo como fueron las cosas, no me imagino que nada de esto pudo haber sido fácil para ella nuevamente).
También casi lloro de la risa cuando me enteré que la mánager de la verdadera Tonya renunció ante las demandas de la ex atleta de que se multara a la prensa si hacían preguntas acerca de su pasado. Uno que por cierto la película ayuda un poco a resarcir, pero no la exime ni en la mente de los que recordamos los verdaderos eventos. Y mucho menos con este detallito, donde la mujer pensó que la prensa le pagaría por preguntarle cosas que no quería. Increíble, siendo que la película le hizo el favor de su vida.
¿Qué no me gusta en absoluto? Que nuevamente esta cinta solo la podremos ver en Cinemex. Lo siento, me chocan estas prácticas, donde te obligan a ir a una sala en particular, una que quizás no te gusta, si quieres ver una de las mejores cintas del momento. Ya está pasando demasiado seguido; sufre el público por falta de opciones y sufre la película por falta de público. Por favor señores de las distribuidoras, no nos hagan eso más. La vida es como la historia de Nancy y Tonya, no hay que tratar de sacar al otro de la competencia para ganar. No funciona.