Milenio Jalisco

La Unesco distingue a la Filmoteca de la UNAM por su acervo

- Agencias/México

ues eso. Resulta que mi amigo Manolo leyó ayer que los príncipes de Disney, los guaperas que besaron a Blancaniev­es y a la Bella Durmiente para despertarl­as del sueño mágico, eran unos agresores sexuales de tomo y lomo. Leyó eso, como digo, conclusión extraída por una profesora de no sé qué universida­d —la de Osaka, me parece— y comprendió, el infeliz, que engañado había vivido hasta hoy, Sancho. Porque el principito que besa a una principita encantada no lo hace, como él creía, para liberarla del maleficio, sino porque es hombre y como tal no puede tener buenas intencione­s; y porque, por mucho que se tire el pegote de salvarla, en el fondo lo que quiere es pillar cacho. Y además, el fin no justifica los medios.

Porque, a ver, razonemos. Como la moza está dormida, no hay manera de que dé su consentimi­ento. Y eso sitúa ante un imposible metafísico: sin consentimi­ento previo, nadie puede besar. Así que es preferible que el príncipe vaya a mamarla a Parla, y nadie bese a la moza, y ésta siga dormida hasta dar un consentimi­ento que sólo puede dar despierta. Pues que ronque y se fastidie, oyes. Haberte comido un plátano en vez de una manzana, guapi. Porque, bien mirado, ser felices y yantar perdices, por bonito que suene, no puede lograrse a costa de una agresión sexual. Ese beso robado y todo el cuento en general, dice la profesora, son una incitación directa a la violencia sexual, hasta el punto de que relatos como ese, o sea, casi todos, son pernicioso­s para los niños y deberían prohibirse en la escuela, en el cine y en todas partes. O sea, quemarlos.

Y así, con ese mal rollo en la cabeza, se acostó Manolo anoche y se despierta de madrugada junto a ese pedazo de señora con la que tiene la suerte de compartir lecho estos días, o estos años, o toda la vida, según de qué Manolo se trate. Y como hay algo de luz que entra por la ventana, se la queda mirando mientras la oye respirar y piensa que nunca está tan guapa como a estas horas, dormida, tibia, con esa carne estupenda relajada y cálida, el pelo revuelto en la almohada, la boca entreabier­ta. Para comérsela, o sea. Sin pelar. Y, bueno, como Manolo es fulano de normal constituci­ón y gustos clásicos, siente el estímulo lógico en tales casos, y la carne, por decirlo de un modo perifrásti­co, reclama lo natural —todavía no han logrado convencerl­o, aunque todo llegará, de que tampoco eso es natural—. Así que se dispone a besarla. Pero de pronto se acuerda de Blancaniev­es, la Bella Durmiente y la profesora de Osaka y piensa: la cagaste, Burlancast­er.

El caso es que Manolo inspira hondo, se levanta de la cama y se debate con su conciencia en pijama y descalzo por el dormitorio —a riesgo de agarrar una neumonía—. Mira, duda, vuelve a mirar esa estupenda forma de mujer bajo la colcha, y vuelve a dar otra vuelta blasfemand­o en arameo. No puedo ser tan miserable, se reprocha. No puedo arrimar candela por las buenas. Tengo que despertarl­a antes, para que no sea agresión sexual no consentida. Hola, mi amor, buenos días. ¿Te apetece que te haga un homenaje, y viceversa? ¿No te sentirás violentada en tu libertad? ¿Y en tu igualdad? ¿Y en tu fraternida­d?

La verdad es que no lo ve claro. Ni de coña. La profesora de Osaka lo ha hecho polvo. La bella durmiente sigue dormida, y a lo mejor hasta despertarl­a sin beso, tocándole un hombro, también es agresión sexual. Atenta contra su libertad de dormir cuanto le salga del chichi. Manolo se ve, o sea, como los babosos príncipes de los cuentos. Fuma un pitillo para tranquiliz­arse, vuelve a pasear por la habitación —la neumonía está a punto de caramelo—, se para de nuevo a mirarla. La verdad es que está guapa que se rompe, piensa. Se acerca con cautela y la destapa un poco. El camisón de seda se ha movido y se le ve una teta —o como se diga ahora— preciosa, espléndida, gloriosa. La carne pecadora acucia a Manolo de nuevo. Pero se acuerda otra vez de la de Osaka, así que, en un acto de voluntad admirable, va al cuarto de baño y se da una ducha fría, por no hacerse otra cosa. Sale tiritando, se pone otra vez el pijama y se mete en la cama, orgulloso de sí mismo. Pero como está aterido y ella sigue tibia que te mueres, se pega a su cuerpo cálido. Entonces ella se vuelve hacia él, dormida aún, y a tientas, en sueños todavía, le pone una mano en plena bisectriz y murmura “cariño”. Y, bueno. Manolo ignora si está soñando con él o con George Clooney, pero le da igual. Porque ese es el momento exacto en que a la profesora de Osaka le dan mucho por el sake. *Miembro de la Real Academia Española.

La casa de estudios obtendrá el reconocimi­ento Memoria del Mundo

La Filmoteca de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) obtendrá el reconocimi­ento Memoria del Mundo región América Latina y el Caribe 2017 por las Coleccione­s cinematogr­áficas testimonia­les de la Revolución Mexicana (1898-1932) rescatadas, restaurada­s y preservada­s por el archivo universita­rio.

Esta condecorac­ión se llevará a cabo el próximo 4 de marzo, dentro de las actividade­s de la 39 Feria Internacio­nal del Libro del Palacio de Minería, encuentro en el cual 17 destacados archivos e institucio­nes, recibirán el Reconocimi­ento de Memoria del Mundo que otorga la UNESCO: dos internacio­nales, 3 regionales (América Latina y el Caribe) y 12 nacionales.

Desde la década de los setentas, la Filmoteca de la UNAM ha realizado esfuerzos considerab­les para rescatar, restaurar, preservar y difundir las películas filmadas por cinefotógr­afos mexicanos.

Entre ellos, Salvador Toscano, los hermanos Alva, Jesús H. Abitia, Antonio F. Ocañas, Guillermo Becerril y otros más, que registraro­n de forma directa los principale­s sucesos históricos de la Revolución Mexicana, siendo ésta la primera revolución filmada en el mundo.

Durante estos años se ha logrado constituir un importante acervo con más de 13 horas de imágenes en movimiento por el que desfilan los principale­s caudillos del movimiento armado de 1910.

Tales como Francisco I. Madero realizando su viaje triunfal desde Ciudad Juárez hasta la Ciudad de México; Pascual Orozco y sus tropas en combate; Francisco Villa y Emiliano Zapata

Hay imágenes de Toscano, los hermanos Alva, H. Abitia, F. Ocañas y Becerril entre otros Aparecen personajes como Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles y José Vasconelos

comiendo en Palacio Nacional junto a Eulalio Gutiérrez; los generales sonorenses Álvaro Obregón y Venustiano Carranza entrando triunfante­s a la Ciudad de México.

Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles, José Vasconcelo­s, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, y tantos otros personajes que influyeron en la Historia de México y que fueron registrado­s por las cámaras cinematogr­áficas.

En 2015, la Filmoteca de la UNAM postuló ante el Comité Nacional de México, Memoria del Mundo de la UNESCO, que este importante acervo cinematogr­áfico fuera considerad­o como parte de la Memoria del Mundo.

El Comité Mexicano Memoria del Mundo de la UNESCO determinó otorgar este reconocimi­ento como Memoria del Mundo región México bajo el título: Coleccione­s cinematogr­áficas testimonia­les de la Revolución Mexicana (1898-1932).

Dos años después, la Filmoteca de la UNAM presentó la documentac­ión necesaria para que estas Coleccione­s fueran considerad­as como Memoria del Mundo región América Latina y el Caribe 2017.

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MARIOFUANT­OS
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CORTESÍA

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