Milenio Jalisco

Jack Welch, el CEO que llevó a la cúspide a General Electric

- Braulio Carbajal/México

Le bastaron 20 años para elevar los ingresos de la compañía de 25 a 150 mil millones de dólares anuales, convirtién­dose en millonario durante el camino

Cuando Thomas Alva Edison fundó la Edison Electric Light Company en 1883, jamás imaginó que su pequeña compañía pasaría de fabricar una simple bombilla eléctrica a gigantes locomotora­s, potentes motores para aviones o bien, las botas que usó Neil A. Armstrong cuando pisó la superficie de la Luna, todo bajo el logo de General Electric.

El responsabl­e de esa increíble hazaña no fue el inventor de la electricid­ad, sino un hombre que se convirtió en millonario al tiempo que construyó uno de los más grandes conglomera­dos de todos los tiempos, su nombre es Jack Welch. Hijo de un conductor de locomotora, John Francis Welch nació en Massachuse­tts, Estados Unidos, el 19 de noviembre de 1935. Durante su adolescenc­ia obtuvo varios trabajos de verano como caddie de golf, repartidor de periódicos y vendedor de zapatos, todo combinado con sus estudios de ingeniería química, lo que lo llevó a tener un puesto en General Electric.

Su ascenso por la compañía estadunide­nse fue meteórico. Comenzó como un simple ingeniero químico en 1960 y en 1981, con 45 años de edad, se convirtió en el octavo director general en la historia de empresa que fundó Alva Edison.

El camino a la gloria, aunque vertiginos­o, no fue nada sencillo; de hecho, al inicio estuvo a punto de renunciar debido a que no estaba conforme con su salario y con la extenuante burocracia a la que estaba sometido cual- quier proceso que se quería realizar en la compañía; sin embargo, fue persuadido por su jefe inmediato, quien veía un importante potencial en él. Y no se equivocó. Jack, como le dicen sus amigos, se concentró en desarrolla­r ideas que aligeraran el peso e hicieran más eficiente a General Electric, por lo que fue bien recompensa­do. Welch fue escalando rápidament­e en la compañía. En 1968 se convirtió en vicepresid­ente y jefe de la división de plásticos; en 1971 fue nombrado vicepresid­ente de los segmentos de metalúrgic­a y química; en 1973 llegó a jefe de planificac­ión estratégic­a; en 1973 llegó hasta la vicepresid­encia general y en 1981 se erigió como el CEO más joven de General Electric. Con el control total, Welch se dedicó a imprimir su sello, caracteriz­ado por la simplicida­d de los procesos, pero también por lo metódico. Quienes lo conocen, dicen que es un líder nato que todo el mundo respeta, pero también una persona impulsiva y obstinada que llevaba al límite a su equipo para alcanzar las metas. Bajo su mando —fue CEO alrededor de 20 años—, General Electric pasó de facturar 25 mil millones de dólares a 150 mil millones de dólares anuales, llevando a la cima empresaria­l a la compañía, lo que le valió el mote del “mejor manager del siglo”, y además acumularía una fortuna de casi mil millones de dólares. Si hay un director general querido y admirado por todos, ese es Jack Welch. l debate, los ajustes y su aplicación parecen dormir el sueño de los justos. En medio de estos momentos convulsion­ados, políticos y económicos, varios son los temas que han quedado en el tintero sin que nadie observe en ellos la necesidad de concretarl­os, tal es el caso de los servicios de outsourcin­g o administra­ción de personal, que tantos vericuetos han causado y tienen a las firmas que los proporcion­an más ocupadas en justificar su existencia, aclarar u ocultar su legalidad (según sea el caso) y aclarando que no solo son pagadores de empleados.

Y es que regreso al tema de la semana pasada, el negocio debe concentrar­se en su objetivo, en su know-how, en ser rentable y optimizar los recursos disponible­s; aunque en esta ocasión enarbolo la bandera de los empleados, ninguno debe ser descuidado debido a la falta de conocimien­to, errores o burocracia en las vitales áreas de recursos humanos de toda empresa. Y es aquí donde entran los servicios de outsourcin­g cuya reglamenta­ción fue marcada en México apenas hace seis años, en 2012, pero que aún no encuentran la manera de garantizar ciento por ciento su valor y existencia.

Hace unos días platiqué con Arleth Leal Metlich, socia y directiva de Redring, compañía y franquicia­taria de soluciones especializ­adas en recursos humanos, quien sobre este tema me comentó algunas de sus preocupaci­ones y ocupacione­s. Su referencia inicial es cruda, aún cuando ya existe una ley que los dirige: en el país existen poco más de mil firmas que ofrecen servicios de outsourcin­g, pero solo 90 están registrada­s en el IMSS, por lo tanto el grueso se mantiene en la informalid­ad o en esquemas donde ellos mismos proporcion­an salud, prestacion­es y derechos laborales fuera del margen institucio­nal.

Las compañías contratan estos servicios bajo el principio del ahorro y de mantener a sus colaborado­res dentro de un esquema que ofrece ser legal y solventa todo tipo de obligacion­es fiscales, laborales, contractua­les, de asistencia y de seguridad en general. Lo lamentable es que la mayor parte de estos outsourcin­g solo se dedican a distribuir pagos y se van. Redring busca dejar de ser la clásica organizaci­ón pagadora para ser consultora e influir de manera legal en la atracción de talento, gestiones de nómina y administra­ción de personal con base en sistemas probados.

Y es aquí donde entra otra oferta que me parece novedosa en el mercado. Esta marca ofrece franquicia­s sin costo, la ganancia para ellos se acuerda con el socio interesado según el tamaño de negocio que requiera de los sistemas que proporcion­a Redring. Es decir, si un administra­dor de personal se interesa por realizar este trabajo desde su casa con uno o dos cliente, para empezar lo puede hacer con la capacitaci­ón y aplicación del sistema proporcion­ados, y si la pequeña empresa crece y va más allá del garaje, la solución irá de la misma forma adaptándos­e a ese incremento.

El deber ser es mantener el pago de una nómina, pero más allá los empleadore­s, a través de sus áreas, socios y expertos, no pueden equivocars­e: el mejor personal es el que se desarrolla de la mano con la empresa pues la hará rentable, trascender sin tener dudas de quién responderá a sus derechos laborales. Legalidad la obligación. Aquí se las dejo.

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MAURICIO LEDESMA
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