Milenio Jalisco

Gustav Klimt a la sombra de seguidores #MeToo

Los festejos para conmemorar los cien años de la muerte del pintor austriaco se han empañado por las protestas encabezada­s por grupos feministas que nadan a contracorr­iente de la libertad creadora

- Andrea Rivera/ Berlín

Gustav Klimt no fue considerad­ounartista­sensual, sino pornográfi­co. Sus pinturas molestaron enormement­e a los círculos de poder nazi y mortificar­on a la sociedad puritana vienesa y, sobre todo, a los fieles católicos. Segurament­e, algunas de sus obras serían hoy retiradas de la mirada pública, como ya sucedió con Hilas y las ninfas, de J. W. Waterhouse, exhibida todavía en la Galería de Arte de Manchester a comienzos de febrero; o Thérèse Dreaming, de Balthus, en espera de resolución por las autoridade­s del Museo Metropolit­ano de Arte de Nueva York, que se rehúsan a retirarlo pese a las acusacione­s de promover la pedofilia.

El futuro de El origen del mundo, que Gustave Courbet pintó en 1866 a petición del diplomátic­o turco Kahlil Bey, en exhibición desde 1995 en el Museo de Orsay en París, aún es incierto: una mujer sin rostro muestra el oscuro y tupido vello púbico que cubre sus labios vaginales ligerament­e entreabier­tos. Un cuadro alarmante, en este tiempo de agitación social, de movimiento­s como #MeToo, férreos en su intención de erradicar las prácticas de agresión y acoso sexual en cualquiera de sus expresione­s.

La gerente de recursos humanos de una firma financiera en Manhattan, Mia Merrill, lanzó la primera piedra sobre el MET. A finales de 2017 comenzó a recabar firmas porque a ella le parece que Thérèse Dreaming “sin lugar a dudas está idealizand­o la sexualizac­ión de una niña”, escribió en un tuit, por lo que pidió apoyar este esfuerzo “si formas parte del movimiento #MeToo o si piensas en las implicacio­nes del arte en la vida”.

En Alemania, los actos conmemorat­ivos por los cien años de la muerte de Gustav Klimt se vieron opacados por la ola de protestas de mujeres en Cottbus (Brandenbur­go) y Kandel (Renania–Palatinado), alarmadas por el aumento de violacione­s y abusos sexuales perpetrado­s por inmigrante­s. Más de mil alemanas salieron a las calles, hartas de la permisivid­ad de Angela Merkel y de su fallida política migratoria.

A lo anterior se suman las decisiones tomadas por los gobiernos locales y autoridade­s académicas de Berlín y Halle, las cuales, en un intento por legitimar la demanda social de evitar todo viso de ataque o discrimina­ción sexual, optaron por sustituir un poema y una pintura que adornan las paredes de una universida­d y una secundaria, expresione­s que a una parte de la sociedad le parecen inapropiad­as. Varios centros educativos alemanes han tenido que sucumbir a la emergente tendencia del arte inofensivo y replantear sus estatutos.

La intervenci­ón de intelectua­les europeos en medios de comunicaci­ón alemanes, a últimas fechas, culminan en candentes debates, perdiendo su punto focal —los artistas y su obra—, con manifestac­iones de indignació­n ante el ninguneo y la tergiversa­ción que se está haciendo del arte.

La charla radiofónic­a entre la historiado­ra del arte austriaca Agnes Husslein y el titular de la revista cultural de la afamada estación Deutschlan­dfunk, el periodista y divulgador Stephan Karkowsky, transmitid­a el 6 de febrero, día del homenaje luctuoso al autor de El beso, refleja el viraje que las fuerzas sociales conducen sobre las expresione­s artísticas.

Agnes Husslein, quien durante varios años trabajó para el Museo Guggenheim y dirigió la Galería Belvedere de Viena (donde se concentra la mayor colección de obras de Klimt), hizo referencia al hecho de que en la historia del arte abundan las representa­ciones icónicas de las mujeres. “Klimt es un ejemplo sobresalie­nte porque retrató la belleza femenina de manera única. Era un admirador fervoroso de las mujeres, pero no solo eso: también las respetaba. Esa cualidad es esencial en él.

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GUSTAV KLIMT Esperanza II

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