El capricho de Trump
Donald Trump quiere gastar 18 mil mi- llones de dólares en un muro que no sirve de nada y un amplio sector de la población estadunidense, incluidos varios líderes republicanos, lo celebran. El muro en la frontera hará poco o nada para resolver la crisis migratoria que enfrenta Estados Unidos, pero afianza el ciclo de odio contra los mexicanos que impulsó la candidatura de Trump y la peligrosa narrativa que ha impulsado la militarización en la frontera.
Esta semana Trump visitó San Diego para repetir más mentiras sobre el muro y los inmigrantes mexicanos. En su inspección de los ocho prototipos de la pared que pretende construir entre ambos países, insistió en la idea de que incrementar la seguridad en la frontera es una condición necesaria para mantener su seguridad nacional, sugiriendo nuevamente que los inmigrantes mexicanos y centroamericanos somos una amenaza para los estadunidenses.
Desde los atentados del 11-S, Estados Unidos ha gastado más de 100 mil millones de dólares para limitar el flujo de inmigrantes, sobre todo en los sectores de la frontera con Texas. Esta estrategia ha incrementado el número de muertes y el poder de las organizaciones que controlan el tráfico de personas, pero ha hecho poco para resolver la llegada de indocumentados al país.
En vez de entender la seguridad fronteriza como parte de una estrategia integral, ésta se ha convertido en la única estrategia. Cada vez se invierten más recursos para detener a los migrantes en la línea y menos en aliviar los factores que los expulsan de sus comunidades. La opinión pública en EU debe reconocer que las condiciones de seguridad en la frontera no son la razón por la que miles de personas tratan de ingresar sin autorización a su país, como lo aseguran el presidente Trump y varios de sus colegas republicanos. De hecho, el ingreso de indocumentados ha venido disminuyendo desde 2007 y 2017, el número de arrestos en la frontera alcanzó su nivel más bajo en medio siglo. La mayoría de esos migrantes viene de Centroamérica y no de México. Incluidas familias y niños no acompañados que se entregan a los agentes fronterizos para pedir asilo y escapar de la violencia que azota sus comunidades. Estos no son inmigrantes en busca de oportunidades, sino refugiados tratando de sobrevivir.
Tres mil kilómetros de muro no van a sellar la frontera, la van a sofocar y Trump lo sabe. También entiende el valor electoral de su muro y el símbolo que representa para sus seguidores. Eso explica su obsesión por construirlo a cualquier costo y no una preocupación legítima por la seguridad de sus connacionales que, lo sepan o no, van a terminar pagando cada dólar de esta estupidez. Lindo capricho.