Ser madre
Una mujer que es mamá, jamás deja de serlo, ni siquiera existe una palabra para describir a una madre que pierde a sus hijos, ni dolor que se le compare. Existen diferentes clases: madres solteras, madres con pareja, abuelas que vuelven a ser madres, madres que se esfuerzan día a día en el campo laboral además de trabajar en el hogar, madres adoptivas, por mencionar algunas, lo que todas tienen en común, es ese admirable cariño por los hijos, la preocupación por el bienestar de los otros además del propio, la fortaleza ante los problemas cotidianos, la sensibilidad de percibir cuando sus pequeños se encuentran angustiados, la entereza con la que salen adelante y aunque muchas veces lleguen a sentir desesperanza, es honorable la capacidad que tienen de brincar los obstáculos impulsadas por ese motor que creció en su vientre. El ser madre obviamente te cambia la vida, pues ahora piensas por dos o más, tus momentos felices se multiplican, existen aspectos que te preocupan que antes no considerabas, como fiebres, pañales, horas de descanso, en fin, para cada madre es distinto, lo que sin duda la mayoría de las madres reciben, son sonrisas sinceras, abrazos antes de dormir, halagos que escuchan encantadas, travesuras que te provocan disgustos, aunque también carcajadas. Una mujer, después de ser madre, nunca más vuelve a estar sola, porque, aunque sus hijos ya no estén, viven en sus recuerdos y en sus más amorosos pensamientos.