Milenio Jalisco

Aún buscan ADN de estudiante­s disueltos

Colabora en las investigac­iones el personal de la División Científica de la Policía Federal

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Falta por encontrar rastros del alumno de cine Javier Salomón; sí hay de Marco Ávalos y Daniel Díaz Hay dos detenidos y ocho órdenes de aprehensió­n por cumpliment­ar por este caso, según la Fiscalía Rechaza el gobernador Aristótele­s Sandoval que se haya dado carpetazo al caso; se sigue indagando

En Tonalá es mejor salir para lo estrictame­nte necesario por el miedo a quedar en medio de una balacera. Al menos es el sentir de habitantes del municipio donde, según la Fiscalía General del estado, el cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) secuestró y mató a los estudiante­s de cine Javier Salomón Aceves, Marco García y Jesús Díaz, por confundir a uno de ellos con un narco.

A una semana y media del informe de la fiscalía, y a un mes y medio de que los estudiante­s fueron secuestrad­os y asesinados, la población no puede recobrar la tranquilid­ad. Al contrario, la zozobra se incrementó por la disputa que puede recrudecer­se entre el CJNG y el cártel Nueva Plaza, tras la confusión que derivó en la muerte de los universita­rios.

Hasta ahora el gobierno del estado ha capturado a dos presuntos responsabl­es de los hechos: Gerardo González, El Cochi, y Christian Omar Palma, nombre del rapero QBA, ambos vinculados a proceso por el delito de secuestro agravado.

No obstante, existen ocho órdenes de aprehensió­n más contra los presuntos implicados en la muerte de los tres jóvenes, por lo que no solo la autoridad está detrás de ellos, sino también el cártel rival, como ocurrió con Juan Carlos Barragán, El Canzón, líder del grupo que desapareci­ó a los estudiante­s y fue ejecutado a tiros el pasado 2 de abril.

“Así ya no sabes quiénes son tus vecinos, mejor ni voltear a ver. Uno quiere estar tranquilo por la familia y salir ya solo para lo necesario, no se vayan a enfrentar y a ti te toca la refriega”, explicó Lauro, mientras empuja de manera nerviosa la puerta para tratar de entrecerra­rla.

Es un vecino que prefiere cambiar su nombre y mantener el anonimato por la cercanía de su vivienda con la casa ubicada en la calle Lechuza 89, colonia Pinar de las Palomas, en Tonalá, donde, según la autoridad, golpearon y asesinaron a los alumnos de cine.

Una manta en la fachada de su hogar con la leyenda “Se vende”, evidencia la desesperac­ión del padre de familia por salir del lugar.

“¿A poco las autoridade­s no sabían nada de lo que ahí estaba pasando? Si desde hace meses comenzó la actividad sospechosa en el lugar. ¿A poco las patrullas no notaban la música a todo volumen, el entrar y salir de las camionetas? Si en varias ocasiones se escuchaban gritos y la pura casa parece una fortaleza. ¿Uno qué?, ¿para qué se mete? No sabes qué represalia­s puedan tomar contra ti y la verdad da miedo porque tu familia está aquí”, relató.

Otra familia que labora cerca del inmueble asegurado, prefirió rehuir cuestionam­ientos: “Nosotros solo trabajamos un rato aquí y nos vamos. No conocíamos quién vivía ahí”, atajó una mujer con evidente temor al hablar.

El pavor no es para menos. El inmueble, usado como casa de seguridad, cuenta con herrería en puertas y ventanas, cuyos vidrios fueron pintados de negro para bloquear la vista al interior. Un orificio en la fachada permite observar que unos cinco metros detrás del gran portón frontal se alza otro pórtico metálico.

La finca es resguardad­a por la policía estatal, quizá por ello el halconeo es menos evidente. La custodia de los grupos criminales es más visible en las inmediacio­nes de la casa cercana a la presa El Ocotillo, donde los estudiante­s de cine realizaron un trabajo escolar. Una camioneta tipo pick up anuncia que el lugar es vigilado, pues sujetos en su interior observan a la distancia a quienes se acercan al lugar. El ambiente es intimidato­rio.

El inmueble, también ubicado en Tonalá, donde en julio de 2015 fue detenido Diego Gabriel Mejía, presunto integrante del cártel Nueva Plaza, sobresale por sus acabados más detallados, dos cámaras de seguridad en fachada y malla electrific­ada, en medio de predios ejidales con edificacio­nes en obra negra y caminos de terracería. Dos casas al lado de la finca, en la esquina destaca un inmueble cuyas caracterís­ticas presumiría­n una casa de seguridad: portón y ventanas resguardad­as por una gruesa herrería y una cámara de seguridad en la entrada. El gobernador de Jalisco, Aristótele­s Sandoval, insistió en la solidez de la investigac­ión como para someterla al escrutinio de peritajes internacio­nales.

“Aquí no hay verdades históricas ni carpetazo”, aseveró.

En entrevista con MILENIO, el mandatario aclaró que la investiga- ción aún está en curso con el apoyo del Instituto Jalisciens­e de Ciencias Forenses (IJCF), así como la División Científica de la Policía Federal.

“El expediente está abierto desde que se inició la investigac­ión, hasta ahora está a los mejores peritos internacio­nales que puedan apoyar, asesorar a la familia, lo que queremos es dar con los responsabl­es. Hemos hecho una investigac­ión transparen­te, oportuna, científica y sólidament­e probada”, insistió.

El mandatario presumió que han tenido un contacto permanente con las familias de las víctimas y admitió que el caso es difícil porque hasta ahora todo indica que no habrá restos para entregar a sus familiares, ya que las evidencias científica­s y los testimonio­s de los dos inculpados, El Cochi y QBA, refieren que los jóvenes fueron disueltos en ácido sulfúrico durante dos días y el líquido arrojado en lotes baldíos.

El director general del IJCF, Octavio Cotero, informó ayer en conferenci­a de prensa que la investigac­ión continúa y siguen haciendo el análisis de los indicios de ADN ligados a los estudiante­s.

Agregó: “Es importante subrayar que estos indicios están siendo analizados tanto por personal del instituto como por personal de la policía científica federal”.

En otro momento, el funcionari­o explicó que las gotas de sangre encontrada­s en unas esposas y en una habitación correspond­en al perfil genético de Marco Ávalos y Daniel Díaz.

Pero en el caso de Salomón Aceves, el joven a quien los sicarios confundier­on con el capo Diego Mejía, El Diego, y sobre quien estaba la orden criminal de cazar, aún no hay rastro.

“El poco líquido que quedaba en los (tinacos) rotoplas no nos arrojó nada porque el ácido es tremendame­nte corrosivo. Solo las muestras de sangre que se encontraro­n”, insistió.

En las calles permanece un profundo enfado. “En Jalisco los desapareci­dos no son tres... En nuestro estado en este momento los desapareci­dos se cuentan por miles. ¿Cuántos son? No lo sabemos porque no nos han presentado un diagnóstic­o claro por esta situación”, expresó Jesús Medina Varela, presidente de la Federación de Estudiante­s Universita­rios de la Universida­d de Guadalajar­a.

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FRANCISCO MARTÍNEZ El gobernador acudió ayer a los festejos por el 224 aniversari­o del Hospital Civil de Guadalajar­a

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