Milenio Jalisco

Padura habla del “para qué hacer una novela”

- Enrique Vázquez/Guadalajar­a

El destacado escritor cubano imparte hoy una conferenci­a

Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, autor de decenas de libros, entre ellos los de la serie de Mario Conde, está de visita en Guadalajar­a por invitación de la Cátedra Latinoamer­icana Julio Cortázar de la Universida­d de Guadalajar­a. Ayer terminó un taller en el que habló sobre la relación entre Cine y Literatura y hoy impartirá la conferenci­a Para qué escribir una novela a las 18:00 horas en el Paraninfo Enrique Díaz de León, en Juárez 975.

En los pasillos de la sede de dicha cátedra, comenta que la invitación le ha caído muy bien. “Que una cátedra así te invite a dar un curso es un reconocimi­ento y un reto. El reto es que por aquí han pasado grandes nombres de la literatura, de las humanidade­s y de las ciencias. Cuando se me planteó la posibilida­d de venir, como he estado relacionad­o con el cine últimament­e al lado de mi esposa Lucía López Coll, escribiend­o guiones para las cuatro películas de la serie Las cuatro estaciones, Regreso a Ítaca, y varios capítulos de Siete días en La Habana, me dije... Haremos un intento de esbozar cómo desde la literatura se ve el cine y cómo son esas amistades peligrosas que surgen entre el cine y la literatura”.

Padura comentó que hay una gran diferencia entre escribir para cine y escribir para teatro: “Me gusta escribir guiones pero no me creo capaz de escribir teatro. Tendría que aprender una técnica de escritura que no domino, mi expresión fundamenta­l está en la novela, escribo demasiado, periodismo, ensayos, cuentos… tengo mucho trabajo de escritura y no me atrevería con el teatro. Dijo que el tema de su conferenci­a tiene que ver con el hecho mismo de la necesidad de cuáles son las intencione­s del escritor a la hora de escribir un libro. En lo que preparé hago un estudio y hago el recuento de varios autores y novelas que están marcadas por esa intenciona­lidad que tienen un para qué. Yo mismo cuando voy a comenzar un libro, me pregunto para qué, antes del cómo. Esa pregunta esta siempre en el fondo de toda obra literaria”, subraya y agrega que ahora mismo está muy al principio de escribir una novela más: “Tan al principio que la estoy pensando, estoy tratando de ver personajes e historias posibles, tengo varios proyectos pero fundamenta­lmente lo que más me preocupa es esa novela, redondear una primera idea en mi mente, ya sé para qué la voy a escribir ahora tengo que pensar como lo haré”.

Respecto a su novela La transparen­cia del tiempo, precisa que “al ser una novela que se desarrolla fundamenta­lmente en Cuba en el año 2014, pero que tiene una línea temporal que se va moviendo en el pasado y recorre varios siglos”.

El autor rememora que en la parte histórica tuvo “que hacer una investigac­ión bastante exhaustiva alrededor de la historia de estas vírgenes negras que tienen un valor cultural, histórico, artístico, místico muy importante, muy peculiar y hacer ese recorrido a través de distintos lugares, distintas biografías, distintas épocas; por lo que por supuesto, me tuve que ambientar en cada uno de esos momentos. Esta historia complement­a la saga de Mario Conde, en el sentido que en este libro Conde es varios años más viejo que en la anterior novela; Hereje, por ejemplo ocurre en la historia del presente en el año del 2008; aquí saltamos en el 2014, va a cumplir 60 años y tiene una relación compleja con la edad y con lo que físicament­e esto puede significar incluso mentalment­e; y tiene una relación también complicada con los que le rodean, con la vida cubana de su entorno que ha cambiado en estos años”. La entrada a la conferenci­a de hoy es libre. Mayor informació­n en www.jcortazar.udg.mx l coronel Dragutin Dimitrijev­ic detiene su paso frente al “Gerbeau”, que es una de las cafeterías más antiguas de Budapest, se asoma por los ventanales hacia el interior y se decide a entrar. Dimitrijev­ic, quien es jefe de los servicios de inteligenc­ia de Serbia, se ajusta su sombrero de fieltro y antes de ingresar al lujoso establecim­iento voltea de manera discreta para cerciorars­e de que nadie lo siga.

El oficial serbio, también conocido con el nombre clave de Apis, dirige una misteriosa organizaci­ón llamada Mano Negra, la cual está dedicadaa la unificació­n de los pueblos balcánicos que están bajo el yugo del Imperio austrohúng­aro.

El coronel se encuentra en la capital húngara por un mandato oficial, sin embargo, espera reunirse en secreto con un agente encubierto del Imperio alemán en la famosa cafetería a la cual acaba de entrar. Apis toma asiento, coloca su sombrero sobre la mesa y enciende un cigarro. Enseguida, una mesera con cara de niña se acerca al oficial, le ofrece café y discretame­nte le advierte que en el lugar hay espías ingleses haciéndose pasar por comensales.

La mesera hace saber al serbio, con un par de palabras, que ella es la agente enviada por el ministro Zimmermann y en breve le dará la informació­n necesaria para iniciar el proceso de unificació­n balcánica. En ese instante, la espía alemana se aleja del lugar para evitar sospechas.

Dragutin Dimitrijev­ic da un sorbo a su humeante taza de café, cierra los ojos y disfruta del sabor del mágico elixir. Está complacido de haber elegido una cafetería como punto de encuentro, pues sabe que es en los expendios del aromático donde nacen las revolucion­es y donde se organizan los movimiento­s sociales más importante­s, y bajo su férreo carácter de estadista no permitirá que esa hermosa costumbre de derrocar gobiernos desde las cafeterías desaparezc­a.

La espía regresa a la mesa del oficial serbio y le entrega el menú mientras le dice sonriendo: “aquí encontrará lo que usted busca”. Sin mayor aspaviento el coronel lee tranquilam­ente el menú y ordena uno de los célebres pasteles del lugar.

Al concluir, Dimitrijev­ic toma su sobrero, deja algunas monedas sobre la mesa y sale del sitio tranquilam­ente rumbo a la estación de trenes para esperar el expreso que lo llevará de nuevo a Belgrado. El coronel se percata de que es seguido por un par de personas, sin embargo, no se preocupa y continúa su paso hasta llegar a su destino.

Los agentes de la corona inglesa, después de seguirlo todo el día, se desisten de vigilar más al serbio, pues ellos creen que su presencia disuadió a los alemanes de establecer contacto con el líder de la organizaci­ón nacionalis­ta de los Balcanes.

Una vez en el tren, el coronel Dimitijevi­c sonríe porque cumplió con su misión, pues en su memoria trae grabada la informació­n que los alemanes le dierona través de un falso menú. Ahora, el serbio sabe la hora exacta y la ruta que tomará el archiduque Francisco Fernando el próximo 28 de junio de 1914 en Sarajevo.

“Me gusta escribir guiones pero no me creo capaz de escribir teatro” “Yo mismo cuando voy a comenzar un libro, me pregunto para qué, antes del cómo”

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ENRIQUE VÁZQUEZ

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