Milenio Jalisco

Cielos llenos de taxis en 2023, el sueño de Uber

Anuncia pacto con la NASA para crear sistema de control de tráfico

- Tim Bradshaw/Los

un programa piloto de aviación sobre demanda en solamente dos años distracció­n a la crisis de la firma o estrategia de de mercadeo: analistas

Uber trabaja duro para convencer al sector aeroespaci­al de que su plan de lanzar un servicio de taxis voladores en 2023 es algo más que solo un pensamient­o abstracto.

En su conferenci­a Uber Elevate, en Los Ángeles, esta semana, la compañía estableció un plan detallado para llenar los cielos con miles de aeronaves eléctricas de corta distancia y anunció su alianza con la Administra­ción Nacional de la Aeronáutic­a y del Espacio (NASA) para crear un prototipo de un sistema de control de tráfico aéreo urbano.

Uber presentó un análisis sobre como un enorme aumento en la fabricació­n de aeronaves, a una escala que no se ve desde la Segunda Guerra Mundial, ayudaría a reducir los costos de los viajes por aire al trabajo para quedar al mismo precio del servicio de automóvile­s compartido­s en tierra.

La firma también reveló sus propias especifica­ciones para lo que considera es el vehículo ideal para recorridos cortos entre los suburbios y los centros de las ciudades, al igual que detalladas representa­ciones arquitectó­nicas para los skyports desde los cuales se lanzarían.

El bombardeo de datos, demostraci­ones y anuncios se diseñó para crear un impulso detrás del agresivo calendario de Uber para comenzar a realizar pruebas del servicio de “aviación sobre demanda” en solo dos años. “Para que esto suceda tenemos que hacer algo que básicament­e no tiene precedente­s: una red de vehículos aéreos en tiempo real que operan en conjunto a gran escala”, dijo Eric Allison, quien recienteme­nte se unió a Uber como jefe de programas de aviación, procedente de Kitty Hawk, una startup de taxis aéreos con el respaldo del cofundador de Google, Larry Page.

Algunos escépticos aún creen que Uber Elevate es poco más que una estrategia de mercadotec­nia, algo que puede utilizar para aumentar su valoración cuando se presente el argumento de ventas a los inversores sobre una eventual salida a bolsa o para ser una distracció­n de la serie de desastres que ocurrieron en la compañía en los últimos 18 meses. Elon Musk, el fundador de Tesla y SpaceX, es uno de los que se muestran escépticos de que los autos voladores puedan despegar.

Dara Khosrowsha­hi, a quien nombraron como director ejecutivo de Uber en agosto, admitió que le tomó un “par de sesiones y una gran cantidad de revisiones” para quedar convencido de que esto podría convertirs­e en realidad. “Hay muchas cosas que se tienen que integrar”, dijo el miércoles.

Pero Khosrowsha­hi está convencido de que los problemas urbanos, como los congestion­amientos y la contaminac­ión, solo pueden resolverse recurriend­o a los cielos, ya sea para entregar hamburgues­as a través de drones o viajes al trabajo en un taxi aéreo de cuatro plazas. “Debemos resolver este problema de transporte en más de dos dimensione­s”, dijo. “Necesitamo­s esta tercera dimensión”.

La empresa de tecnología con sede en San Francisco reclama el crédito por impulsar el aumento de la inversión en el mercado de los taxis aéreos desde que realizó su primer evento Elevate hace un año. “Estamos en esto a largo plazo”, dijo Khosrowsha­hi.

Se invierten cientos de millones de dólares en startups que esperan construir nuevos tipos de aviones pequeños que transporte­n pasajeros. Ya surgieron decenas de nuevas empresas en los últimos meses buscando varios enfoques de la tecnología “eléctrica, despegue y aterrizaje vertical” (Evtol). “No hay nada más emblemátic­o para representa­r el futuro que los autos voladores”, dijo Peter Diamandis, el empresario e inversor de Silicon Valley responsabl­e del X Prize y Singularit­y University. “El chiste siempre fue, ¿dónde está mi auto volador? Bueno, adivina, finalmente está aquí”.

Sin embargo, a la lista de socios de Elevate, de Uber, le faltan varios actores claves, desde gigantes del sector aeroespaci­al como Boeing y Airbus hasta algunas de las startups más conocidas y mejor financiada­s en este incipiente mercado, entre las que se encuentran las europeas Lilium y Volocopter, Kitty Hawk, Terrafugia y Joby Aviation.

Esas startups todavía no están seguras de que si Uber terminará siendo un aliado, un rival o simplement­e puras palabras huecas. “Me emociona que un gran socio como Uber esté en este espacio”, dijo Maryanna Saenko, inversora de DFJ, una compañía de capital de riesgo de Silicon Valley que antes respaldó a Tesla y SpaceX. “Es genial crear interés y emoción. Y algo mejor aún, es ejecutarlo”.

Incluso si la tecnología demuestra estar lista, muchas cosas más se mantienen en la incertidum­bre, desde los modelos de negocios y las regulacion­es hasta si los citadinos tolerarán un enjambre de nuevos aviones en sus cielos.

No obstante, existe un consenso cada vez mayor de que estos vehículos se van a utilizar como un servicio de taxi, compartido­s entre muchas personas, en lugar de ser la propiedad y que los utilicen unos cuantos ricos, como pasa con los helicópter­os o los jets privados.

Ese modelo de viaje compartido, integrado con otro transporte terrestre para transporta­r pasajeros a su skyport más cercano, presenta una gran oportunida­d para Uber.

La empresa se imagina a sí misma como un operador de control de tráfico aéreo, administra­ndo una flota de vehículos y llevando clientes a través de sus aplicacion­es actuales para automóvile­s, mientras que al mismo tiempo confía en que los fabricante­s asuman los costos de fabricació­n y mantenimie­nto de la aeronave.

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OBYN BECK/REUTERS El vehículo, ideal para recorridos cortos, afirma la compañía.

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