Frente al dolor, memoria histórica: Monika Zgustova
Una historia donde le da voz a algunas de las mujeres condenadas a los campos de trabajo forzado durante la antigua Unión Soviética
Su libro anterior lleva por título Las rosas de Stalin, en el cual recrea la historia de Svetlana Alilúyeva, la hija pequeña de José Stalin; apareció en español hace dos años y ahora lanza Vestidas para un baile en la nieve, donde le da voz a mujeres condenadas a los campos de trabajo forzado, existentes durante esa etapa de la antigua Unión Soviética. “Este libro no se ha publicado en la actual Rusia y no sé si se publicará. Leí que el máximo historiador especializado en el Gulag lo detuvieron y puede recibir hasta seis años de cárcel por estudiar una cosa que no está bien vista en la Rusia contemporánea, como lo es el Gulag y el estalinismo”, cuenta Monika Zgustova, traductora, narradora y periodista, quien desde hace algunos años se ha dedicado a desentrañar algunas de las historias ocultas del régimen estalinista.
Radicada en Barcelona desde los años 80, Zgustova tuvo interés por el tema durante una visita a Moscú, donde un amigo periodista la llevó a una reunión de ex prisioneros del gulag y encontró allí más mujeres que hombres, “muchas de ellas muy vitales”, lo que despertó en ella la curiosidad de saber cómo había sido la vida de esas mujeres como para tener tal vitalidad.
“Me preguntaba si habrían vivido en condiciones más leves que los hombres, o no; ¿cómo era para ellas? Sabemos mucho menos sobre las mujeres que sobre los hombres. “Mi idea principal era retratar a estas mujeres antes, durante y después del Gulag. Una idea periodística totalmente, pero luego salió algo que es periodismo y va más allá: se trataba de hablar de un tema bastante desconocido en Occidente, donde se debería de conocer, sobre todo para no ser unos desmemoriados”. Autora de títulos como La mujer silenciosa o La noche de Valia, Monika Zgustova (Praga, 1957) busca que sus libros muestran tanto a las personas como a las condiciones en las que vivieron, sobre todo si fueron difíciles, convencida de que uno de los aspectos más importantes de su labor es “retratar las condiciones históricas para hacer memoria histórica”. “Intenté que Vestidas para un baile en la nieve no fuera un libro solo doloroso, la dosis de dolor está porque no puede ser de otra manera, y me concentré bastante en otros aspectos de las experiencias de estas mujeres; por ejemplo, cómo sobrevivir en la amistad, cómo concentrarse en la cultura, en la literatura, en la escritura de versos, repetirlos y memorizarlos, y a partir de ello escribir más: cómo concentrarse en lo bueno y en la belleza”.
Se trata de un libro que habla sobre la condición humana, el cual se inició como un ejercicio periodístico, en el cual le daba voz a las mujeres, para luego mostrar verdaderas historias de vida, que no necesitan de la recreación literaria, y donde están presente algunos autores fundamentales de la literatura rusa de ese tiempo, como Boris Pasternak o Marina Tsvetáieva.
En la supervivencia de las mujeres a las condiciones del frío extremo de Siberia o los trabajos forzado, enfatiza la periodista, la cultura, la literatura en especial, tuvo un papel fundamental, “porque si uno lee un libro, no piensa en su dolor —tanto físico como mental”. “En mis presentaciones me he encontrado con personas que han viajado cientos de kilómetros para hablar de ese tema, quienes pasaban una mala temporada y querían saber cómo un ser humano normal puede sobrevivir, incluso establecer un futuro no solo agradable, sino también fructífero para la humanidad, ayudar a la humanidad, porque todas estas mujeres me dijeron que lo mejor que se podía hacer era ayudar a la humanidad, y cada una de ellas lo hacía a su manera”.
En Vestidas para un baile en la nieve, sin embargo, se refleja no solo las condiciones físicas que debieron enfrentar, sino incluso la lucha ideológica que existía, porque muchas de ellas pensaban que había algún error en la organización del régimen, que no era culpa de Stalin lo que estaban viviendo, incluso le escribían cartas contando qué es lo que sucedía en esos campos. “Muchas personas, no solo las mujeres, pensaban: ‘Stalin no es el culpable, sino los demás, si él lo supiera pondría todo en orden’. Había una cierta inocencia por su parte”, destaca Zgustova, quien está convencida de que la esperanza era muy importante para ellas.
Inició como un ejercicio periodístico, para luego mostrar verdaderas historias de vida
Numerosos objetos de los filmes de Stanley Kubrick, de la colección del italiano Emilio D’Alessandro, asistente y amigo del cineasta, serán subastados hoy por la casa italiana Aste Bolaffi. El listado oficial incluye piezas legendarias como la chaqueta granate que el actor Jack Nicholson usó para de 1980. Foto: AFP