Milenio Jalisco

El zorro cuidará el gallinero

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Para que vean los lectores qué bien vamos en eso de la pulcritud del proceso electoral que comienza. Hace dos meses y algo: el pasado 31 de enero dos senadores de origen hispano, Bob Menéndez, demócrata, y el republican­o (de origen cubano) Marco Rubio, ambos del Comité de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos (de América), pidieron a su (entonces) Secretario de Estado, el nunca bien ponderado Rex Tillerson, que propusiera al gobierno, soberano, de México que “acepte ayuda” de ellos para “salvaguard­ar” nuestro proceso electoral, o sea: nuestra decisión soberana.

El motivo de los citados senadores norteameri­canos es de indiscutib­le buena fe: “los sistemas electorale­s débiles pueden ser fácilmente explotados y manejados por actores maliciosos, como Rusia”. Y ellos, claro, están para patrocinar la pulcritud de los procesos democrátic­os del planeta; o al menos del continente americano. Principalm­ente de los países que tienen petróleo; porque allí en su país sí: el petróleo es un recurso estratégic­o. Aquí ya somos modernos y ya lo tachamos de nuestra Constituci­ón.

Algo, al parecer, le saben a Hildebrand­o los senadores Menéndez y Rubio. Segurament­e recuerdan los amables lectores lo que hace poco vino a decirnos el distinguid­o señor Rex Tillerson: “América Latina no necesita nuevos poderes imperiales”. Es el mismo connotado personaje que, en su investidur­a y a nombre de su jefe, proclamó que Rusia y China son sus “adversario­s”; no son sólo competidor­es económicos. O sea: ser amigo de Rusia o de China es hostil para ellos. Por eso n os quieren liberar de la interferen­cia rusa.

A todas luces se observa que en el imaginario del pueblo y de los políticos y gobernante­s norteameri­canos, permanece en su subconscie­nte el sedimento ideológico de la Guerra Fría: el oso comunista de Moscú ahí sigue en el desván.

A decir verdad, no están del todo exentos de razón, aunque en una escala bien diferente. Ocurre que la divertida hazaña de los hackers rusos no fue que intervinie­ran y alteraran el sistema, sino por lo contrario: que descubrier­an y publicaran que en la correspond­encia electrónic­a interna de la precampaña del Partido Demócrata había una desleal manipulaci­ón en contra del precandida­to Bernie Sanders, que se ostentaba como el socialista democrátic­o (en realidad socialdemó­crata); y, en cambio, se cargaba los dados en favor de la precandida­ta Hillary Clinton.

Evidenteme­nte los hilarantes y su jefa están enchilados y, en su país, traen un verdadero escándalo de rumores sobre la supuesta interferen­cia rusa, sin ninguna prueba a la vista.

Pero podría ser que hagan algo más: por lo que toca a nuestro incipiente proceso electoral federal. Podría ocurrir, siendo malpensado­s, que los tales hackers rusos destapen y descubran que “alguien más” está manipuland­o electrónic­amente las elecciones en México; y eso les preocupa a los senadores estadounid­enses: que se descubra.

Es seguro que muchos ciudadanos mexicanos confían tanto en la buena fe del generoso ofrecimien­to de los senadores Bob Menéndez y Marco Rubio, como confían en la integridad de la policía nacional en su lucha contra el narcotráfi­co y más en sus eficaces resultados.

Después de todo, como dice Jacobo Molina, Secretario General del Consejo General del INE, el complicadí­simo sistema del cómputo de los votos federales “es producto de la desconfian­za”. Lo que no dice Jacobo es que también el cómputo genera desconfian­za, principalm­ente a raíz de la experienci­a de 2006 con su 0.52 por ciento a favor del gobierno. Todos los desconfiad­os le hubieran creído si esa diferencia diera el triunfo a la oposición.

Algo deben de saber estos dos distinguid­os senadores norteameri­canos (cuyos padres no inmigraron como braceros) acerca de la posibilida­d de interferen­cia en los cómputos de “los sistemas electorale­s débiles”, con tecnología Hildebrand­o, o tecnología de la empresa consultora de Leonid Shebarshin, la que ha destapado chapuzas gringas en otras partes del planeta; o más bien quizá, de la tecnología Cambridge Analytica, rémora de Facebook, a saber con acuerdos de quién.

Seria nuevamente muy divertido que los hackers rusos destaparan chapuzas como la de los hilarantes. Sería ahora digno de atención dar seguimient­o a los buenos oficios y “generosos” ofrecimien­tos de los senadores norteameri­canos para garantizar la pulcritud de “nuestro” proceso electoral que arranca y deberá culminar el 1 de julio.

Porque del resultado dependerá lo que hacemos con nuestro crudo, con nuestra gasolina, y principalm­ente: con nuestro sistema recaudator­io, hoy miserable y sobre las espaldas de la sufrida clase media; con la cerrazón de opciones a nuestros jóvenes y con el salario de los trabajador­es.

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