El peligro para México
A AMLO y a Anaya les aterra la continuidad del PRI, aunque éste no tiene como candidato a un militante; para el tricolor el miedo reciente es Anaya y el subsecuente López Obrador; en fin, cada cual con sus miedos y sus monstruos
Cada cual vive sus miedos, el que los padece pretende compartirlos. El miedo también es un recurso eficaz de persuasión. El peligro para México no es un partido, un candidato o un gobierno, a pesar de que cada una de las opciones haya construido un monstruo a su medida e interés. A AMLO y a Ricardo Anaya, interesada y calculadamente, les aterra la continuidad del PRI, con todo y que el PRI no tiene como candidato a un militante, sino a un ciudadano con sólidas credenciales en el servicio público y no en la política partidaria, como es el caso de ellos. Para el PRI el miedo reciente es Ricardo Anaya y el subsecuente habría de serlo López Obrador. En fin, cada cual con sus miedos y sus monstruos.
Los empresarios y la élite en general padecen complejo de culpa hacia López Obrador y, a diferencia del pasado, muchos no lo ven ahora como un peligro. Quizá no sea eso, sino un interesado acomodamiento ante su eventual triunfo. Muchos no toman sus palabras en serio. Creen que sus dichos y compromisos no son tales, que a la hora de gobernar no cancelará el aeropuerto ni revertirá la reforma energética ni la educativa. Tampoco habrá intento de amnistía a los jefes del crimen organizado. Que candidatos indeseables como Napoleón Gómez Urrutia o Nestora Sandoval no tendrán mayor impacto en sus ámbitos de influencia. El escrutinio hacia AMLO está lejos de ser ejemplar; mejor la calificadora de crédito Fitch Ratings advirtió sobre los problemas para la economía en caso de que ganara Morena, sobre todo, si se diera el escenario aquí presentado por Aguilar Camín: triunfo en la elección presidencial y mayoría absoluta en el Congreso. Cada cual con sus miedos.
Más allá del debate político y de los riesgos sobre la economía o el sistema de representación democrático, el mayor peligro para México no lo quieren ver los partidos, cuando son ellos los más indicados para contenerlo; su nombre está a la vista: el crimen organizado. La Marina en voz del director del Instituto de Investigaciones Estratégicas, contralmirante Martín Barney Montalvo, ha advertido el riesgo por el ascendiente social, político y económico de los jefes criminales. No es un asunto menor la penetración del crimen organizado en los órganos de autoridad y de representación política. Como dice bien el contralmirante Barney Montalvo: “socava la legitimidad del Estado y gana impunidad para imponer su autoridad e influir en la vida de los ciudadanos, quienes ven debilitado el gobierno”.
No corresponde a las autoridades judiciales o policiacas servir de filtro para evitar que transiten a candidatos personas con vínculos con el crimen organizado. Éstas deben someterlos a proceso en caso de contar con elementos jurídicamente suficientes. Sin embargo, la investigación y la inteligencia permite identificar personas relacionadas, pero contra las cuales no hay prueba formal para actuar. Es el caso de la sospecha fundada. Todo un tema, sobre todo porque esto debe diferenciarse de la maledicencia no puede servir de razón para que los partidos excluyan a personas de su derecho a ser votado.
Tampoco al INE le atañe contener la embestida criminal para promover candidatos afines a sus actividades. La tarea del INE es organizar las elecciones y en todo caso es el tema de fiscaPero lización del origen y gasto de los partidos y de las campañas. Sin embargo, mucho es lo que se gasta en elecciones en efectivo y las ministraciones que hace el crimen no son bancarias ni detectables por el sistema financiero.
Los partidos tienen suficientes elementos para identificar a personas con vínculos criminales. Lamentablemente, el interés de los partidos de contar con candidatos con capacidad de financiar su campaña, además de los acuerdos que los dirigentes partidistas y los mismos candidatos con empresarios resueltos a financiar campañas propician la infiltración del crimen organizado. Esto porque el sistema de fiscalización presenta bajos topes de campaña y límites estrictos para el financiamiento privado, lo que deriva en financiamiento y gastos subrepticios.
Los partidos deben extremar cuidado al seleccionar candidatos. El encuentro con las instancias de autoridad para intercambio de información debiera estar en práctica. Cada partido debe designar un enlace para tan delicada tarea y los servicios de inteligencia del Estado deben obrar con rigor de juicio para que la simple sospecha no comprometa la seriedad de las conclusiones. Realmente el crimen organizado es el peligro mayor para México en estas elecciones.
Independientes: Margarita Zavala cobra fuerza al ser la única candidata independiente. Ríos Piter no pudo acreditar con rigor firmas, explicable en su condición. Inaceptable que Jaime Rodríguez, gobernador con licencia y con recursos, hubiera deliberadamente recurrido a la falsificación. Pierde autoridad no solo para ser candidato, sino para regresar al gobierno de Nuevo León. El INE lo ha expuesto como defraudador.
Realmente el crimen organizado es el peligro mayor para México en estas elecciones