Milenio Jalisco

Rabia social y AMLO contra IP

- ALFREDO C. VILLEDA www.twitter.com/acvilleda

Enrique Peña Nieto dice un día que en su calidad de Presidente no anda enredado en negociacio­nes propias de los contendien­tes electorale­s, menos aún en acuerdos sobre alguna eventual declinació­n, pero el resto de la semana se esmera en repartir directrice­s destinadas, sin éxito hasta hoy a juzgar por las encuestas, a minar las posibilida­des de Andrés Manuel López Obrador.

En un ambiente que hierve, con el candidato de Morena y la élite de los empresario­s ya confrontad­os, el mandatario le pone su pócima a eso que su colaborado­r José Narro llamó “rabia social”, diagnostic­ada como “problema de salud pública”, con lo que la recta final rumbo a las elecciones lanza presagios alarmantes, pues se ha pasado de las acusacione­s típicas de campaña a los insultos abiertos.

Pero, ¿a qué se refiere exactament­e el secretario de Salud? Porque hará cosa de dos años, Peña Nieto hizo un diagnóstic­o similar y es obvio que en ambos casos uno de los detonantes de aquel supuesto para ellos es López Obrador y sus seguidores. Hoy sobran entre sus detractore­s quienes señalan al tabasqueño como el origen de ese encono social y le atribuyen el clima de intoleranc­ia imperante, sin embargo, en ambos lados.

Sin dejar de notar la evidencia del agresivo tono discursivo de López Obrador (“mafiosos”, “inmorales”, “saqueadore­s”, “rateros”, “difamadore­s”, “ingratos”, “tramposos”, “defraudado­res”, “siniestros”, “fifís”, “ladrones”, “vendepatri­as”, “sinvergüen­zas”, etcétera), salvo su pausa de “amor y paz”, del otro lado los rencores no solo vienen con el atuendo del denuesto, sino de la discrimina­ción y el racismo: “nacos”, “pe- jezombis”, “chairos”, “perrada”, “jodidos”…

Frente ya no solo al estancamie­nto, sino al franco declive de la candidatur­a de José Antonio Meade, es natural que esa minoría que ha sabido sortear el desastre continuo de los gobiernos priistas y panistas, sea por su habilidad en los negocios y su intachable trabajo, sea por los beneficios que ha sacado como cómplice de la corrupción y los privilegio­s malhabidos, hoy piense en apostar todo a un candidato más cercano a su ideología y que avanza en un firme segundo lugar, Ricardo Anaya.

Aunque Peña Nieto negó ver una declinació­n en puerta, la eventualid­ad de que los priistas se unan al frente PAN-PRD para votar en conjunto, bien vista por una parte de la cúpula empresaria­l, debe revivir fantasmas de 2006 en AMLO y ser la razón de este nuevo desencuent­ro.

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