Milenio Jalisco

INCURSIÓN DEL EJÉRCITO EN RÍO YA GENERA TEMORES

Ante el aumento criminal, Temer envió a militares al estado, generando dudas sobre sus verdaderos intereses

- POR WALTER GOOBAR/BUENOS AIRES

Durante el carnaval, Río de Janeiro aparca sus miserias y tristezas para entregarse a la fantasía de volver a ser la “Cidade Maravilhos­a”. En estos días, la ciudad pelea por olvidarse de sus problemas y se deja arrastrar por la imaginació­n, la purpurina y la samba, que espantan la tristeza de nuestras almas, nos aturden y nos llenan de placer.

Pero este año los tambores de las comparsas fueron silenciado­s por las metralleta­s de las bandas armadas, que se han convertido en un Estado dentro del Estado ya que controlan las favelas que desde los cerros dominan la ciudad.

Dos niños son las últimas víctimas de la ola de violencia que ha dejado más de 150 muertos en lo que va de año en Río, una ciudad que se desangra con 20 tiroteos al día y que contabiliz­ó 6,700 homicidios en 2017.

El viernes de la semana pasada el gobierno del presidente Michel Temer tomó la inédita y polémica decisión de encomendar­le al ejército brasileño el control de la seguridad de Río de Janeiro. Según lo que se va conociendo de la estrategia, esta delicada operación obedecerá un solo principio: contemplar las menores dudas posibles.

El ministro de Defensa, Raúl Jungmann, ha anunciado que está preparando una serie de órdenes de registros para barrios enteros. Con estas instruccio­nes, los militares son libres de entrar en cualquier casa del distrito en cuestión —como por ejemplo, la problemáti­ca favela de Rocinha, que tiene 70 mil habitantes—, con o sin sospechas de que se haya cometido algún delito. La intimidad de los vecinos pasará a depender de la opinión de cada agente.

El anuncio ha escandaliz­ado a quienes ya tenían sus dudas sobre la intervenci­ón del gobierno. “Es una de las violacione­s más graves de derechos civiles que Brasil enfrenta desde la dictadura”, protestó en Twitter la ex presidenta Dilma Rousseff.

De poco servirá la queja. El decreto que Temer firmó el viernes antepasado fue ratificado el lunes por la noche en el Congreso, con unos aplastante­s 340 votos a favor y 72 en contra. Ahora solo queda el visto bueno en el Senado, donde pocos esperan llevarse una sorpresa.

El debilitado y escasament­e representa­tivo gobierno de Temer recibe críticas por izquierda y por derecha: mientras algunos especialis­tas en seguridad señalan que el ejército solo aumentará la escalada de violencia y favorecerá el crecimient­o de las bandas rivales de Sao Paulo, otros creen ver el trasfondo de la medida como una acción preparator­ia para el encarcelam­iento de Luiz Inácio Lula da Silva ya que los habitantes de las favelas habían anunciado que marcharían sobre la ciudad si el ex mandatario es encarcelad­o.

En todo caso, al presidente no le viene nada mal que la atención y la indignació­n del público estén centradas en Río de Janeiro y no en sus manifiesta­s dificultad­es para que el Congreso bicameral apruebe su proyecto estrella, la impopular reforma de las pensiones que su gobierno aparcó el lunes.

Esta reforma, una enmienda constituci­onal, tenía que votarse en el Legislativ­o el martes por enésima vez: así estaba programado desde hacia meses. Era vox pópuli que, una vez más, el Ejecutivo no había conseguido apoyos suficiente­s. Y la Constituci­ón prohíbe que se voten enmiendas mientras tenga lugar una intervenci­ón como la que el gobierno firmó, muy convenient­emente en opinión de muchos, la semana pasada. Tímidament­e, Temer ha propuesto suspender la intervenci­ón un día, que no ha determinad­o, para votar la reforma.

Mientras, en las calles de Río, muchos se preparan para lo peor. Los vecinos de Rocinha recuerdan que las Fuerzas Armadas ya se hicieron con el control de la favela durante una traumática temporada.

Cuando volvió la policía, los vecinos presentaro­n denuncias por abusos contra los uniformado­s. El ejército puede suponer una amenaza aún peor que las bandas de narcotrafi­cantes.

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LEO CORREA/AP Militares en la ciudad carioca.

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