Localizó Pemex en enero mil 46 tomas clandestinas
e pareció un excelente detalle. Me llamaron al celular para reconfirmar mi asistencia. ¡Caray! Hasta me sentí importante: el equipo de prensa del candidato presidencial José Antonio Meade estaba al otro lado de la línea para ponerse a mis órdenes y sutilmente recordarme que ya estaba por cumplirse la hora establecida. Ya solo me estaciono y llego, respondo, apenado pues.
Por fin llego a uno de los salones del hotel y no fui el último –fiiiut- y tampoco ha llegado el abanderado de la coalición PRI, Partido Verde, Nueva Alianza.
Se abren las puertas del pequeño salón y entran presurosos Meade y Miguel Castro, el candidato del PRI a la gubernatura, ambos trajeados, ambos de corbata. Saludan al aire para inmediatamente rodear la mesa saludando de mano a cada uno de los periodistas presentes -y yo-.
Me pregunto: ¿Será como lo pintan sus detractores o como dice su esposa, Juana Cuevas? Vamos viendo…
Antes de sentarse se despoja de su saco. Con voz suave agradece a los reunidos; su jefa de prensa recuerda las reglas: serán 30 minutos con rondas de tres preguntas.
Comenzamos. Salen las tres primeras preguntas a un Meade que amablemente se presta a colocar delante de sí, en la mesa, los celulares y grabadoras. Bromea que si contesta una llamada entrante en uno de los aparatos.
Las primeras preguntas son tranquilas, para romper el hielo; él clava la mirada en una tarjetita en la que algo anota, apenas levanta la cara por instantes; espera a escuchar las tres pactadas y comienza a responder con soltura, pero con voz suave y plana, sin énfasis, sin pausas, sin emoción.
Conforme avanza el encuentro suben de tono las preguntas ya sin orden: por qué su campaña no levanta, cómo le afecta la imagen del gobierno federal, cómo no vio los malos manejos en Desarrollo Social, si piensa deslindarse de Peña Nieto, si no le afecta el gasolinazo… y sus respuestas son propias, las adecuadas, pero de un alto funcionario: Defiende la reforma energética, que él no tuvo que ver con el alza en los combustibles, que él persiguió a los malos funcionarios de Sedesol, que ha tenido un muy buen arranque y siempre regresa a su argumento estelar: la gente “debe” contrastar entre un candidato que se enriqueció de manera irregular, otro que vive como magnate y de otro que tiene una amplia trayectoria en el servicio público sin haberse enlodado (o sea, él).
Ante los rodeos un periodista le suelta: “Ustedes lo ven todo desde la macroeconomía… la gente está enojada por el gasolinazo”, y Meade responde: “La pobreza extrema se mide en la encuesta que se le hace a cada ciudadano, no se mide en la macroeconomía; la pobreza extrema implica gente que dejó de quemar leña para calentar su casa; la pobreza extrema implica gente que fue conectada al drenaje, la pobreza extrema…”, y sigue hablando, explica el histórico de la política de tarifas de la gasolina en México desde los 70s a la fecha, y sigue y sigue… No. Aún no asume la postura de un candidato. No está cerca de tener un perfil retador, de quien debe saber –o que alguien le diga- que si quiere remontar debe soltar lastre, abrir espacio a la autocrítica y admitir que hay malestar social por asuntos como el gasolinazo y la violencia. Debe dar soluciones, ser contundente y convencerse de que es candidato, no secretario.
En enero las tomas clandestinas halladas en ductos de Pemex sumaron mil 46, un aumento de 22.4 por ciento respecto a las 854 de diciembre de 2017, de acuerdo con un reporte mensual de la empresa productiva del Estado.
Esta cifra representa la más alta en los últimos nueve meses, pues en marzo de 2017 se registraron mil 57.
Hidalgo encabeza la lista de entidades con más tomas clandestinas (139), seguido de Guanajuato, con 131, y Puebla, 110.
En 2017, Guanajuato fue la entidad que cada mes ocupó el primer sitio en robo de combustible, seguido de Puebla y Tamaulipas, pero en esta ocasión ocupa el séptimo puesto, con 82 y por debajo del Estado de México, Sinaloa y Veracruz, con 98, 95 y 94, respectivamente.
En ese año, el número de tomas clandestinas en los ductos de Pemex sumó 10 mil 363, un aumento de 50.77 por ciento respecto a 2016, cuando fueron 6 mil 873.
Los indicadores muestran que la ordeña ha crecido en los últimos años; en 2014 Pemex identificó 3 mil 674, en 2015 el número alcanzó los 5 mil 574 y en 2016 fueron 6 mil 873.
Petróleos Mexicanos ha reiterado que ha establecido alianzas con los gobiernos estatales, la Policía Federal, el Servicio de Administración Tributaria), la Marina y el Ejército para combatir la ordeña a los ductos.
Hace unos días anunció que la Secretaría de la Función Pública (SFP) suspendió de sus cargos a ocho servidores, quienes presuntamente participaron en el robo de hidrocarburos y que trabajaban en Pemex.
La Unidad de Responsabilidades en Pemex hizo una investigación que permitió detectar la presunta participación de varios trabajadores, asignados al sector ductos Minatitlán, de Pemex Logística.m