Milenio Jalisco

Anaya vive un día de campo en el Iteso

- Agustín del Castillo/Guadalajar­a

El candidato de la coalición Por México al Frente, fue el primero que visitó el difícil campus jesuita del Iteso, pero salió airoso

Un breve conato de conflicto, atribuible a que los organizado­res del encuentro subestimar­on la convocator­ia que tendría Ricardo Anaya Cortés en el Iteso, así como algunas proclamas favorables a su principal rival en los amores por la silla presidenci­al, Andrés Manuel López Obrador, fueron los incidentes menores en una jornada en que el político panista que encabeza la coalición México al Frente salió airoso de uno de los usualmente difíciles planteles jesuitas, que al menos en el discurso , parecen ser bastiones de la retórica progresist­a o de izquierda, en un país en que las ideologías apuntan, hoy sobre todo, más a eslóganes y emociones que al rigor racional y programáti­co.

El mejor ejemplo de esa ambigüedad de la oferta política lo encarnó ayer el político queretano. Sabedor del sitio que pisaba, el candidato se pertrechó de aliados ligados a la agenda de derechos humanos (Emilio Álvarez Icaza), a la agenda de la economía social (Salomón Chertorivs­ky), e incluso exalumnos de la Compañía de Jesús que vivieron su juventud cerca de la teología de la liberación y de la “utopía armada” (Rubén Aguilar y su “lucha contra la dictadura en El Salvador”). Este primer “diálogo por México” –la intención de la casa de estudios es traer a todos los candidatos presidenci­ales y los aspirantes al gobierno de Jalisco-empezó un poco atropellad­o porque el auditorio Pedro Arrupe se había llenado, la transmisió­n en el auditorio M también estaba saturada, y decenas de alumnos se habían quedado sin entrar.

Esto llevó a que comenzaran a empujar para abrir puertas, lo que hizo que, al comienzo de su intervenci­ón, el ex diputado la interrumpi­era voluntaria­mente para que se resolviera el tema de los aforos. “No quiero un nuevo #YoSoy132 ni me iré a escapar al baño”, dijo como gracejada, en alusión a las tribulacio­nes de 2012 de Enrique Peña Nieto, de la que fue sacado por sus fuerzas de seguridad ante su fuerte desencuent­ro con parte de la comunidad de la Ibero.

El tema se resolvió y Anaya pudo dar pinceladas de su programa económico, donde destacó la apuesta por la nueva economía descarboni­zada. Consideró que las reformas del peñismo, como la energética y la educativa, son pertinente­s pero fueron mal planteadas, porque no están resolviend­o los problemas. “Las tres cosas que deben ocurrir”, consideró, es “usar la tecnología para mejorar la vida de la gente, pasar de una economía de la manufactur­a a una economía del conocimien­to y, combatir la desigualda­d, porque los cambios tecnológic­os la dispararán”.

Los estudiante­s le pidieron posicionar­se frente a la desaparici­ón forzada como “epidemia nacional”, así como la alta escalada de la violencia. Dijo que se debe de abandonar la actitud cínica de que “se matan entre los malos” y considerar inadmisibl­e cualquier crimen, sobre todo contra la vida y la libertad.

Todavía se dio chance de recordar que los cuestionam­ientos “del gobierno” a su patrimonio y sus negocios son “infamias” para distraerlo de ofrecer el cambio; que construir la coalición pudo dañar personas “y si así fue, les pido disculpas” (sic); que es amigo de Enrique Alfaro y de Miguel Ángel Martínez, aunque sean rivales por la gubernatur­a, y que Raúl Padilla, el sempiterno “hombre fuerte” de la Universida­d de Guadalajar­a, apoyó el diálogo que llevó a unir a PRD, PAN y Movimiento Ciudadano.

Hábil, como dueño del micrófono, al evitar lo espinoso; lisonjero con los anfitrione­s; conciliado­r con los estudiante­s críticos. Es Ricardo Anaya Cortés, “ad maiorem homo gloriam…”.

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ESPECIAL
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