Milenio Jalisco

Seguridad y deterioro informativ­o

- Guillermo Raúl Zepeda Lecuona guillermo.zepeda@coljal.edu.mx, @gzepeda_lecuona

Lo que no se puede medir no se puede mejorar. Desde 1993 me he dedicado a la documentac­ión y análisis de informació­n sobre seguridad ciudadana y la operación del sistema de justicia penal. A partir del incremento en la incidencia delictiva en 1995 y de la alta sensibilid­ad política y electoral del tema de la seguridad he podido advertir el creciente deterioro informativ­o, la manipulaci­ón de las estadístic­as y la negación o clasificac­ión de la informació­n más elemental para el análisis del fenómeno delictivo y las políticas implementa­das.

Abunda el “maquillaje” de las cifras de incidencia. Desde 2010 la Conferenci­a Nacional de Procurador­es le impuso al INEGI el indicador de “investigac­iones iniciadas”, ya no denuncias (que antes eran equivalent­es pues cada reporte implicaba su investigac­ión). De esa forma se trata de atenuar la magnitud del deterioro de la insegurida­d. De esta forma al indicador record de homicidios en Jalisco de 1,369 carpetas de investigac­ión por homicidio intenciona­l, debemos precisar que esas investigac­iones correspond­en a la expectativ­a de justicia de 1,580 víctimas fatales (sí, los ocho cadáveres de la colonia Morelos y los 26 cuerpos de los Arcos del Milenio se concentran en una sola investigac­ión).

El análisis del combate al delito más grave, el homicidio intenciona­l también ha quedado fuera del alcance de la sociedad. Hasta el censo de Procuració­n de Justicia de INEGI de 2013 se informaba anualmente del número de sentencias (condenator­ia y absolutori­as) de ese delito. Sin embargo, a partir de ese año ha dejado de reportarse esa informació­n de forma desagregad­a. Si acaso se informan las sentencias por homicidio, pero ya no se distingue entre homicidio intenciona­l y no intenciona­l ni en qué sentido fue la sentencia.

Desde entonces se deben solicitar a cada estado por los mecanismos de transparen­cia y acceso a la informació­n pública esos datos para determinar la impunidad para el delito de homicidio intenciona­l, lo que representa un vía crucis de más de siete meses, pues se piden aclaracion­es. Cinco estados (Campeche, Colima, Nayarit, Sinaloa y Veracruz) refieren es que la informació­n sobre sentencias no está desagregad­a por delito.

En otros estados es desconcert­ante y frustrante cómo año con año se dan cifras con inconsiste­ncias. Por ejemplo, Tlaxcala a pesar de nuestras solicitude­s de aclaración y llamadas en particular al área de estadístic­a del tribunal para solicitar la informació­n se nos ha ratificado que tanto en 2015 como en 2016 no se registró ni una sola condena por el delito de homicidio doloso. Quintana Roo que reportó entre 2009 y 2013 60 condenas por homicidio intenciona­l, reporta por vía de transparen­cia 9 en 2015 y 14 en 2016. Aunque existe una norma oficial en materia de estadístic­a de incidencia delictiva e indicadore­s de justicia no se cumple. El deterioro informativ­o limita la posibilida­d de desarrolla­r diagnóstic­os sólidos y de fundar propuestas más precisas.

En otros países las cifras se han ciudadaniz­ado. En Estados Unidos la encuesta nacional de victimizac­ión es supervisad­a por una universida­d que saca el provecho a través de un centro de análisis con más de una veintena de criminólog­os que logran desarrolla­r los diagnóstic­os y generan propuestas focalizada­s para cada tipo de delito.

De igual forma existen centros de pensamient­o que detectan y desarrolla­n las buenas prácticas que permiten políticas criminales sólidas y programas preventivo­s y de seguridad que han logrado recuperar la tranquilid­ad de las sociedades.

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