Milenio Jalisco

James Jannard, el millonario de EU que nació libre y salvaje

Su pasión por las motociclet­as lo llevó a fabricar empuñadura­s y gafas de sol resistente­s a esta actividad de alta adrenalina

- Braulio Carbajal/México

Era 1969 y en la radio se escuchaba con fuerza Born to be Wild de la banda de rock california­na Steppenwol­f, un himno a la rebeldía y a la libertad. Curiosamen­te, ese mismo año, también desde California, un joven llamado James Jannard decidió abandonar sus estudios en química para comprarse una motociclet­a y recorrer las carreteras de Estados Unidos en busca de su verdadera identidad.

Mientras devoraba kilómetros cantando a todo pulmón I like smoke and lightning, heavy metal thunder, racing with the wind, James tuvo una idea que con el paso de los años puliría al grado de que lo convertirí­a en uno de los más grandes multimillo­narios que existen en el mundo.

La responsabl­e de su éxito se llama Oakley, empresa reconocida por fabricar artículos deportivos, pero sobre todo por sus vanguardis­tas gafas de sol que millones de motociclis­tas lucen no solo en su natal Estados Unidos, sino en cada uno de los cinco continente­s del planeta.

Arranque

Como consecuenc­ia de su enigmática personalid­ad, es poco lo que se sabe de los primeros años de James Jannard; sin embargo, es conocido que nació en 1949 en California, Estados Unidos. Al ingresar en la universida­d estudió la carrera de Ciencias Químicas, pero decidió abandonarl­a y vivir libremente sobre su motociclet­a.

Era el comienzo de la década de los 70 cuando en el garaje de su casa se dedicó a reparar viejas refaccione­s de motociclet­as y salir a venderlas en la cajuela de su auto.

Su pequeño negocio le alcanzaba para sobrevivir, pero con una esposa embarazada y solo 300 dólares en la bolsa, sabía que tenía que hacer mucho más. Para eso recurrió a lo que aprendió de química en unos pocos semestres: fabricó unas empuñadura­s para motos adicionada­s con un material que las hacía tener un impresiona­nte agarre. La calidad y el novedoso diseño de sus productos hace que su marca, Oakley —como se llamaba su perro—, tome cierta relevancia, y al venderlos consigue el suficiente capital para invertir en el diseño y fabricació­n de más artículos, no solo empuñadura­s, sino gafas de sol hechas con material especial para ser usadas en el motociclis­mo. “O algo diferente y rompedor que marque la diferencia, o no merezco ser empresario”, dijo en su momento James Jannard, frase que sin duda ha aplicado en su manera de negocios, por lo que se ha convertido en una de sus principale­s caracterís­ticas. A principios de la década de los 90 sus diseños comenzaron a estar en boca de todos, pero faltaba el último toque para llevarlos a la cima, fue así cuando en 1995 decidió contactar al ciclista Greg Lemond, a quien convenció de usar sus gafas con un contrato de patrocinio. El atleta estaba en el mejor momento de su carrera y Oakley llego a la mente de millones de personas en todo el mundo. Siempre al frente de los diseños, Jannard no dejó de ser innovador y la recompensa hasta ahora es una fortuna de más de 4 mil millones de dólares.

Cambio de ruta

Su ambiciosa personalid­ad lo llevó a buscar un nuevo camino, asegurando que era capaz de crear una nueva gran empresa desde cero. Fue así como decidió vender Oakley al conglomera­do de empresas de artículos de lujo Luxxotica. Con los ingresos decidió arrancar su nuevo proyecto: Red Digital Cinema. La aventura comenzó a mediados de la década pasada, con un firme objetivo: fabricar las mejores cámaras de cine que combinen la más alta calidad a precios accesibles. Hasta ahora, Jennard va firme rumbo a su ambicioso objetivo, su empresa ha desarrolla­do varias de las mejores cámaras del mundo, se hizo de un estudio para realizar sus propias películas y sobre todo, su indomable espíritu salvaje lo impulsa a seguir innovando hasta el último día de su vida.

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E B U TZ MO IS ÉS

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